A lo largo de mi vida, me he encontrado con cientos de personas (y cuando digo cientos, no exagero) que afirman ser cristianas simplemente porque ya no se drogan, han dejado el alcohol, el cigarrillo o una vida licenciosa. Suelen decir: «Jesús me salvó del desastre».
Por lo general, respondo con entusiasmo, pero también hago algunas preguntas clave para verificar su comprensión del evangelio:
–¿Quién es Jesús?
-¿Qué vino a hacer en este mundo?
-¿Cuál fue su misión en la cruz?
-¿Cuál es el problema del hombre con Dios?
-¿Qué es el arrepentimiento de pecado?
-¿Qué es la fe salvadora?
-En definitiva, ¿en qué consiste el plan de salvación?
En la mayoría de los casos, la persona desconoce completamente de qué se trata el evangelio. Y cuando no saben qué responder, vuelven al mismo argumento circular: «¡Pero Cristo me sacó de las drogas!».
Nos preguntamos: ¿es realmente Cristo quien los sacó de las drogas, a pesar de que no saben nada de Él ni del evangelio? Sabemos que en todo el mundo existen centros de rehabilitación que no son cristianos, y aun así, muchas personas logran dejar su adicción. De hecho, un templo budista afirma haber liberado a 100.000 personas de las drogas desde su fundación.1Venciendo a las drogas en un monasterio tailandés. Diario El País. 17 MAY 2017 – 17:39 ART
Entonces, ¿cómo podemos saber si alguien salió de las drogas por Cristo?
Confusión evangélica acerca del evangelio
El problema es que el evangelio y sus demandas se han diluido en el siglo XX, y en el siglo XXI hemos llegado a un estado calamitoso, donde cualquiera afirma ser cristiano solo por haber repetido una oración o por involucrarse en los ministerios de una iglesia. Cristo y la cruz han sido desterrados de los púlpitos, el pecado ha sido minimizado, y se trata a las personas como víctimas en lugar de culpables que enviaron a Cristo a la cruz. Ya no se les dice, como en Hechos 3:15: «y matasteis al Autor de la vida», sino que ahora todo parece ser una «gran terapia cristiana», donde la persona es vista como una víctima de sus circunstancias y lo único que necesita es ayuda.
Además, la iglesia se ha vuelto activista en su atención a los problemas sociales: granjas de recuperación, visitas a cárceles y diversas obras que, aunque son buenas en sí mismas, sin un mensaje claro del evangelio, terminan reduciéndose a mera asistencia social.
Así es como te encuentras con miles de personas que dicen haber dejado las drogas «por Jesús», pero que no saben nada de Él. Y créeme, Jesús no deja las cosas así. Cuando sanó a un ciego que no sabía explicar quién le había dado la vista, Jesús se presentó ante él una segunda vez para que entendiera quién era realmente (Juan 9:35-38).
No hay encuentros con Jesús sin conocer quién es Jesús.
¿Cómo saber entonces si alguien que dejó las drogas ha nacido de nuevo?
La respuesta es sencilla: cuando una persona realmente ha nacido de nuevo, su testimonio no gira solo en torno a haber dejado las drogas, sino en torno a Cristo y su obra en la cruz para el perdón de sus pecados. Como resultado de esa transformación, su vida cambia, y el abandono de los vicios es solo un efecto secundario de esa nueva naturaleza.
Por otro lado, quienes dicen haber dejado el vicio pero no conocen a Cristo, si se examina su vida de cerca, se verá que simplemente han cambiado un pecado por otro. No hay un nuevo corazón. Allí siguen el orgullo, la autosuficiencia y la vida sin Dios.
Debemos entender bien este principio espiritual:
A) Una persona puede dejar las drogas sin haber tenido un encuentro real con Cristo (nuevo nacimiento).
B) Una persona que ha tenido un encuentro real con Cristo (nuevo nacimiento) deja las drogas porque ha recibido una nueva naturaleza.
Comprender esta diferencia es crucial para abandonar el «evangelio terapéutico» moderno, que oculta las demandas de la cruz y no salva a nadie.
Este análisis también nos ayuda para la próxima vez que alguien diga que dejó las drogas por Cristo. Hay dos preguntas clave que debemos hacerle:
- ¿Entiende el evangelio? ¿Habla de Cristo y de la cruz?
- ¿Hay señales en su vida de un verdadero cambio o simplemente ha dejado las drogas pero sigue viviendo sin santidad, sin buscar la Palabra y sin evidencia de transformación real?
Conclusión
Debemos cuidar la iglesia de falsos convertidos sin un verdadero cambio de naturaleza. No basta con lo externo; lo crucial es su relación con el evangelio. ¿Conocen a Cristo y su obra en la cruz? La iglesia debe discernir si hay un nuevo corazón con arrepentimiento y fe genuina. ¡Haz las preguntas clave!
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