Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviéramos en ellas. (Efesios 2:10).
En nuestra intención de trabajar para el Señor, hacemos muchos planes, nos preocupamos por realizar esta u otra actividad, sentimos el peso de nuestra responsabilidad en su obra y trabajamos sin cesar.
Vamos de aquí para allá, lloramos por nuestros fracasos, y terminamos sintiendo impotencia por no poder «cumplir con todo».
Cuando queremos obrar para Dios con nuestras fuerzas nos debilitamos, pero cuando permitimos que «Él obre a través nuestro» nos fortalecemos.
Si bien, podemos ser muy bien intencionados, muchas veces nuestros buenos planes no son los planes de Aquel que TODO LO PLANIFICÓ.
No tenemos que preparar «obras» para la causa de Dios, si no más bien «andar en las obras que el preparó para nosotros».
Entonces: ¿qué debo hacer? -Presentémonos delante de Dios para acatar su voluntad.
Notemos tres puntos en el pasaje de Efesios, que son la pauta para obrar como Dios quiere:
1) SOMOS HECHURA SUYA.
Esto es reconocer, que Dios es el arquitecto y nosotros meros albañiles constructores.
Dios se encarga de los planos de su obra edilicia, y nosotros de «pegar sus ladrillos».
Cuantos hombres necios creen que pueden «corregir a Dios» aportando sus «propios planos» ¡Y así de fallidas y torcidas salen sus construcciones!
2) CREADOS EN CRISTO JESÚS PARA BUENAS OBRAS.
Fuera de Cristo y solo en Cristo, estoy en condiciones de realizar una buena obra.
Dios en su Palabra no nos llama a ser un ejemplo de filantropía y solidaridad como actores humanos que buscan alabanza de los hombres, sino a seguir a Cristo y a imitarlo Él, en todo.
¿Cuantas personas buenas en este mundo hicieron lo que consideran buenas obras? pero que sin Cristo son obras muertas realizadas en la carne. Tendría que resonar de continuo en nuestros oídos las palabras de Cristo: ¡SIN MÍ NADA PODÉIS HACER! (Juan 15:5).
3) OBRAS: Las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas.
Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo para salvarnos (Efesios 1:14) y en su presciencia, su lápiz divino también trazó los planos de nuestro camino a seguir.
Dios obra «en nosotros» primeramente, para luego «obrar por nosotros».
Detente a pensar: ¿Que obras estoy realizando hoy? Son estas obras producto de la voluntad de Dios o de mi iniciativa humana.
En la Biblia encontramos los todos los planos para construir, solamente miremos atentamente si lo estamos siguiendo fielmente.
El albañil para empezar su jornada, prepara su pala, su cuchara y demás herramientas, junta la arena, el cemento, ladrillos y demás materiales.
Se presenta delante del arquitecto y espera las instrucciones.
Presentémonos delante de Dios con toda nuestro espíritu, cuerpo y alma incondicionalmente y digamos:
– ¿Señor cuales son tus planes?
– ¿Señor cuales son tus planes?
Heme aquí, úsame conforme a tu voluntad.
Últimas entradas de Alejandro Riff (ver todo)
- 4 Cosas que los Judíos equivocaron respecto al mesías - octubre 31, 2024
- La «doctrina reformada» explicada en forma sencilla - octubre 30, 2024
- La Cena del Señor, el elemento más olvidado en la adoración - julio 31, 2024