Cuidaréis de hacer todo lo que yo os mando: no añadirás a ello, ni quitarás de ello. (Deuteronomio 12:32)
Luego de la Reforma protestante del siglo XVI se fueron formando dos conceptos diferentes en cuanto la «regulación de la adoración». Al hablar de adoración regulada nos referimos a qué partes componen el culto a Dios. Tanto en la declaración de Westminster como Bautista 1689 en el capítulo «De la adoración religiosa y el día de reposo»(1) se definen cuáles son las partes del culto:
- La lectura de las Escrituras
- La predicación.
- La audición de la Palabra de Dios.
- La instrucción y amonestación unos a otros por medio de salmos, himnos y cánticos espirituales.
- La oración.
- La cena del Señor.
- El bautismo.
El movimiento puritano nació con la Reforma y desde su principio no solamente combatió las ideas católicas en cuanto a sus prácticas fuera de lo establecido en la Biblia, sino también a la rama anglicana que se identificaba con el protestantismo. En las confesiones de fe del siglo XVII se ve plasmada la idea puritana en cuanto a la adoración. Por otro lado, la idea anglicana siguió su curso y fue agregando y permitiendo prácticas dentro el culto que, si bien la Biblia no prohibe de manera explícita, tampoco aprueba de forma explícita.
REDUCIENDO LA IDEA DE ADORACIÓN PURITANA VS ANGLICANA A SU MÍNIMA EXPRESIÓN
El puritanismo decía: «Todo lo que la Biblia manda es normativo para el culto de adoración» – «Se excluye todo lo que la Biblia no menciona».
El anglicanismo decía: «Todo lo que la Biblia no prohibe (o es contrario a ella) se puede agregar al culto de adoración».
Si bien, actualmente, muchos han hecho comentarios subjetivos más allá de lo que dicen las confesiones en cuanto a la Adoración Regulada, cometiendo exageraciones y divisiones innecesarias en el cuerpo de Cristo, no obstante la posición anglicana es una puerta abierta al subjetivismo mismo.
En la página 379 de la «Exposición de la Confesión Bautista de Fe de 1689» hecha por Samuel Waldrom, encontramos este útil gráfico.
Como dice Waldrom en su libro (pag. 367) ilustrando la diferencia entre Puritanos y Anglicanos:
El Sr. Anglicano debe utilizar los materiales de la Palabra de Dios, pero no tiene un patrón y puede utilizar otros materiales. El Sr. Puritano debe utilizar solo los materiales de la Palabra de Dios y tiene un patrón. No hace falta ser un genio para discernir que los dos edificios una vez terminados diferirán enormemente, o para discernir cuál será más agradable a Dios.
LA REFORMA EN LATINOAMÉRICA
La idea puritana y la anglicana en cuanto a la adoración toma la misma forma. No que las iglesias se identifiquen con el puritanismo o el anglicanismo, sino que lo que digo es que «el concepto» es igual. Por ejemplo:
-Una iglesia que no cree en la adoración regulada introducirá dentro del culto: «el especial del día de la madre», «la obra especial de niños con poesías y pancartas» o «la entrega de diplomas del seminario bíblico» etc. etc. ¿Por qué? Porque el argumento será: «la Biblia no lo prohibe».
-La iglesia que cree en la adoración regulada no incluirá nada de esto dentro del culto, aunque puede considerar esas actividades (que la Biblia no prohibe) fuera del culto en su contexto y lugar oportuno (si se diera el caso).
Es evidente que hasta el momento, en su gran mayoría, la Reforma en Latinoamérica es solo soteriológica (Doctrinas de la Gracia), la eclesiología reformada todavía viene corriendo a dos cuadras atrás de distancia.
Otra cosa que ayuda a este fenómeno, es que muchas iglesias toman solo una parte de la herencia Reformada, rechazando por ejemplo la adopción de alguna confesión de fe histórica, que da cierta forma un «marco teológico» integral a la iglesia más allá de sólo la soteriología.
Ser una iglesia confesional histórica ayuda mucho en cuestiones de eclesiología (prácticas de la iglesia) y de una hermenéutica de Teología del Pacto que va de mano en última instancia con la soteriología.
QUÉ ACERCA DE LAS CONFERENCIAS Y EVENTOS REFORMADOS
Las iglesias no confesionales introducirán prácticas en los cultos que la Biblia no prohibe. Como dije, dentro de este subjetivismo en algún momento se corre el peligro (al no tener vallas definidas) de salirse de curso.
En una reciente conferencia femenina (no estanos hablando del culto de una iglesia local en especial) muchas mujeres de iglesias que simpatizan con la Reforma se asombraban de prácticas desarrolladas tales como: «agitar un pañuelo blanco en señal de rendición de pecados» o «trazar un círculo con una tiza para delimitar que el avivamiento empieza por uno». La gente organizadora explicaba que esto no es una práctica esotérica y que nadie pone su fe, por supuesto, en un «pañuelo», ni confía en un círculo «trazado con tiza», sino que son sólo ejemplos. El argumento final manifestado es: «la Biblia no prohibe eso«. No dudo de la buena fe y sinceridad de sus organizadores, aparte –¿no es sólo un evento externo a la iglesia? dirán… A pesar de las explicaciones muchos no estarán conformes, y es de esperarse, ya que muchos hermanos vienen huyendo de las sentimentales prácticas carismáticas hacia una Reforma verdadera, y se encuentran con situaciones un tanto ambiguas entre sus hermanos reformados.
Podríamos hacer mención de otras prácticas que «despiertan nuestra curiosidad» en la Reforma latinoamericana, incluso música y efectos de luces algo cuestionables, pero siempre se arribará por consenso popular a la misma conclusión: Hay libertad, la Biblia no lo prohibe, no es un culto de una iglesia local.
Puedo entender esta postura hasta un cierto punto. Sé que en conferencias y eventos inter-iglesias pueden darse algunas cosas que se salgan del orden normal del culto a Dios (algo más informal). Pero también quisiera que recordemos que cuando la iglesia en siglos pasados se reunía en sus conferencias, sus reuniones no distaban mucho de lo que era un culto en cualquiera de sus iglesias locales. Muchas de esas reuniones inter-iglesias se llamaban «conferencias», «concilios» y «sínodos». Mas allá del término, no existía en el pasado demasiada brecha entre el culto local y la conferencia inter-iglesias.
Sé que muchas cosas, como las mencionadas, podrían mejorar, para que todo lo que se intenta transmitir de bueno y bíblico en una conferencia no sea opacado por pequeñas prácticas que abren la puerta al cuestionamiento innecesario (recordar Eclesiastés 10:1).
Un mañana de domingo de 1882, el pastor Charles Spurgeon decía (muy a propósito del tema que tratamos):
Oh, hermanos y hermanas, debemos tener en nosotros mucho temor piadoso, porque con suma facilidad podemos ofender al Señor cuando creemos que estamos agradándole. Tengan cuidado del arrojo presuntuoso delante de Dios. No hemos de ser precipitados en nuestro lenguaje, y mucho menos rudos y burdos. Yo sé que algunos modos de adoración que ofenden a mi gusto, podrían ser, sin embargo, aceptables para Dios, porque Él ve a través de la áspera cáscara, y juzga de acuerdo a la dulce semilla carnosa; sin embargo, me temo que un servicio descuidado, jactancioso y ruidoso debe ofender al Señor, pues es tan disímil del servicio que fue ofrecido por Su gentil, tierno, y bien amado Hijo. Si Cristo es el modelo que pone ante nosotros, muchos están muy lejos de la meta.
UNA REFORMA JOVEN
Es claro que en la Reforma del siglo XVI había varias diferencias en cuanto a eclesiología y recién en un siglo posterior se plasmaron las ideas bíblicas en «papel» en las confesiones de fe conocidas. Debemos comprender que la Reforma en Latinoamérica es joven, y que habrá que tener paciencia con muchas cosas en el amor cristiano. Pero no debemos ignorar que debemos ir hacia una Reforma más profunda y que las confesiones de fe, que definen puntos importantes a los cuales miles de iglesias del pasado han llegado a una fe común, ya han sido hechas y han estado en circulación por siglos.
SORPRESAS QUE NO SORPRENDEN
Podrá haber diferencias históricas entre bautistas y presbiterianos, pero definitivamente no hay sorpresas entre ellos. Sí habrá «sorpresas» en tanto y en cuanto las iglesias que simpatizan con la Reforma tomen sólo su soteriología y desechen lo demás. Podrá seguir habiendo en un futuro prácticas y hasta posiciones doctrinales que «sorprendan» dentro de la Reforma latinoamericana en la medida que nos alejemos de las confesiones de fe históricas, que con tanto esfuerzo y lucha ha llegado la iglesia del Señor a consensuar. Podrían seguir dándose sorpresas… que no sorprenderán si este es mayoritariamente el camino a seguir.
LA POSICIÓN CONFESIONAL DE LA ADORACIÓN
Transcribo, para finalizar, los puntos 5 y 6 de la Declaración Bautista de Fe de 1689, en cuanto al tema de la adoración religiosa (1) juntos con los textos de la Biblia que apoyan tales declaraciones:
La lectura de las Escrituras,1 la predicación y la audición de la Palabra de Dios,2 la instrucción y la amonestación los unos a los otros por medio de salmos, himnos y cantos espirituales, el cantar con gracia en el corazón al Señor,3 como también la administración del bautismo4 y la Cena del Señor:5 son parte de la adoración religiosa a Dios que ha de realizarse en obediencia a él, con entendimiento, fe, reverencia y temor piadoso; además, la humillación solemne,6 con ayunos, y las acciones de gracia en ocasiones especiales, han de usarse de una manera santa y piadosa.7
1. Hch. 15:21; 1 Ti. 4:13; Ap. 1:3. 2. 2 Ti. 4:2; Lc. 8:18.
3. Col. 3:16; Ef. 5:19. 4. Mt. 28:19,20. 5. 1 Co. 11:26.
6. Est. 4:16; Jl. 2:12; Mt. 9:15; Hch. 13:2,3; 1 Co. 7:5. 7. Ex. 15:1-19; Sal. 107.6. Ahora, bajo el evangelio, ni la oración ni ninguna otra parte de la adoración religiosa están limitadas a un lugar, ni son más aceptables por el lugar en que se realizan, o hacia la dirección que se dirigen;1 sino que Dios ha de ser adorado en todas partes en espíritu y en verdad;2 tanto en cada familia en particular3 diariamente,4 como cada uno en secreto por sí solo;5 así como de una ma- nera más solemne en las reuniones públicas,6 las cuales no han de descuidarse ni abandonarse voluntariamente o por negligencia, cuando Dios por su Palabra o providencia nos llama a ellas.7
1. Jn. 4:21. 2. Mal. 1:11; 1 Ti. 2:8; Jn. 4:23,24.
3. Dt. 6:6,7; Job 1:5; 1 P. 3:7. 4. Mt. 6:11. 5. Mt. 6:6. 6. Sal. 84:1,2,10; Mt. 18:20; 1 Co. 3:16; 14:25; Ef. 2:21,22.
7. Hch. 2:42; He. 10:25.
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