Proverbios 29:1 EL hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado; ni habrá para él medicina.
Hay un aspecto de Dios donde las personas encuentran consuelo: «Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad«. (Salmos 86:15, 103:8 y 145:6). La frase «lento para la ira» nos da la idea que Dios es un Dios paciente. Nosotros muchas veces ante cualquier persona que nos ofende, o incluso contraría nuestra opinión, somos dados enseguida a la ira. Sin embargo Dios es muy paciente. Pero en este caso no quiero hablarte de la paciencia de Dios, sino de la otra cara de la moneda: «La paciencia de Dios tiene un límite».
Dios es infinito, su paciencia también, pero el mismo Dios de la Biblia nos da advertencias acerca de nuestras persistencias en el pecado. Hay advertencias de Dios en su Palabra para nuestra rebeldías constantes. Dios muchas veces nos reprende con su Palabra y en vez de quebrantarnos, como dice el proverbio, «endurecemos más nuestra cerviz». Decimos dentro nuestro: «Sé cuál es la voluntad de Dios, sin embargo voy a persistir un tiempo más en desobediencia… total Él es un Dios paciente«. Pensamos que «podemos tirar de la cuerda» de la paciencia de Dios en forma indefinida y que Él jamás nos reprenderá o recibiremos castigo. Y si acaso consideramos que Dios nos reprenderá de alguna forma, nuestras ideas superficiales acerca del carácter de Dios y las advertencia de su Palabra, no llevan a pensar que esto no será más que: una «palmadita» de niño pequeño.
¿Cuál puede ser el fin de la persistencia en desobediencia a Dios?
Nuestra mente carnal nos lleva a pensar no solo en segundas oportunidades, sino en un sin fin de oportunidades donde Dios nunca nos reprenderá y de esta forma «tensamos cada vez más la cuerda de la paciencia de Dios«. Dios en su amor quiero corregirnos, quiere encaminarnos, pero nosotros persistimos muchas veces en rebelarnos. Llegará el momento donde, como dice Proverbios: «serás quebrantado/a, y no habrá medicina para ti«.
Hebreos 12: 16 y 17 nos recuerda a aquel hijo de Jacob, Esaú, hombre que tenía en poco los asuntos espirituales, que perdió el derecho a su primogenitura por «venderla por un plato de comida mundano». Su primogenitura tenía que ver con la descendencia por la que vendría el mesías, es decir, Cristo, ¡pero a Esaú no le importó Cristo! Luego que fue desechado lloró, se quebrantó, pero no hubo lugar para su arrepentimiento, es decir, no hubo para él medicina.
También la Biblia nos muestra en Deuteronomio capítulo uno, al pueblo de Israel, que tenía que salir para la batalla, pero desobedeció a Dios, no creyó a su Palabra y querían volver a Egipto de donde Dios lo había libertado. Dios se enemistó con esa generación incrédula y rebelde y juró que morirían en el desierto. El pueblo de Israel ante esta sentencia, con gran remordimiento de conciencia salió a pelear «de manera desesperada» contra el enemigo… pero Dios ya lo había abandonado. ¿El resultado? El pueblo fue derrotado, y luego toda esa generación murió en el desierto. Este fue el resultado que nos muestra la Biblia:
Deuteronomio 1:45 Y volvisteis, y llorasteis delante de Jehová; pero Jehová no escuchó vuestra voz, ni os prestó oído.
Siendo dóciles a la reprensión
Israel estuvo endurecido en un momento de la historia (tiempos de Ezequías), y Dios lo reprendió y le dijo al pueblo:
No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres: dad la mano a Jehová, y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y la ira de su furor se apartará de vosotros. (2 Crónicas 30:8).
En este caso el pueblo se quebrantó delante de su Dios, ¿y cuál fue la consecuencia de este arrepentimiento?
Levantándose después los sacerdotes y levitas, bendijeron al pueblo: y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo. (2Crónicas 30:27)
Estimado amigo/a:
Si Dios te llama al arrepentimiento, si Él te llama a poner tus caminos en orden, si su Palabra te ha reprendido una y otra vez acerca de tus pecados y malas acciones, por favor no te sigas endureciendo. Está demostrado por su Palabra que la paciencia de Dios tendrá un límite, que tu rebeldía, que cada día tensa más la cuerda paciencia de Dios, un día puede cortarse y no habrá ya más vuelta atrás. Podrás llorar, lamentar tu condición en aquel entonces, pero ya no habrá medicina para ti. ¡Evítate este mal! Y ve humillado a los pies de Cristo en oración hoy.
… Si oyereis su voz hoy, no endurezcáis vuestros corazones. (Hebreo 4:7)
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