¿Debemos alejarnos de «gente tóxica» como sugiere la sicología?

¿Debemos alejarnos de «gente tóxica» como sugiere la sicología?

Algunos cristianos creen (como sugiere la sicología moderna) que no deben rodearse de «gente tóxica», o sea de gente que los influya negativamente. Con esa idea entonces Jesús nunca tendría que haber bajado del cielo para venir a salvar a pecadores «tóxicos» como tú y yo. Sin embargo murió en la cruz para transformarnos en hijos «potables».

Lucas 5:32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

Por lo tanto, la Biblia nos enseña que debemos acercarnos a «esta gente tóxica» para llevarles la luz del Evangelio, para ser sal en medio de ellos (Mateo 5:13-16).

¿Pero no salimos muchas veces perjudicados por las personas? Puede ser, pero la Biblia nos recuerda:

1 Pedro 3:13 ¿Y quién es aquel que os podrá dañar, si vosotros sois imitadores del bien?

La fuente de nuestra vida espiritual, paz, gozo y buena salud mental es Cristo y no las personas.

El mundo como pone sus esperanzas en el hombre concluye que sólo tienen que tener contacto con las personas que «te hacen sentir bien». Consideran «tóxicas» a otras personas cuando ellas mismas son tóxicas en su pecado.

Pero el cristiano ama a Dios porque él lo amó primero (1 Juan 4:19) y por eso podemos amar a nuestro prójimo como nosotros mismos.

Sin duda debemos alejarnos del pecado y evitar las malas compañías que corrompen las buenas costumbres (1ra Corintios 15:23) . Jesús comió y bebió con los publicanos, pero no para ser influídos por ellos, sino para que ellos sean influídos por él. Es decir, nos acercamos a los pecadores no para compartir su pecado, sino por el contrario para refutarlos y conducirlos al Salvador.

Efesios 5:11 Y no seáis partícipes de las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien redargüidlas.

Cuando alguien dentro del cristianismo te venga con la idea de «alejarte de gente tóxica» respóndele:

-Los cristianos debemos alejarnos del pecado, porque nuestro Dios es santo, pero debemos llegar con el Evangelio a «gente tóxica», porque la medicina contra la toxicidad del pecado es la preciosa, pura y santa sangre de Cristo derramada en la cruz.

¿O acaso no recordamos nuestra propia toxicidad en el pecado sin Cristo?

Isaías 53:5  …Y por su llaga fuimos nosotros curados.

Alejandro Riff