Armianismo: La parábola de la oveja perdida… al revés.

 

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¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a la que se perdió, hasta que la halle? Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso; y viniendo a casa, junta a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido.Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento (Lucas: 15:4-7).

A muchas personas cuando se les pregunta su experiencia de conversión suelen recurrir a la frase:
«Yo encontré a Cristo a la edad de….»  «Yo encontré a Cristo cuando en mi vida pasó esto o aquello».

Por supuesto, si la experiencia de conversión fue genuina, la forma en cómo se exprese no invalida que sea un hijo o una hija de Dios. No me estoy refiriendo a eso en este escrito.

Pero hay que destacar que la predicación contemporánea, la mayoría de las iglesias basan el evangelio en la decisión del hombre antes que en la predicación de la Palabra de Dios.

Si bien hay que invitar a las almas a que busquen a Dios, no se puede ocultar la verdad bíblica de que Cristo es el que busca la oveja perdida.

Las iglesias arminianas, aun en su escuela dominical, enseñan esto a sus niños haciéndoles pintar la clásica ilustración del pastor estirando su brazo para agarrar a la ovejita maltrecha, que está caída en un pozo.

Ahora, en la práctica de la predicación el arminiano, no pone la confianza en el «buen pastor» sino en la oveja.

¿Qué quiere decir Jesucristo con: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen»  en Juan 10:27 ?

Quiere decir que sus ovejas, es decir, sus escogidos desde antes de la fundación del mundo, van a responder al llamado de voz, que no es otra cosa que la voz de Cristo a través de la predicación llana de la Palabra de Dios.

Pero nos preguntamos: ¿Por qué los púlpitos «evangélicos» de hoy están tan carentes de predicaciones basadas en la Palabra de Dios y todo se basa en la «experiencia humana»?

La respuesta es muy simple; han dejado al buen pastor de lado y se han concentrado en la oveja.

La importancia ya no es hacer oír la voz de Cristo a través de los versículos de la Biblia, sino que todo pasa por la experiencia de búsqueda que inicia la oveja.

 

En el modelo actual, la parábola de la oveja perdida es más o menos así:

1- A  la oveja se le presenta información de quien es el buen pastor.

2- Se apela a la «capacidad de la oveja» de que está perdida informándole que es hora de buscar al buen pastor.

3- Se le dice a la oveja que «encuentre al buen pastor» a través de su decisión de repetir una «oración de salvación» o algún otro método de decisión automática.

4- La oveja supuestamente buscó al pastor y luego cuenta su experiencia de «cómo lo encontró».

 

¿Pero cómo es la verdadera predicación bíblica?, nos preguntamos.

1- Cristo es el que toma la iniciativa de buscar a sus ovejas.

2- Se les presenta a las ovejas «su voz» a través de la predicación de la Biblia.

3- El mensaje, es un claro mensaje de fe en la obra de Cristo y de arrepentimiento de pecados (vs. 7 «un pecador que se arrepiente»).

4- La oveja que es de Cristo, oye su voz y lo sigue (Juan 10:27).

 

Nos damos cuenta que  la oveja perdida es el pecador que se arrepiente ante la presencia de Cristo que vino a su encuentro y no el pecador «decidiendo por Cristo» en la búsqueda de experiencias automatizadas.

Si Cristo no va en busca de la oveja para cargarla sobre sus hombros (Lucas 15:5), ninguna oveja buscaría al buen pastor y saltaría por su propia voluntad sobre los hombros del buen pastor.

La salvación descansa de principio a fin en la soberanía de Dios.

La oveja perdida es hallada porque Cristo que va a su encuentro y no al revés.

La predicación bíblica es Cristo buscando al pecador, y se prioriza que el contenido de predicación abunde en pasajes de las Escrituras.

En cambio la predicación humanista es dar poco o nulo mensaje bíblico, y hacer un fuerte énfasis en la toma de decisiones.

Pero alguno dirá: ¿No hay que insistirles a las almas?

¡Por supuesto, pero con la predicación de la Palabra de Dios y no con la mera insistencia de tomar «decisiones»!

¿Y si el alma no cree en Cristo, y no lo sigue?

La respuesta la da el mismo Señor:

Mas vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas… (Juan 10:26).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alejandro Riff