Notar que en el título del artículo hay dos comillas sobre la palabra «cristiano», y es porque pretendo poner en duda un cristianismo nominal que está llevando a muchas almas al infierno hoy en día.
Sabemos que no somos salvos por explicar en detalle una doctrina bíblica en particular, pero creo que toda persona cristiana de verdad tendría que articular mínimamente algo acerca de la doctrina de la sustitución (independientemente de su nivel de estudios).
Mucha gente dice creer en Jesús con la misma credulidad que un niño cree en Santa Claus.
¿-Crees en Jesús? Le preguntas, –¡Sí que creo!, responden con los ojos llenos de ilusión.
Pero, -¿Qué crees acerca de Jesús? Y allí es donde empiezan los titubeos y las definiciones confusas.
¿Alcanza con creer que existe?
Pues no, ya que los demonios «creen y tiemblan» según Santiago 2:19, y sin embargo están condenados.
¿Alcanza con creer que sufrió como un mártir en la cruz?
Creo que tampoco, muchas personas en la historia dieron sus vidas por otros y por su nación y eso no los convierte en el Salvador del alma.
¿Alcanza con creer que Jesús era un ser excepcional que hacía milagros?
No, mucha gente que seguía a Jesús por sus milagros lo abandonó cuando Jesús tuvo que ir a la cruz.
LA PAUTA DE LA IDEA DE LA SUSTITUCIÓN
Todo el Antiguo Testamento es la historia de un sustituto que pagaría el precio de los pecados de un pueblo. Luego que Adán y Eva pecaron Dios mató un animal para cubrir la vergüenza que acarreó la desobediencia. Abel ofreció a Dios un cordero. Noé luego del diluvio ofreció un sacrificio. Abraham fue instruido por Dios acerca de lo que es un sacrificio sustitutivo al guardar la vida de su hijo Isaac. Moisés recibió instrucciones precisas acerca de diversos sacrificios que anunciarían la venida del mesías y fue practicado por Israel por 1.450 años hasta la aparición de Cristo en la tierra. Juan el bautista presentó al mesías como «el cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29).
Diversos pasajes del Nuevo Testamento hacen énfasis en la idea de sustitución:
- Porque nuestra Pascua, Cristo, fue sacrificada por nosotros (1Co 5:7 ).
- Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (Efe 5:2).
- Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad (Tit 2:14).
- Porque también Cristo padeció por nosotros (1Pe 2:21).
- En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros (1Jn 3:16 ).
La frase «por nosotros» nos da la pauta de la idea de la sustitución, pero toda persona que pretenda creer en Cristo tiene que saber cuál fue la razón por la cual murió «por nosotros», o para reducirlo a la experiencia individual, «por mí».
LA CLAVE DE LA IDEA DE SUSTICIÓN
Para entender que Jesús sufrió un castigo injusto en mi lugar me lleva a la inexorable idea de que yo soy un pecador culpable delante de Dios. Debo entender que la justicia de Dios requiere que el pecador reciba el máximo castigo, que es la muerte. Dios no puede salvar al a ser humano dejando sus justicia de lado. Aquel que dijo: «Desobedéceme y morirás» (Gen 2.17) no puede contradecirse a sí mismo. Por eso la única forma de declarar a un pecador inocente es que un justo muera en su lugar. Y este Justo es Jesús, el hijo de Dios.
EL CRISTIANISMO DESVIADO
Basta con escuchar las predicaciones de la mayoría de los templos evangélicos de nuestros días para darse cuenta que la doctrina de la sustitución se ha dejado de lado. Lo importante, piensa el evangélico actual, es presentar a un Jesús «buena onda», que simpatiza contigo y está dispuesto a bendecirte. Este falso mensaje humanista por supuesto deja de lado el tener que enfrentar a la gente con sus pecados. La gente que no es enfrentada con su pecado no sabe nada de la condenación ni del justo juicio de Dios, entonces ¿para qué necesitaría un sustituto que muera en su lugar? No hace falta hablar del remedio si no se diagnostica la enfermedad.
El cristianismo nominal de nuestros días pasa dos horas cantando en un culto de adoración y recibe una predicación motivacional de 20 minutos hablando de un Jesús despojado de su cruz y de toda idea de muerte sustitutiva por el pecador.
¡EXAMÍNATE!
-¡Yo creo en Jesús!, dicen, pero hay que recordar que ese nombre significa «Salvador» (Mateo 1:2).
Si dicen creer en el Salvador y no saben de qué los salvó y cómo lo llevó a cabo… yo diría que hay que replantear seriamente ese seudocristianismo.
Si la gente se acerca a «Jesús» solo por problemas matrimoniales, económicos, de salud o cualquier otra cosa de esta vida que la hace infeliz, pero nunca consideró el por qué de su muerte sustituta en la cruz en relación con tus pecados, dicha gente todavía no conoce al Jesús del que nos habla la Biblia.
Dios nos dejó la Biblia para que allí podamos encontrar al verdadero Cristo.
Si no se entiende la doctrina de la sustitución mínimamente, decir «Jesús murió por mí,» no dejará de ser solo una «frase hecha» que no sirve.
La verdadera predicación del Evangelio siempre va ligada a la idea de sustitución.
Mas nosotros predicamos a Cristo crucificado (1Co 1:23).
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