Por la pureza de la iglesia

Por la pureza de la iglesia

 

…Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, limpiándola en el lavacro del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha. (Ef 5:25-27)

Las iglesias más puras bajo el cielo están sujetas a la impureza y al error (1 Co. 1:11; 5:1; 6:6; 11:17-19; 3 Jn. 9,10; Ap. 2 y 3) – (Confesión de Fe Bautista de 1689. Cap 26. Inciso 3.1)

Es una realidad que la iglesia está compuesta por pecadores redimidos por la pura gracia de Cristo. Si bien como pecadores hemos sido regenerados por el Espíritu Santo en una nueva naturaleza espiritual, no obstante los vestigios del pecado, (de los cuales no seremos libres hasta la redención de nuestro cuerpo), nos hacen imperfectos. Mientras estemos en este mundo, estaremos sujetos a impureza o error. A pesar de esto, Cristo no deja de amar a su iglesia. Esto también nos enseña que debemos amar a los hermanos, a pesar de sus errores.

Ahora, el entender nuestra imperfección, no nos tiene que llevar a un «conformismo» con el mundo (Rom 12:1). En cuanto a lo que se refiere a la iglesia local debemos velar por mantener la pureza; la pureza del plan original dado por Dios y una pureza moral que nos diferencie del mundo. La «ekklesia» (como dice el griego del Nuevo Testamento) está compuesta por aquellos que son «llamados» por Dios «fuera» de este mundo. Esto debe entenderse como dijo nuestro Señor: «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal» (Jn 17:15 ). Guardarlos del mal, incluye guardarlos de toda especie de pecado y costumbres mundanas.

Hoy se habla mucho de la Reforma de la iglesia, y de la Teología Reformada. Un análisis histórico no superficial, nos mostrará que la Iglesia del Señor  tuvo períodos de decadencia como de avivamiento a través del tiempo. El tiempo de la Reforma fue un tiempo de un volver de la iglesia a las bases de las Escrituras. Jamás la buena teología fue acompañada por un bajo concepto de la forma de vivir. Nunca una iglesia que se centra en el evangelio en sus doctrinas, va a permitir ser permeada por el mundo en sus prácticas. Mucho de la iglesia de hoy quiere abrazar la teología reformada pero desechar la práctica puritana que va de la mano. Si la iglesia no vela por la pureza de sus prácticas la sana doctrina solo será un rótulo intrascendente. La corriente carismática destruyó la pureza de gran parte de la iglesia del siglo XX, lo mismo puede hacer hoy.

Muchos toman esta «Nueva Reforma» como un automóvil al cuál le agregan unas luces por aquí, unos detalles de pintura por allá, otros accesorios por aquí, y dicen: «Es un nuevo auto«. La realidad es que es el viejo auto, solo que con algunas «reformas». De la misma manera muchos incorporan «las doctrinas de la gracia soberana» en sus púlpitos, pero sus iglesias siguen funcionando a la manera pentecostal. Es el mismo auto. Un verdadera reforma implica bajarse del auto, y subirse a uno nuevo. Puede que muchas iglesias estén en un proceso de reforma. Lo sé, lleva tiempo, paciencia y perseverancia. Pero si la idea no es volver a la pureza original de la iglesia, el proceso se transforma en una area gris extendida por tiempo indeterminado.

Ineludiblemente la Reforma, tiene un costo. En el siglo XVI muchos dieron su vida por esta causa de Cristo. Pero muchas veces la iglesia del siglo XXI quiere emular una Reforma, sin pagar ningún costo. Sigue en la mente la idea carismática del siglo XX de que  «si dices la verdad de la Palabra la gente se enoja y se va«. Por supuesto que hay una forma amorosa de decir la verdad  (Efesios 4:15), pero tarde o temprano hay que decirla. El estándar del discípulo nunca puede ser menos que tomar su cruz. Si la iglesia local no enfrenta a sus miembros con las demandas de la cruz, la santidad de Dios, la fidelidad a Cristo, la sumisión al Espíritu Santo y una apartarse del mundo… tendremos una membresía, sí, pero de un bajo estándar espiritual. Esto llevará en algún momento el algún tipo de decadencia moral de la iglesia local.

La función pastoral no es predicar las grandes doctrinas de la gracia desde un púlpito solamente, sino que debemos asegurarnos que el rebaño las está viviendo; esto es apacentar (1Pe 5:2). Bajar el estándar de pureza de la iglesia para tener más membresía, fue la práctica del siglo XX de los carismáticos. Su desorden nos llega hasta el día de hoy afectándonos de una u otra manera. ¿Cuáles son las áreas en las que deberíamos velar por la pureza de la iglesia local? Esto desarrollaremos a continuación.

LA PUREZA DE LA ADORACIÓN

La adoración no es solamente cantar, la adoración incluye la lectura de la Biblia, la oración, la predicación, la Cena del Señor y el bautismo (en los casos que ocurran). Podemos hacer una breve reseña de como estos aspectos son afectados por la corriente carismática del siglo XX. Esto debería ser corregido si realmente queremos que nuestra iglesia sea reformada no solo en doctrina, sino también en prácticas.

1)Lectura de la Biblia
La multiplicidad de versiones de la Biblia ha hecho que ya no exista una lectura congregacional. Estamos hablando de simplemente leer las Escrituras sin comentarios; ésta puede hablar por sí misma por ser Palabra de Dios. Mucho de la reforma actual ha abandonado las traducciones de la Reforma, (como la Reina Valera en nuestro idioma), para ir tras  versiones basadas en la Crítica Textual, cuyas bases  niegan las inspiración verbal y plenaria de las Escrituras (ver capítulo 1 de la CBF1689). Para muchos parece una deshonra llevar su Biblia a las reuniones, o que la gente te vea en la calle con el libro de Dios.

2)La oración
La iglesia fiel entiende la reverencia, guarda «su pie» (Ecl 5:1) y no se da prisa en proferir palabras, sabiendo que uno está en la tierra pero Dios en el cielo. Clamamos «Abba Padre» (Gal. 6:4), pero no interpretamos que eso sea una permisión para llamar a Dios «papito», y referirnos a el Dios santo como haríamos con cualquiera de nuestros compañeros. Una cosa es tener confianza en nuestro Padre, y otra cosa es ser «confianzudo». El libro de los Salmos está lleno de expresiones reverentes, y deberían ser nuestro modelo de oración, así como como el «Padre nuestro» que enseñó el mismo Jesús. Aun la comunicación «inter-trinitaria» es reverente, ¡cuanto más debería tener en cuenta esto yo que soy una miserable criatura sujeta al pecado!

3)La música (canto congregacional)
Sin duda este es un tema muy debatido. Siempre se está debatiendo entre lo «tradicional» y lo «contemporáneo». Es lógico que lo tradicional de antaño fue lo contemporáneo de su época. Ahora para las iglesias fieles de todos los tiempos, en especial de la era puritana, la contemporaneidad no era un pase libre para la mundanalidad. Esto sí fue un pase libre para iglesia del siglo XX que incorporó cualquier género musical con la excusa de hacerlo para Dios. El carismatismo insistió en que la letra era bíblica pero cualquier música podía usarse ¿como evolucionó este pensamiento en el tiempo? ya los sabemos. Este es el mismo argumento de muchos reformados hoy, dicen: «mientras la letra sea bíblica» la música puede ser cualquiera. Para Nadad y Abiú quemar incienso era bíblico, solo que utilizaron el incensario equivocado (Levítico 10:1) y un fuego no sacado del altar santo. La historia puede terminar de la misma manera. Debe entenderse que la música es el acompañamiento del canto congregacional. La congregación debe escucharse a sí misma como adora a Dios y no contemplar a un grupo de músicos. Hay muchos que dicen «ningún instrumento», otros dice «todos los instrumento que podamos», ¿Cuál es el punto? El punto es el canto congregacional. Se puede cantar una «canción nueva» (Salmos 33:2) y también hay una referencia instrumentar de hacerlo bien «tocando»(tañendo) con júbilo. El principio del Salmo 33 es una invitación al canto congregacional de los «justos y rectos» de Jehová. ¿Por qué es tan difícil entender que debemos adorar con una melodía diferenciada del mundo, con un volumen regulado, un canto entusiasta, de modo que sea, como dice el salmo, «hermosa la alabanza»? ¿Por qué siempre estar en los extremos del libertinaje o del fariseísmo estricto? Todo el mundo busca una «receta» a la música de la adoración como quien busca un libro de cocina. Muchos le ponen tantos condimentos que es difícil de tragar, otros crean una sopa tan insulsa que es aburrido comer. La alabanza debe ser hermosa; pero la hermosura y la santidad van de la mano (Salmos 110:3).

4)La predicación
Sin duda hay un avivamiento de la sana doctrina en los púlpitos. Hay un énfasis en la predicación expositiva que parte de la Palabra y un remarcar que los mensajes deben ser Cristo-céntricos. Celebramos eso. Ahora hay algo que no debemos olvidar, y es la confrontación del pecado. Los ejemplos de predicación apostólica nos recuerdan una y otra vez que ellos confrontaban el pecado, no solo a los perdidos, sino también a los salvados. Decía C.H. Spurgeon que muchos predicadores son como los lanzadores de cuchillos en un circo, siempre pasan cerca de la persona, dicen: «Tranquilos no voy a personalizar«. La personalización es indispensable en la predicación. Por supuesto no es dirigirse a la persona por nombre, ni usar el púlpito para decir las cosas que no nos animamos para exhortar en persona.  Pero la predicación expositiva no es una suma de buenos consejos, sino la exhortación de un Dios santo, con demandas, que llega al corazón de los pecadores. No hay transformación del corazón sin confrontación con la Palabra. Muchas veces la confrontación bíblica se basa en lo que hacen «los de afuera», pero «los de adentro», los de la iglesia local, no deberían estar exentos de ser exhortados a una vida santa y a velar por la pureza de la misma.

5)Cena del Señor
El sentido de permanencia y fidelidad de la iglesia local es la celebración regular de la Cena del Señor. Se entiende por «regular» que no puede ser más de un mes (como lo fue en la tradición reformada). ¿Cómo podría una iglesia ser sana en la fe si se examina cada tres, cuatro o seis meses? (1Co 13:5). ¿Qué disciplina se puede aplicar a la congregación en actos tan esporádicos? La Cena del Señor es parte de la adoración, ¿verdad que no dejaríamos de cantar por meses? Nos parecería raro. Sin embargo, muchas iglesias tienen en bajo concepto la Cena del Señor y la celebran muy de vez en cuando . Algunos la celebran como un «acto necesario» para no salir del estandar cristiano, pero no como un medio de gracia para la santificación de la iglesia. Otros la ocultan en reuniones separadas del acto de adoración público de la iglesia, «para no ofender a los que no participan». En ninguna parte del Nuevo Testamento, y ni siquiera en la costumbre de la Reforma antigua, vemos que la Cena del Señor sea un acto a ocultar o minimizar. Hoy se habla demasiado de adoración, talleres de adoración, seminarios de adoración, pero nos olvidamos que la Cena del Señor es parte de la adoración, por no decir que es punto cúlmine de la misma. La Cena del Señor enfrenta a la membresía con la realidad de la Cruz. Evitarla o minimizarla ocasionará una membresía popular pero enferma espiritualmente.

PUREZA EN LAS COSTUMBRES

No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (1Co 15:33)
En un mundo relativo, donde a lo bueno se le dice malo y a lo malo se le dice bueno, esto también afecta a la iglesia y su pureza. Podemos nombrar algunos puntos a tener en cuenta.

1) La vestimenta, apariencia
Siempre la gente pregunta, no como agradar a Dios en este aspecto, sino hasta qué punto puede llegar sin caer en lo mundano. Cuando la intención está en medir los límites, esto demuestra una pobre actitud por glorificar a Dios. Muchos dicen que pueden vestirse de cualquier manera, usar maquillaje de cualquier manera, tatuajes etc. porque dicen: «Dios mira el corazón». Es una gran verdad que Dios mira el corazón, por eso la Biblia nos recuerda que del «corazón salen los malos pensamientos»  (Mateo 15:19). Si el corazón está centrado en Dios, nuestro exterior glorificará a Dios.

2) Cine, TV, Internet, Radio
Los medios de comunicación, son medios de difusión. Dentro de la difusión puede fluir la verdad así como el pecado. Las familias y solteros de la iglesia tendrían que hacer un filtro estrictamente bíblico de estas cosas.  Los medios se corrompen cada vez más, por lo tanto se debe hablar más en las iglesias de estos temas. La idea es conservar la pureza en las familias y personas, que redundará en una pureza general de la iglesia.

3)El culto familiar y el estudio bíblico devocional
El mundo ha aprendido erróneamente a «delegar»  la educación de sus hijos a la escuela pública/privada. Muchos en la iglesia delegan la instrucción bíblica a las clases para niños. Esto es un grave error. El conocimiento de Dios y su Palabra nace en el hogar a través de la instrucción de los padres a sus hijos (Deut 6:7).  Esto más que una costumbre, es un mandato. Allí conocen al Salvador, aprender a orar, y a adorar en familia. Cae la responsabilidad principal en el hombre, como guía espiritual de la familia. La falta de liderazgo de los padres en este aspecto es uno de los males más comunes de las familias de las iglesias. La falta de sujeción y acompañamiento de la esposa contribuye a la esterilidad de muchos hogares cristianos. Habrá iglesias fuertes cuando haya familias centradas en Dios y su Palabra. Hombres con falta de liderazgo, mujer con falta de piedad e hijos rebeldes debilitan enormemente la pureza de la iglesia.

EL DÍA DEL SEÑOR

Hay un apartado que he escrito hace tiempo en cuanto a este tema (no deseo repetir lo ya escrito), pero destacaré algunas cosas que creo importantes.

1) La asistencia a la iglesia

Si consideramos las dificultades, grandes distancias y falta de medios, que afrontaban los cristianos de la antigüedad para reunirse con el pueblo de Dios en su día, sinceramente es vergonzoso comparado con los pocos esfuerzo que hacen la personas hoy en día por congregarse. Definitivamente hoy hay medios más cómodos de transporte comparados con la antigüedad, y que no estamos expuestos a la intemperie. La falta de pureza de la iglesia en este aspecto es evidente, y parte de una falta de comprensión del cuarto mandamiento. Muchos creyentes demuestran un lealtad mayor a sus trabajos y escuelas que al mismo Señor, pues a ellos son más devotos y regulares.

2) La puntualidad a las reuniones

La congregación fija una hora, pero la solemnidad de esta hora la fija la aprobación del Señor cuando dos o tres están congregados en su nombre (Mateo 18:20). Las escuelas ponen media falta cuando un alumnos llega tarde, los trabajos ponen sanciones a los trabajadores. Llegar a las reuniones tardes de forma frecuente, no es un descuido, sino un bajo concepto del respeto por el Señor y el amor por los hermanos de la iglesia.

3) Actividades en el día domingo

Nos referimos a las actividades fuera de las reuniones. Nuevamente muchos se preguntan qué puedo hacer y que no puedo hacer buscando los límites más que enfocarse en Dios y preguntarse: ¿Cómo podría hacer mejor este día en la comunión con el Señor? Si lo considero el «día del Señor», no es por cierto el día de turismo, del fútbol y las distracciones triviales.

CONLUYENDO:
¿Por qué deberíamos velar por la pureza de la iglesia?

Simplemente por que a Cristo le costó su sangre para redimirla. Es su voluntad presentarla sin mancha ni arruga (Ef 5:37). La perfección de la iglesia es un acto soberano de Dios, pero que no desliga a la iglesia de la responsabilidad humana de velar. (1 Co 16:13, 1 Pe 4:7). Dios que perfecciona su obra hasta el fin  (Fil 1:6) también nos invita a «esforzarnos en la gracia» (2Ti:2:1). Los pequeños errores de hoy serán las grandes apostasías del mañana. La pequeñas licencias que la iglesia se toma hoy, será la semilla del liberalismo futuro. Dios mide nuestro éxito como iglesia por la fidelidad a su Palabra. Velemos, pues, por la pureza de su iglesia.

Alejandro Riff