Juan 16:33 Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; mas confiad, yo he vencido al mundo.
Hay una realidad a la que Cristo nos enfrenta, pero nos enfrenta en carácter de discípulos: «Tendréis aflicción». ¿Quién en este mundo quisiera una religión que le diga: «sufrirás»? ¿Qué hombre en este mundo recibiría con los brazos abiertos una cruz para cargar? Por el contrario el mundo construye una religión propia según los anhelos de su propio corazón, aún usando el nombre de Jesús. Lo que no sabe es que su mismo corazón está corrompido y condenado por la ley de Dios. Miles de personas corren detrás de una promesa de prosperidad, pero sólo aquellos a los que Cristo salva pueden correr hasta una cruz, tomarla, y seguirlo a él todos los días. El mundo no puede entender el evangelio, por eso construye una religión basada «en la felicidad». Vemos decir en nuestro país, por parte de una secta que aparece en medios televisivos, la frase: «Pare de sufrir«. Y muchas veces el resto de las iglesia evangélicas son, ni más ni menos, que una versión estereotipada del mismo mensaje falso: «Dios quiere prosperarte, deja ya de sufrir«.
¿Dónde encajar las palabras de Jesucristo: En el mundo tendréis aflicción? ¿Acaso Cristo nos plantea una vida miserable? De ninguna manera. Yo sé amigo/a que el evangelismo moderno (no el antiguo evangelio), quisiera poner una corona de oro sobre tu cabeza, diciendo que tienes el derecho a reclamar lo que es tuyo. Pero te recuerdo que en este mundo a Cristo le pusieron una corona de espinas. El tuvo aflicción en el mundo, al punto que su sudor, en la agonía de la oración, eran como grandes gotas de sangre que caían a tierra (Lucas 22:44). Jesús podía decir sin miedo a la crítica exitista: «Mi alma está muy triste, hasta la muerte» (Marcos 14:34). Pero déjame decirte aun más de la agonía y sufrimientos de Cristo: El Padre lo dejó solo en la cruz para que cargara los pecados de sus escogidos, por eso dijo: «Padre… ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46) ¡Cuanto sufrimiento! Pero aquí viene la mejor parte: El venció a la muerte y al pecado, resucitó y hoy está sentado coronado a la diestra de Dios Padre.
Confiad, Cristo ha vencido al mundo
Así nos dice la última parte de texto que elegimos para este artículo. Por un lado Cristo advierte «tendrán aflicción en este mundo«, pero por otro lado nos consuela con «confiad, yo he vencido al mundo«. Esta victoria sobre el mundo (todo el sistema de pecado), no es para que nosotros reinemos como reyes en esta tierra de maldad, de materialismo, de egoísmo, un sistema amador de los deleites y enemigo de Dios. La victoria es para que nosotros reinemos con Cristo, habiendo dejado este mundo. Podemos tener una «aflicción temporal» en este mundo, pero que no se compara con el gozo de la gloria venidera (Romanos 8:18). Si aun estás en tus pecados y no has sido reconciliado con Dios, no entenderás estas palabras de Cristo. Pero si él perdona tus pecados, podrás experimentar el gozo de su salvación. Para el cristiano no hay otra fuente de gozo en este mundo que la misma presencia de Dios en su vida. Mira al mundo que lo rodea y le grita: ¡Que vengan las aflicciones! Mi vida está segura en Jesús.
No pidas prestado al mundo, recibe la salvación por gracia
No tomes los amuletos de felicidad que la religión te ofrece, ni siquiera la sicología de este mundo es un buen refugio, todo lo que te dé este mundo tendrás que devolverlo. Lo que sale de los hombres tiende a volver a los hombre con intereses, tendrás que pagar por la paz ficticia. Pero la salvación en Cristo es gratuita, y su paz es duradera. El mensaje del evangelio no es «para de sufrir» sino que es «aunque sufras nadie te quitará el gozo de la salvación en Cristo«. Cristo sufrió en este mundo por la proposición del Padre de tener el gozo de llevar a muchos hijos a salvación. Cristo se goza en sus salvados… espero que si eres salvo tú también puedas gozarte en él.
Hebreos 12:2 puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús; el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz,
menospreciando la vergüenza, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
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