Si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio… Hechos 14:17
En esta oportunidad quisiera dar mi opinión acerca del despertar de iglesias o creyentes de doctrina reformada que veo en América Latina.
A primera impresión me parece bueno que las antiguas doctrinas de la gracia, la fe, y las «sola scriptura» sean tenida en cuenta.
En un tiempo de «Evangelio Express», facilista, donde se ofrece la salvación por repetir oraciones o completar una tarjeta de convertido, es importante que se haga oír la antigua predicación del arrepentimiento y fe en Cristo para un nuevo nacimiento, de acuerdo.
Pero como ha pasado a través de la historia, aquellos movimientos que se han levantado para combatir el mal libertino de su época algunos degeneran en un férreo legalismo.
El ser humano entiende todas las cosas en forma extrema, y muchas veces entender una gran verdad bíblica si considerar las otras en su conjunto, la enseñanza se vuelve extremista.
El mal que se dese combatir da a lugar a una especia de «secta de la verdad» poniendo las cosas algo así como: «mi doctrina, o el abismo».
Charles Spurgeon, era un predicador bautista calvinista del siglo XIX, y decía respecto a la tendencia de exagerar doctrinas por encima de otras lo siguiente:
Evitemos la consideración de la verdad a medías, es decir, la exageración de una verdad y el desprecio de otra, y esforcémonos en pintar el retrato de la verdad, dándole facciones proporcionadas y colores a propósito, para que no la deshonremos, presentando un desfiguramiento en vez de la simetría, y una caricatura en vez de una copia fiel.
El énfasis en una sola doctrina, un número reducido de ella, nos lleva a ser extremistas.
Veo muchos grupos nuevos que encuentran la antigua doctrina del evangelio pero se ponen en una posición de especie de «descubridores de que la tierra era redonda», y consideran al pobre resto evangélico como ignorantes que siguen creyendo que la tierra estaba asentada sobre cuatro tortugas.
La Biblia nos dice, que Dios nunca se «dejó sí mismo sin testimonio»; en todos los tiempos de apostasía y decadencia de la iglesia, y abandono de la verdades bíblicas, Dios mantiene su llama por pura gracia en sus escogidos a través de la historia.
Podemos predicar de la verdad bíblica, vivirla y dar testimonio, de acuerdo, pero otra cosa es considerarnos los únicos poseedores o mostrarnos como tales.
Déjeme enumerar algunas características de lo que denomino «sectas de la verdad» y cuáles son sus características:
- Se consideran el remanente dentro del remanente, una clase especial dentro de la iglesia de Cristo.
- Su experiencia cristiana está por encima del resto de los mortales.
- Todas las experiencias cristianas son falsas, por supuesto a excepción de la de ellos.
- Son el avivamiento real de Dios sobre la tierra.
- Son los únicos que entiende las verdades bíblicas.
- ¡No te acerques a mí que soy más santo que tú!
- Se consideran la línea ininterrumpida de la verdad apostólica.
Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro;
sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir; todo es vuestro; y vosotros de Cristo; y Cristo de Dios. (1Corintios 3:21 al 23).
Hoy la tecnología nos permite empapelar nuestros muros de Facebook de recortes, fotos y escritos de antaño ¿es esto un avivamiento nos preguntamos? Habrá que esperar para ver.
Hermanos:
En nuestro afán de defensa y controversia, en nuestro piruetas doctrinales en los aires, y nuestra lucha por tapar toda boca como paladines de la verdad, en considerar herejes a hermanos que tienen otra escatología o punto de vista menor en doctrinas periféricas que no hacen a la salvación… yo diría:
Es tan fácil hacer una secta, aún con la «verdad» en la mano. Y eso tampoco sería nada nuevo.
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con templanza, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12:3)
Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está confiado en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo. (2Corintios 10:7)
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