¿Hallaste este tesoro?

¿Hallaste este tesoro?

Mateo 13:44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.

Hallar el Reino de Dios te lleva a hallar al Rey de ese reino: es hallar a Cristo mismo. Muchas personas dicen haber hallado a Cristo, ¿pero sus vidas evidencian que hallaron un tesoro por el cuál estarían dispuestos a perderlo todo en este mundo?

Imagino al hombre de la parábola como una persona que recibió un shock, algo que lo sacudió y lo sacó de su rutina materialista sin Dios. Fue un descubrimiento de tal magnitud que modificó todas sus prioridades de vida (y las de su propio corazón). El descubrimiento de este tesoro lo llevó a ver lo poco de valor que tiene este mundo. Los placeres, las comodidades, sus ratos ocio, su posesiones… todo pasó a segundo plano de manera instantánea, no dudó en dejarlas de lado. Estuvo dispuesto a deshacerse de “su mundo”, lo vendió todo, lo dejó todo, todo perdió su valor al haber encontrado este preciado tesoro. ¿Lo hizo con tristeza o resignación? No, lo hizo con alegría. Algo había cambiado en su interior, nadie lo forzó a dejarlo todo, él lo hizo con ánimo dispuesto y alegre.

Hallar a Cristo, es hallar este “tesoro escondido”. Cristo y su reino pasa a ser lo más importante en la vida de aquel que en verdad lo encuentra. Ser creyente es haber tenido un encuentro personal con Cristo, es haberlo visto a Él como el precioso cordero de Dios que dio su vida por la nuestra. Nuestras rodillas se doblan ante su majestad. Si nos miramos a nosotros mismos sólo podemos ver corrupción, pecado y vergüenza, pero al ver a Cristo, su pureza, su resplandor que es más que el oro, le rendimos nuestra vida entera sin reservas. Lo dejamos todo por este tesoro.

¿Cómo saber si he encontrado este tesoro? Si el hombre de la parábola supuestamente había encontrado un tesoro escondido, pero seguía su vida normal como siempre, amando a este mundo, sus comodidades, distracciones y placeres del pecado… sin que nada cambiara, ¿diríamos que había encontrado el tesoro escondido? Desde luego que no.

Si en tu vida dices “haber encontrado a Cristo” pero vives con las mismas prioridades que las personas de este mundo, te apasionan la mismas cosas que a ellos, y las cosas espirituales y del Reino tienen muy poco o nada de valor, me pregunto… ¿Habrás encontrado de verdad el tesoro perdido?

El verdadero creyente no usa a Cristo como el accesorio de su vida. Ser cristiano no es una especie de prendedor de oro que te pones o te quitas según la fiesta de ocasión. Haber hallado a Cristo es el tesoro por el cual lo dejas todo.

Ruego a Dios que, si no lo tienes aún, puedas encontrar este tesoro que es Cristo. Hallarlo a él es hallar la vida misma.

Lucas 12:34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Alejandro Riff