Evangelio: ¿Contextualización Americana o Latinoamericana?

Evangelio: ¿Contextualización Americana o Latinoamericana?

 

Muchas veces nos ha pasado que queremos arreglar cosas en casa (nuestra casa latinoamericana), y vemos uno de esos videos americanos de «Hágalo usted mismo» (que por lo general viene con un sensacionalista y mal doblaje al español), y nos encontramos con algunos problemas. El hombre del video dice: «saquemos nuestra clavadora neumática para...» (¡Hey! En latinoamérica usamos solo el martillo). El hombre del video sigue diciendo: «ahora, con nuestra sierra eléctrica de corte milimétrico…» (¡Hey! Apenas tengo un serrucho oxidado que no es tan preciso). No pasa mucho tiempo en que nos frustremos y digamos: ¡Muy instructivo video para arreglar cosas, pero no es realista respecto a las herramienta de las que dispongo! Algo así, son muchos libros importados sobre la iglesia que queremos traer al contexto latinoamericano. El evangelio es el mismo en todo el planeta, pero su contextualización (desafíos culturales a los que se enfrenta) es diferente en cada continente o región. Ciertamente nuestra caja de herramientas latinoamericana es mucho más pequeña que la del país del Norte, y muchas veces nos frustramos al no disponer de «otras herramientas que ellos tienen», pero esta idea tiene que cambiar.

ALGUNOS EJEMPLOS COTIDIANOS

Mujer, ¿has pasado un mal día? ¿Se te ha averiado la transmisión automática del carro (auto) y te ha fallado el horno al microondas, y además la lavadora automática ha derramado toda el agua por la casa? ¡Es hora de confiar en que Dios tiene todo bajo control!

Este ejemplo, sin exagerar, que escuché en una radio evangélica (dirigido aun público de mujeres latinoamericano) puede llegar a ser desalentador para mujeres que, como el promedio latinoamericano, no tiene su propio automóvil. Donde muchas mujeres cocinan solo con gas y otras con leña. Donde la lavadora automáticas es una tabla y una barra de jabón. Quizá el mensaje evangélico (de la radio mencionada) era muy bíblico, pero la contextualización (ejemplos usados) realmente dan un mal sabor de boca a la mujer que lo oye diciendo: Esto no es para mí. Otras mujeres con mayor sabiduría del Señor podrán hacer al margen la contextualización americana, y sacar el contenido espiritual del mensaje. Pero créanme que la cuestión funcionaría mejor en un contexto paulino: «me hecho débil a lo débil, para ganar a lo débil» (1 Corintios 9:19). Tendría mejor contextualización que una mujer latinoamericana con 4 hijos, un presupuesto mensual de 400 dólares (el promedio latinoamericano de un sueldo básico), y con una casa humilde, un barrio amenazado por el narcotráfico,  y con un centro de salud precario, nos predicara de sus victorias en Cristo en medio de un mundo de pecado. ¿Pero acaso el ejemplo del Norte no sirve?  ¿Menospreciamos a las hermanas de allá? No es eso lo que quiero decir. Pero siendo sinceros, debemos admitir que muchas veces los buenos ejemplos «locales» escasean.

EJEMPLOS DEL LADO ECLESIAL

¿Cuantos niños dibujan la iglesia con una alta aguja? (seguramente no lo sacaron de un contexto latinoamericano). La mayoría de las «los templos» latinoamericanos será una casa reacondicionada, un galpón o un salón de fiestas alquilado. Muy pocos tendrán el privilegio de tener planos trazados por un arquitecto y unos camiones descargando hormigón para la construcción de su templo. ¿Cuantas veces leemos artículo sobre pastores laicos y pastores de seminario (pagos)? En América Latina la mayoría de los pastores trabajará para sustentar a su familia, un porcentaje mínimo recibirá ayuda del exterior, y otro porcentaje más mínimo será mantenido por su iglesia (y estamos hablando de iglesias sana doctrina, no de las «iglesias de la prosperidad»). Para rematar la cuestión, un libro de plantación de iglesia nos trae un ejemplo de reunirnos con nuestro equipo pastoral en Starbucks para tratar el planeamiento del mes, ya que la oficina pastoral queda chica, y el tema a tratar sería la ampliación «del parking» de la iglesia. Pero el contexto latinoamericano  de puestos callejeros nos indica que a veces no hay Starbucks, que los pastores no tienen su propia oficina (y la consejería es un banco de la iglesia) y que mucho menos la iglesia tiene un parking (estacionamiento propio), y que la mayoría de los hermanos vienen en el transporte público. Como digo, uno puede extraer la enseñanza espiritual de libros cristianos de otras culturas acerca de eclesiología, pero… ¿por qué hay tan pocos libros que contextualicen con el escenario latinoamericano? Una porque hay poca producción local, dos porque nos hemos acostumbrado en cierta manera a que así sea.

¿ES PARA VOLVERNOS XENÓFOBOS? (RECHAZO A LO EXTRANJERO)

No, no me mal interpretes, no es sano ni bíblico volverse xenófobo. Esto no tiene que ver con la «teología de la liberación» ni con el vano discurso revolucionario latinoamericano en contra de fuerzas imperialistas. Ese tipo de discursos ha llevado a países a la ruina y, por supuesto, lejos sea tal pensamiento de la iglesia del Señor.

Trabajo con gente fuera de América Latina, tanto de EE.UU como de Europa. Conozco bien lo que es trabajar en un ambiente multicultural. Cuando se hacen conferencias, encuentros o eventos cristianos multiculturales es de gran riqueza porque vemos la obra de Cristo en su iglesia en las diferentes personas a lo largo del mundo, y esto glorifica a Dios. Tampoco me opongo a la traducción de artículos cristianos de buenos hermanos en otros países y latitudes, pues todo eso enriquece.

Pero también, como latinoamericanos, tenemos que pensar más en nuestro contexto cultural y las implicancias del evangelio. A veces estamos demasiados atentos a los modelos foráneos que nos olvidamos dónde vivimos, con qué personas tratamos, y cuáles son nuestros medios al alcance. Mucha gente de América Latina, a través de los años, ha emigrado a Estados Unidos buscando el «sueño americano». Equivalentemente, algunos piensan en sus congregaciones bajo los lentes del «modelo americano» y se frustran al no lograr los mismos estándares externos. Digo externos, porque los estándares internos y espirituales vienen dados por la Palabra de Dios y Cristo que es la cabeza de Su iglesia alrededor de todo el mundo. Pero la tendencia de nuestra carne es «no hay profeta en su tierra» (Marcos 6:4) o en «oír alguna cosa nueva de afuera»  (Hechos 17:21).

El mundo (hablo del mundo del pecado), se inclina en América Latino al consumo de grandes cadenas internacionales quebrando el mercado local y las producciones regionales. Hay una especie de «chip» en la mentalidad latina que todo lo de afuera es mejor (¿así nos va verdad?), y esto también se traslada al ambiente eclesial. Tenemos una tendencia a menospreciar lo nuestro, hay un cierto desbalance cultural aun en la aplicaciones prácticas que tiene que ver con el evangelio.

CUANDO LAS MISIONES TOCAN LA LÍNEA DEL MARKETING

No es fácil el tema que estamos tratando, pues se puede generar ciertos resquemores, pero hay que confrontar ciertas prácticas con un sentido común y bíblico. Es muy habitual que desde el país del Norte se envíen misioneros o se funden ministerios en América Latina. De hecho, sin la ayuda de iglesias en mejor posición económica de EE.UU o Europa, hubiera sido imposible levantar determinadas obras para el bien evangelístico de América Latina. Conozco muchos ministerios extranjero que ayudan a América Latina con la sinceridad de: «no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha» (Mateo 6:3). Hubo un tiempo donde Macedonia ayudaba a otras iglesias sin pedir informes detallados ni gráficos de crecimiento (2 Corintios 8). Sé que cuando eres ayudado o sostenido con ofrendas del exterior tienes que rendir cuentas, por no decir informes.

Hay una línea muy delgada cuando el rendir cuentas se transforma en una campaña de marketing. ¿Cómo sucede eso?  Sucede cuando la prioridad de determinada iglesia, ministerio o pastor ya no es para el bien «de la viña del Señor», del pueblo de Dios que lo rodea, sino que todo lo que se hace tiene que ser «rentabilizado» para la misión  externa que los sostiene. Algo así, como:  Si lo que se hace no provoca algún bien a los objetivos de la misión extranjera, no vale pena hacerlo (no se piensa a priori pero… así predican los hechos muchas veces). Esto fragmenta bastante la comunión latinoameticana. Las iglesias sanas en doctrina sabemos que no creemos en «la cobertura» que defienden los ministerios del evangelicalismo, nuestra cabeza y paraguas en el cual nos amparamos es Cristo (Colosenses 1:18). Pero me temo que muchas veces la ayuda del exterior se transformes en una especie de  «anteojeras» (de esas que se les pone a los caballos para caminar derecho) que impiden ver no solo el contexto latinoamericano, sino también a los siervos y hermanos de ese contexto. Se pierde en el camino la sinceridad de trabajar desinteresadamente para el Señor y para otros; pasa aun segundo plano la ayuda a los hermanos que son «los pares locales·, cuya gran mayoría no están apoyados por una misión.

¿ENTONCES… CUÁL ES LA PROPUESTA?

Una vez oí decir a un pastor que el nivel teológico de un determinado seminario en EE.UU. era cinco veces superior en contenidos al mismo seminario pero dado en América Latina. Esto seguramente no se da por una especie de discriminación (pues noté la cara de preocupación  del pastor que lo dijo), sino más bien a la falta de recursos y escolarización de los pastores en América Latina. Quizá como latinoamericanos no podamos cambiar las realidad de los recursos con que contamos, pero tampoco podemos encogernos de hombros y esperar que todo material teológico (incluyendo la eclesiología) nos venga de afuera.  Para que la formación de iglesias sanas en doctrinas sea mayor y mejor en Latinoamérica debemos tener en cuenta nuestro contexto, y generar propuestas realistas. Conozco, por mi trabajo, la mayoría los países de América Latina, y a pesar de que mi apariencia no sea latinoamericana (desciendo de alemanes), mi corazón lo es. Me encanta cuando la iglesia latinoamericana demuestra su sencillez en Cristo, su cálido abrazo, la apertura de su gente para tratar con desconocidos. Pero me entristece cuando están persiguiendo estereotipos de otros países (muchas veces los hacen sin darse cuenta). Cuando el modelo a seguir «es la iglesia de Mr. Fulano» y no las bases neotestamentaria que afecta a todas las culturas con el aroma del evangelio de Jesucristo.

He aquí, algunos pensamientos en voz altas (siéntete libre de quitar, agregar o criticarme), como digo, son pensamientos de una mente latinoamericana renovada por Cristo.

Mejorando la contextualización del evangelio en América Latina, cinco ideas:

  1. Produzcamos más material impreso de pastores y escritores latinoamericanos de sana doctrina. El 80% de los libros sanos, o comentarios bíblicos que se recomiendan, no son de autores latinoamericanos. Por lo menos acerquémonos a un 50-50% que no estaría nada mal.
  2. Incentivemos más conferencias regionales con pastores locales, sobre todo si tiene que ver con doctrina de la iglesia y evangelización. No alentemos inconscientemente tanto con la idea que «nadie es profeta en su tierra», o que la conferencia adquiere «prestigio» solo si alguien viene de afuera, y que no vale la pena hacerla si no contamos con un invitado foráneo.
  3. Fomentemos programas radiales o videos con más predicadores locales, ministerio para mujeres, jóvenes o niños que tengan en cuenta obviamente no sólo el contenido del evangelio, sino el contexto latino dónde vivimos.
  4. Pensemos no solo en modelos de iglesias metropolitanas de «grandes ciudades», sino también en iglesia locales de barrios, pueblos y zonas rurales. Más en las personas que en la comodidad de las butacas. A veces la «sencillez» de la iglesia (Hechos 2:46) se ve afectada cuando nuestros ideales son más estéticos que espirituales.
  5. No tratemos de ser algo que no somos imitando estereotipos fuera de nuestra cultura. Que podamos contentarnos como el apóstol Pablo, diciendo: «Por la gracias de Dios soy lo que soy» (1 Corintios 15:10).

Por último, no nos cerremos a los materiales cristianos o personas de otras culturas que no sean latinoamericanas, ni tampoco tiene que nacer un «orgullo cultural» de nuestra parte, pues somos «todos iguales delante del Señor» (no hay judío ni griego… Gálatas 3:28).

Cualquier persona que caminara por la calle con un «larga vista» (binoculares) todo el tiempo, sin duda tropezaría con muchas cosas. El larga vista es útil en muchos casos, sin duda. Pero al caminar por nuestro suelo latinoamericano, miremos con nuestros propios ojos a la gente que tenemos enfrente. Pensemos en poner más la mirada en nuestro contexto cultural y cómo llegar a las personas de este contexto con el evangelio de acuerdo a los medios que el Señor nos ha provisto.

1 Corintios 9:19 Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar al mayor número. 20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley, como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino en la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22 Me he hecho a los débiles como débil, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que por todos los medios salve a algunos.
23 Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.

Alejandro Riff