VAYAMOS UN MOMENTO AL SIGLO XVI (el siglo de la Reforma)
Sabemos que una de las reacciones de los reformadores fue condenar la venta de indulgencias de la iglesia católica. El engaño era que la gente “compraba perdón de pecados” por dinero. El problema principal no era tanto el enriquecimiento ilícito de los católicos, sino la negación de la “sola gracia” que viene de Dios y la salvación por la “sola fe” en la persona y obra de Cristo en la cruz. Siendo puntuales, el ataque principal no era solo “al bolsillo” de las personas, sino un ataque directo al evangelio. Hoy se sufre algo parecido, pero a través de cierta parte de la iglesia evangélica, donde dicen que para recibir las bendiciones de Dios tienes que pactar, diezmar o dar tus primicias. La salvación del creyente ha sido por gracia, y la vida de los creyentes es también por pura gracia, por lo tanto, no usamos las ofrendas para condicionar a Dios a bendecirnos.
Juan Calvino entendió que, si bien la iglesia católica había pervertido el entendimiento de la ofrenda a Dios (entre ciento de cosas), él en ningún momento abolió o desestimó la ofrenda en la iglesia local, sino todo lo contrario. Calvino asignó la ofrenda para el final del culto. La ofrenda significaba una muestra de la gratitud que cada creyente debía mostrar a Dios. También era para mostrar la gracia de Dios a los que tenían necesidad. El encuentro con Cristo en la mesa de la Santa Cena continuaría en el mundo con la ayuda al prójimo. La ofrenda cambió su sentido; en vez de comprar la gracia de Dios y otros favores de la iglesia, las iglesias reformadas estaban mostrando gratitud por la gracia y abundancia que habían recibido de Dios.” (Instituto Bíblico Reformado, por Gary William Van Veen )
CÓMO PODEMOS HACERLO BIEN
“Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, guardándolo, según Dios lo haya prosperado, para que cuando yo llegue, no se hagan entonces colectas.” (1ra Corintios 16:2 RV-SBT)
ALGUNAS RECOMENDACIONES ACERCA DE LA OFRENDA (LO QUE ENSEÑO EN MI IGLESIA LOCAL)
- Las ofrendas voluntarias, por ser un motivo de agradecimiento al Señor, se esperan de los creyentes, es decir aquellos que comprenden el evangelio y saben que están dando para el Señor y su obra. No impedimos a ninguna persona nueva a dar, pero es preferible que esto se haga bajo un entendimiento escritural, previamente enseñado. Hay que tener la costumbre bíblica de “apartar algo”, según hayamos prosperado (1Co. 16:2). Es un asunto de conciencia entre la persona y el Señor, no obstante debemos pensar en la necesidad de la obra local/misionera, pastoral, y la ayuda a otros hermanos y los necesitados. Dios ama al que da con alegría y no por mera obligación (2 Co. 9:7)
- Cada iglesia local podría disponer de una urna para que la gente deposite libremente. Pueden usarse, si se quiere, sobres en blanco, sin marcar, para que la ofrenda sea anónima. Estos sobres pueden estar al costado de las urnas. O directamente se puede hacer sin sobre. (Comparar Mt 6.3).
- Siguiendo el ejemplo de la iglesia primitiva, se pude dar estas ofrendas el primer día de la semana (el culto principal de los domingos). Pueden hacerlo antes o después que empiece el culto, preferentemente, como motivo de gratitud al Señor por las bendiciones espirituales recibidas. También se pueden contemplar ofrendas más allá de la obra local, como ser la obra misionera y la ayuda a otras iglesias/hermanos.
- Los encargados de manejar este dinero serán los diáconos (en caso de una iglesia constituída plenamente) o alguien en el grupo con la función de tesorero. La idea es librar a los pastores y líderes del manejo del dinero, para no levantar malas sospechas, más en un tiempo de tanto malos testimonios. Los responsables de guardar las ofrendas deben mantener informada a la congregación de forma periódica el estado y uso de la misma. En una iglesia constituida es necesario llevar un registro tipo acta para mayor orden. El consejo de ancianos y líderes podrán, con la sabiduría que el Señor les da, designar el uso de las ofrendas en gastos menores. Siempre, por supuesto, rindiendo cuentas para transparencia a la congregación. Los gastos mayores se tratan en asambleas.
- En caso de que la iglesia crezca y los montos de ofrendas sean grandes, se podrá disponer de cuentas bancarias para tal fin. Al principio puede ser solo una persona. En caso de manejar fondos grandes (como por ejemplo comprar propiedad, terreno, etc.) es preferible hacer una personería jurídica a nombre de la iglesia. En todos los casos se tendrá una rendición de cuentas a la congregación en sus asambleas.
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