Hace unos años atrás, teníamos en nuestra iglesia cerca de treinta jóvenes sordos a los cuales les predicábamos el evangelio directamente en lenguas de señas. Uno de los líderes (sordo profundo) de esa comunidad , a quién discipulé por dos años en la sana doctrina, tenía una esposa «oyente» que nunca renunció lamentablemente a sus «ideas carismáticas». Un…
