Cómo criar a nuestros hijos en el Señor

Cómo criar a nuestros hijos en el Señor

Los siguientes puntos los di en una charla a familias cristianas en la ciudad de Rosario, Argentina, tomando como material orientativo los primeros tres capítulos del libro «Cómo pastorear el corazón de tu hijo» (de Tedd Tripp).


LA AUTORIDAD EN NUESTROS DÍAS

Vivivimos en un mundo que tiende al debilitamiento de las instituciones, en especial en América Latina. El respeto por la ley se ha perdido, y la justicia se ha trasformado en un estado garantista del delito.  Nuestra cultura no responde a la autoridad como la generación pasada. Se ha perdido la autoridad a nivel educativo (los alumnos no respetan a los maestros), tampoco hay respeto por las fuerzas de la ley y los gobernantes. En medio de este desorden los padres cristianos tienen que reconocer que tampoco muchas veces son figuras de autoridad ante sus hijos. Por un lado, el «autoritarismo» que quiere ganarse el respeto a la fuerza, y por otro lado un actitud pasiva, resignada, que hace concesiones con los hijos para lograr un poco de «paz temporal». Tenemos por tal motivo que regresar a la única guía infalible que es la Biblia. Para ser una autoridad sobre nuestros hijos, primero nosotros tenemos que ponernos bajo la autoridad de Dios y su Palabra. La Biblia establece relaciones de autoridad:  Efesios 6.1 Hijos a padres – 6:5 siervos a amos –  Hebreos 13.7 ovejas a pastores. 
Preguntas a los padres: ¿Estamos sometiéndonos a la autoridad de Dios? ¿Rendimos cuentas de nuestras vidas a través de la membresía de una iglesia local? ¿Cómo nos comportamos en nuestros trabajos con aquellos que tienen una autoridad sobre nosotros? ¿Somos corregibles? ¿Cuál es nuestra visión de las autoridades de nuestro país?

EL ENFOQUE EN EL EVANGELIO

El enfoque principal de la educación de tus hijos es el Evangelio. Se necesita no solamente guiar la conducta, sino mostrarles la actitudes del corazón. No solo tienen que saber QUE hicieron mal, sino POR QUÉ.
Proverbios 23.26 Dame hijo mío tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
Muchas veces queremos a nuestros hijos en el camino del Señor sin preocuparnos por su corazón. El problema de este mundo (y del corazón de nuestros hijos) es el pecado, y la solución a dichos problemas no son la sicología, los reformatorios, ni la cárceles, es por sobre todas las cosas el Evangelio de Jesucristo. Cristo vino a cambiar no «los problemas del corazón», sino el «corazón del problema»: nuestro ser pecaminoso.
Preguntas a los padres: ¿Estamos dando una buena compresión del Evangelio a nuestros hijos? ¿Conocen su naturaleza pecaminosa y la necesidad de un Salvador? ¿Saben ellos de qué se trata el sacrificio sustitutivo de Cristo en la cruz? ¿Han reconocido la necesidad de que Dios los salve? ¿Conocen lo que es la Gracia que transforma el corazón?

CONDUCTA Y CORAZÓN

Un cambio de conducta que no parte de un cambio de corazón no es confiable.
Mateo 15:19  Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.
Ejemplo: Vemos a dos niños peleando por un juguete, y preguntamos: ¿Quién lo tomó primero? Impartimos aquí un sentido de «justicia». Quizá esto cambien en ese momento la conducta de los niños involucrados, ¿pero qué del corazón? ¿Qué acerca de mostrar el egoísmo como la raíz del problema? ¿Qué del amor al prójimo? Enfocarnos solo en la conducta demuestra que queremos las cosas «según nuestras reglas» y quizá para nuestra propia satisfacción. Pero si nos enfocamos en el corazón, estaremos enfocándonos en lo que Dios se enfoca. La Biblia nos recuerda la importancia del corazón: Proverbios 4:23 Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
Pregunta a los padres: ¿Cómo están «pastoreando» el corazón de sus hijos? ¿Es solo un conjunto de reglas con recompensas y castigos, o se enfocan en el corazón y su relación con Dios?

DETERMINISMO O NEGACIÓN

Determinismo: Los padres piensan que ambientes ideales lograrán hijos ideales (escuela cristiana, homeschool, seleccionar sus amigos). Si bien esto será de notable influencia en los niños, no es garantía que eso los transforme. El medioambiente influye pero no es determinante. Lo determinante es lo que Dios pueda hacer en el corazón de ese niño. Tenemos que verlos como lo que son, «pecadores por naturaleza», y no como víctimas de las influencias externas. Muchos delincuentes juveniles han sido criados en «cajas de cristal».
Negación: Otros niegan la influencia de las experiencias, como si estas no afectaran a el niño, y esto es otro error. ¿Qué hechos te marcaron en tu niñez? ¿Esto provino de tus padres? Instruir a nuestros niños no es solo lo que le decimos, sino también lo que hacemos. Si nuestros principios de vida están basado en la Palabra de Dios, nuestro estilo de vida también tienen que ir acorde a las normas de Dios. Recuerda que una hora de «escuela dominical» no moldea al niño, pero sí nuestros hogares. Proverbios 22:6 Instruye al niño en su camino, cuando fuere viejo no se apartará de él.
Pregunta a los padres: ¿Padre, estás cumpliendo el mandato de sumergir a tu hijo en la Palabra de Dios según Deuteronomio 6? ¿ Madre, eres una «Eunice» que instruye a un «Timoteo» en las Escrituras? (2 Timoteo 1:5)

ORIENTANDO EL CORAZÓN DEL NIÑO HACIA DIOS

La dirección del viento no determina la dirección del barco sino la disposición de las velas y la dirección del timón. De la misma forma las circunstancias en la vida (lo vientos), no determinan la conducta final, sino la visión de la misma a través de la Palabra de Dios (las velas) y la dirección correcta a través de una mente renovada en Cristo (el timón).
Proverbios 9:9  Da al sabio, y será más sabio: enseña al justo, y acrecerá su saber. 10  El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; y la ciencia de los santos es inteligencia.
Estamos hechos a imagen de Dios para adorar. De acuerdo a la perspectiva que nuestros hijos tengan del Evangelio o, se inclinará ante los ídolos o, ante el Dios verdadero. Ejemplo: Un niño robaba a escondidas dinero a su padres, y mentía delante de ellos, aun cuando no lo necesitaba. El padre del niño decía que era una falta de madurez,  y que eso pasaría con el tiempo (cuando cambiara el viento), pero la realidad es que el niño quería una vida sin Dios.
Pregunta a los padres: ¿De qué manera estás guiando el corazón de tus hijos hacia Dios? ¿Cómo le muestras el temor de Dios a través de tu propia vida? ¿Quieres que tus hijos sean sabios, al margen si buscan o no a Dios?

CONFIAR EN LA GRACIA TRANSFORMADORA

A veces no vemos frutos en la vida de nuestros hijos y tratamos de sobornarlos: Si hacés esto, te compraré aquello. O con amenazas: «Si no me hacés caso, te privaré de esto otro«. Eso es como colgar manzanas de un árbol seco. Al principio la manzanas se ven hermosas, pero al tiempo veremos que se empiezan a podrir, ya que no se alimentan de las ramas del árbol, sino que simplemente las «atamos» allí por algún artilugio nuestro.
No debemos atar frutos de «buenas intenciones» en nuestros hijos, sino apuntar a un “trasplante de corazón»:
Ezequiel 36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Solamente la obra regeneradora del Espíritu Santo podrá darles una nueva naturaleza, un nuevo corazón. Cuando cambie la raíz de pecado a la raíz de Cristo se empezarán a ver frutos de justicia: Filipenses 1:11 Llenos de frutos de justicia, que son por Jesucristo, a gloria y loor de Dios.
Alejandro Riff