Nos olvidamos que somos “esclavos de Cristo”

Nos olvidamos que somos “esclavos de Cristo”

¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. (Lucas 17:9)

Vivimos en un tiempo donde muchos cristianos han perdido la conciencia de que son esclavos de Cristo. Por un lado recuerdan que fueron comprados por la sangre de Cristo y que Dios los libró de la esclavitud de la muerte y el pecado para ponerlos en el camino de la vida eterna, pero por otro lado se olvidan que ahora son siervos (esclavos) del Señor.
Saben los mandamientos, pero no lo obedecen. Reconocen el señorío de Cristo de manera mental, pero no de manera práctica.

La parábola de Lucas nos muestra que un amo da por sentando la fidelidad de sus siervos. Asume, sin vacilaciones, que lo que el amo manda será ejecutado por el “siervo inútil” (que todos somos). Pero extrañamente hoy “los esclavos” parecen tener la insolencia de decir al Señor:

-¡Señor, dame un buen argumento y te obedeceré!
-¡Dialoga conmigo… y si me convences quizás te sirva!
-¡Impresióname con algún buen pensamiento!

Muchas veces, como pastor me veo en la difícil tarea de “convencer” con la Palabra a la gente para que obedezca a Dios, pero tristemente las personas no reaccionan al mandamiento bíblico liso y llano (tal cual está escrito), sino que necesitan argumentos que deslumbren sus mentes, piruetas retóricas, dar un triple salto mortal el en aire y caer parado para que, quizá, con desdén, tomen en cuenta algún consejo bíblico. Hay un claro desplante a la autoridad de las Escrituras la cual no parecería serles suficiente.

¿Qué ha pasado con la conciencia de que CRISTO ES EL SEÑOR? Pues se ha perdido.

¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? (Lucas 6:46) 

El discípulo de Cristo tiene que tomar la cruz, tiene que negarse a sí mismo y obedecer a Su Señor. En la Biblia encontramos toda la información necesaria de cómo debemos vivir.

El problema está en que muchas veces no necesitamos más información bíblica respecto a un tema, sino simplemente obedecer.

El amo no pregunta a su siervo:
-¿Tienes ganas de obedecerme hoy?
-¿Te has despertado con el pie derecho?
-¿Estás de  buen humor como para servirme este día?

Si no que el Amo simplemente asume que su siervo lo obedecerá sin importar sus confusos sentimientos.

De la misma manera ser “esclavos de Cristo” para obedecerlo, tiene que estar como primera prioridad; debemos poner la autoridad de nuestro Señor antes que nuestro orgullo, antes que nuestros pensamientos, antes que nuestra incredulidad y antes que nuestro amor propio.

La santificación es por gracia, sí pero la gracia se ruega a Dios. No es una actitud pasiva como que «algún día la gracia cambiará mi carácter y forma de ser», mientras tanto justifico lo que soy con mil excusas. Cargar la cruz y pedir gracia a Dios van de la mano.

Sigamos el ejemplo del apóstol Pablo que sabía que si no se humillaba diariamente sería reprobado en su servicio a Dios (como quien saca una mala calificación).

Sino que golpeo mi cuerpo, y pongo en servidumbre, no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado. (1Corintios 9:27)

Nuestra carne se rebela contra el Espíritu a cada minuto, por lo tanto tenemos que ponernos humildes bajo la poderosa mano de Dios.

Estamos en una triple guerra constante contra nuestra propia concupiscencia, el pecado del mundo y satanás. Lo peor que puede hacer un soldado atrincherado es «levantar la cabeza» porque una bala del enemigo puede agujerearle la frente. ¡De la misma manera, cuando levantamos nuestra orgullosa cabeza somos blanco fácil de las balas del enemigo!

Dios nos dé Su gracia para obedecerlo; seamos siervos humildes que reconozcan a Cristo como el Señor de señores en toda circunstancia.

Pero ahora, libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. (Romanos 6:22)

Alejandro Riff