Die Religion… Sie ist das Opium des Volkes. Es la famosa frase lanzada por el filósofo alemán Karl Marx cuya traducción es: «La religión es el opio del pueblo».
Como sabemos, el opio es una sustancia narcótica que se fuma y que deriva de una variedad de la amapola llamada «adormidera». Como toda droga narcótica produce dependencia, y su consumo ilegal es usado en dos direcciones, A) Como modo «recreativo» (por simple placer) B) Para paliar algún dolor intenso (del opio se derivan la morfina y la heroína).
Karl Marx utilizó su metáfora en el segundo uso del opio, es decir que él opinaba que la religión es una droga que te ayuda a enfrentar la miseria de este mundo en el sentido que te adormece para no sentir sus dolorosos efectos. Una especie de falso consuelo narcótico en medio de un mundo de desigualdad, hambre, enfermedad y violencia. Según Marx, la religión funciona igual que el opio anestesiando la mente, evitando la realidad, y poniendo la mirada en promesas de vida eterna (que obviamente él consideraba ilusorias).
El pensamiento marxista (con todo lo que conlleva) ha impulsado el comunismo y muchas de las actuales ideas políticas de izquierda. Hace años, las universidades de América Latina tienen «la circulación viral» del marxismo en sus centros de estudiantes. Estas universidades con «circulación comunitaria marxista» han formado a miles de políticos que hoy ocupan una silla en el senado de la nación y en todos los niveles del poder político, desde los más bajos hasta los estratos más altos. La idea de que «la religión es el opio del pueblo» es un razonamiento asumido en subconsciente de la mayoría de los políticos de hoy.
El efecto pandemia puso en evidencia la idea marxista
¿Sabés por qué no se cerraron los supermercados? -Bien, se consideran un rubro esencial, pues, ¿cómo vamos a comer? Me dirás.
¿Sabés por qué los bancos volvieron a abrir? -Por supuesto, son el medio para fluya el dinero que es la sangre de la economía.
¿Por qué están abiertas las farmacias? -Claro, sin medicamento no podemos combatir las enfermedades.
Bien, ¿por qué las iglesias están imposibilitadas de hacer cultos? ¡Ah, eso es por el riesgo contagio! Me dirás.
Pero, razoná por un momento. Ya hay grandes lugares comerciales que abrieron al público, ropa, peluquería, y hasta (por lo menos en mi ciudad) se planean abrir hasta los moteles, y no se vislumbra en el horizonte un protocolo sanitario para la reapertura de los cultos.
Cristiano, ¿estás completamente seguro que las iglesias no se abren hoy solamente por el riesgo de contagio? Te diré por qué los gobiernos latinoamericanos, en su mayoría, no establecen un protocolo temprano para las iglesias evangélicas, pero sí «para otros rubros»: La razón es que: ¡Somos opio!
En un tiempo de pandemia el opio puede esperar, ya que hay necesidades más urgentes como comer y vestir (es entendible), pero también es más importante para este mundo (que el «opio de la religión») verse bien y practicar la sexualidad fuera de casa.
Como podrás ver no hay persecución religiosa, ¡tranquilo nadie está en contra de tu cristianismo! Simplemente tu cristianismo ha sido considerado por los gobiernos como una sustancia narcótica recreativa y de última necesidad. Por eso queda para lo último.
Lo que dice el Señor Jesucristo
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien enviaste. (Juan 17:3)
Contrario a la idea marxista de un falso consuelo futuro, los cristianos experimentamos la vida eterna hoy y ahora, ¿por qué? Porque esa vida eterna no es una especie de elixir que tomamos para continuar después de la muerte, sino que la vida eterna es Dios mismo, es una persona: Jesucristo, el Hijo de Dios.
Sin Cristo estaríamos muertos espiritualmente y condenados en nuestros pecados. Cuando los domingos nos reunimos como iglesia es para tributarle el más alto honor a Aquel que como canta el mismo cielo: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, y riquezas, y sabiduría, y fortaleza, y honra, y gloria, y alabanza. (Apocalipsis 5:12).
#Quedate en casa
Hoy no tenemos esa adoración corporativa que nos define como iglesia. Al momento no contamos con protocolo cuando otras actividades ya lo tienen. Simplemente porque este mundo considera opio a lo más sublime que hay sobre la tierra que es el culto al Rey de reyes y Señor de señores.
Por medio de este escrito no pretendo que desobedezcas al estado, sino que hagas oír tu reclamo e inundes las redes sociales y decirle al mundo que #nosomosopio
Quizá algún día empiecen a reabrir los cultos (el día que los gobiernos consideren que es seguro fumar el opio de la religión, por supuesto). ¿Pero que hay de una voz bíblica y evangelística que se haga oír hoy antes?
Recordá que una de las características del anticristo que nos habla Tesalonicenses 2:4 es que se levantará contra todo lo que se llama Dios o se adora (será el mayor marxista del fin de los tiempos).
Marx sostenía que la religión se debía abolir. La época actual nos ha demostrado, como paso previo al fin de los tiempos, que el cristianismo es incómodo a sus ideales (aborto, ideología de género, corrupción etc.) y que conviene mantenerlo como actividad no esencial.
Aunque en la actual pandemia se nos considere nada más que opio… no temamos, pues la iglesia para Cristo es preciosa, y continuará hasta Su venida testificando.
Como consejo final, quedate en casa, lavate las manos, guardá la distancia social, acatá las normas de las autoridades, ¡pero también levantá tu voz bíblica y recordale a este mundo quién es Cristo el Señor y por qué su adoración es más esencial que cualquier cosa en esta tierra!
Salmos 47:7 Porque Dios es el Rey de toda la tierra…
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