Efesios 5:23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo cabeza de la iglesia…
Vivimos en un tiempo donde el principio bíblico de que el hombre tiene que liderar el hogar se considera una ofensa a las mujeres. La cultura feminista de estos días, en su búsqueda de una supuesta igualdad, avanza para invertir los roles de la familia y al final destruye la misma.
Esta nociva cultura está influyendo cada vez más a los hogares cristianos haciendo que el hombre pierda firmeza, autoridad, abandonado el lugar que Dios le dio para transformarse en un «desentendido de su liderazgo espiritual». Vamos a dar algunos ejemplos de cómo el hombre delega en su esposa lo asuntos más vitales del liderazgo espiritual, o los deja librados al azar. ¡Esto es una exhortación bíblica para ti, esposo!
¿Quién toma la iniciativa de orar y leer la Biblia con tus hijos?
Dios dio en Deuteronomio capítulo 6 la función de transmitir su Palabra de generación en generación. Los padres tenían que recordar las Palabra de Dios a sus hijos desde que comenzaba el día hasta que terminaba. El esposo cristiano de hoy muchas veces comente el mismo error que los padres mundanos; son solo proveedores materiales (y no se ocupan de la vida espiritual de sus hijos). Según el principio de 1 Corintios 14:35 los esposos deben también instruir a sus esposas en la Palabra de Dios. Hoy sucede que el «culto familiar» es algo desconocido en muchos hogares cristianos. Muchos padres cristianos de hoy comienzan y terminan el día sin aportar nada espiritualmente para su familia. Es más, muchas veces delegan en sus esposas esta tarea, y ellos realizan otras actividades sin pesarle su conciencia en lo más mínimo.
¿Quién toma la iniciativa de escoger una iglesia para que la familia concurra?
Ya he visto demasiado casos en mi vida de cómo las mujeres procuran una iglesia para su familia y los hombres van detrás de esa decisión con la cabeza gacha y la manos en los bolsillos. No obstante para salvaguarda su orgullo, su consciencia le susurra por dentro: «Tranquilo, tú estás a la retaguardia por si acaso…» (por si acaso la familia se mete en un secta o algo parecido). Parece consolador para la hombría pensar así, pero lo cierto es que no están liderando. No están escudriñando a la luz de la Biblia a dónde van a llevar su familia, ni clamando en oración agonizante delante del Señor que guie a su familia para que halle una buena iglesia. No lo consideran trascendente, ni tampoco que ellos deban tomar la delantera. Dios nos muestra en los patriarcas, cómo estos hombres fueron llamados y sus esposas lo siguieron. Aún como Abraham que Dios lo llamó sin decirle a dónde iba (Hebreos 11:8). No fue Sara la que decidía este acto de fe (o la que se oponía quedándose en Ur de los caldeos atando así a toda su familia), sino que correspondía este liderazgo al hombre, a Abraham. El Antiguo Testamento está lleno de iniciativas de hombres que guiaron a sus familia (a pesar de sus errores) hacia el llamado de Dios.
¿Quién toma la iniciativa de levantarse para ir al culto el día del Señor?
Efesios 6:4 dice que los padres deben «criar a sus hijos en la disciplina del Señor«. Si un padre no tiene las disciplina de guiar a su familia al culto del día domingo, que luego no se asombre si en la adolescencia sus hijos no quieran saber nada con Dios y se aparten de la fe. No podemos transmitir la disciplina que no tenemos. Si los domingos se interponen cumpleaños, casamientos, visitas familiares y toda clase de evento social que para el hombre falto de liderazgo es la excusa perfecta para faltar al culto, la familia va aprendiendo cómo fijar sus prioridades. Dios queda en la última prioridad, y el hombre y sus necesidades sociales en la primera.
A veces hay conflictos en los hogares, los esposos discuten, y el hombre en un «acto solemne» decide que lo mejor es quedarse en casa, pues ir a la iglesia sería hipócrita. ¡Al contrario, lo hipócrita es quedarse en casa! Porque allí perpetúas el pecado (y a la vista de toda la familia). Ir a la iglesia es para humillarnos delante de Dios, pedirle perdón, y dejar que Su Palabra exhorte nuestro duro corazón para tener un matrimonio conforme al modelo bíblico de Cristo y su iglesia.
Los esposos no deben levantarse un domingo a la mañana y preguntarle a su esposa: ¿Querida tienes ganas de ir hoy a la iglesia? O a sus hijos: ¿Tesoros, tienen alguna actividad recreativa hoy domingo? Sino que por el contrario se levanta y dice a su familia: «Este es el día que hizo Jehová: nos gozaremos y alegraremos en él.» (Salmos 118:24 ) ¡El culto a nuestro Dios nos espera! Es aquel hombre que tiene la resolución espiritual de Josué que dice: «Yo y mi casa serviremos a Jehová» (Josué 24:15).
¿Quién toma la iniciativa de unirse a las actividades de la iglesia?
Quizás pasaste la prueba del punto anterior. Pero bien sabes que no basta con asistir, sino que como parte del cuerpo de Cristo tienes que poner tus dones al servicio de dicho cuerpo. ¿Y que hay de los dones de tu esposa e hijos? ¿Cómo le enseñarás que sirves a un Dios vivo si solo eres un cristiano de domingo? ¿Qué sabe tu familia de servir a tus hermanos en Cristo? ¿Qué sabe acerca de la evangelización de los que no conocen a Cristo como su Salvador? Tu familia no es una isla, debes unirte a otras familias para el servicio y comunión del Señor. La integración de tu familia es parte de tu responsabilidad. O tu familia terminará sirviendo al mundo y sus deseos o terminará en la voluntad de Dios, no hay grises aquí (1ra Juan 2:17).
Ocupa tu lugar
1Corintios 11:3 Mas quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
Hombre, ocupar el puesto de cabeza de tu hogar (liderazgo) es una relación directa de tu sumisión a Cristo. Si no te dejas liderar por Cristo y su Palabra no podrás liderar tu hogar. Cada vez que en las iglesias se hacen estudios bíblicos sobre este tema, o se producen artículos como el que estás leyendo, los hombres toman la resolución de liderar su hogar por despecho y vergüenza más que por una dependencia de Cristo. Y como sabrás, esas resoluciones no duran más que un par de semanas. Te escribe un hombre necesitado de Cristo que tiene una familia que guiar, y que tiene tus mismas luchas. Liderar no es ejercer un carácter autoritario, sino que un carácter firme pero amoroso, es un carácter como el de Cristo.
Déjame decirte que si no doblamos diariamente nuestras rodillas al Señor, no podremos estar en pie para liderar espiritualmente a nuestra familia. El Señor Jesucristo ocupó su lugar en la cruz humillándose, y Dios lo dio por cabeza a la iglesia (Efesios 1:22) y hoy reina con poder. Vayamos a la misma cruz para hacer morir nuestras inconstancias y pecados, y ocupemos luego nuestro liderazgo familiar en el poder de nuestro Salvador.
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