Cuando la aprobación pesa más que la verdad…

Cuando la aprobación pesa más que la verdad…

Muchos ministerios y predicadores que comenzaron «como leones» proclamando las grandes verdades del evangelios con el paso del tiempo han disminuido su rugido, si acaso ahora se los oye cantar como aquellos dulces canarios que están en las casas en una pequeña jaula.

¿Es que el paso del tiempo o la edad ha provocado esto?, no mayormente, sino que que son «las concesiones» que se hacen en el camino las que provocan esto. En algunos casos, a medida que un ministerio o predicador gana popularidad recibe el halago, apoyo y sustento de una sin fin de personas e iglesias, y hay un momento que el «compromiso interno con la gente» es tal que empiezan a limar las aristas filosas de sus mensajes o a recortar todo argumento que sea controversial –para no ofender a alguno–. «Quedar bien» pasó a ser la prioridad por sobre «anunciar la verdad bíblica».

Con el paso del tiempo, sin embargo no se puede decir que ese ministerio o predicador ya no sea bíblico, sino que solo se enfoca en aquellos puntos de mayor consenso general y en temas «seguros» en los cuales nadie dentro de su círculo de popularidad –cada vez más grande– podría objetar o estar en desacuerdo.

En definitiva, el problema no radica en que cambiaron alguna de las verdades bíblicas que predicaban al principio, sino en las verdades que tratan de evitar bajo el argumento de que son secundarias. En algún momento «todo el consejo de Dios» puede llegar a estar comprometido. En algún momento las «pequeñas zorras que echan a perder la viña» (Cantares 2:15) no son cazadas bajo el pretexto de la unidad y la armonía actual, pero que en un futuro comprometerá la integridad del viñedo.

La vida del apóstol Pablo nos recuerda cómo evitar este peligro del cuál no se está exento. Estos cuatro textos nos recuerdan estos principios como las cuatro patas que sostienen «la mesa de la integridad ministerial».

Porque, ¿persuado yo ahora a los hombres o a Dios? ¿O busco agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. (Gálatas 1:10 RV-SBT)

*Sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiara el evangelio, así hablamos; no como los que agradan a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones. (1 Tesalonicenses 2:4 RV-SBT)
*Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. (…) porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. (Hechos 20:24 y 7 RV-SBT )
* Por tanto, yo os protesto el día de hoy, que yo soy limpio de la sangre de todos. (Hechos 20:26 RV-SBT).
RESUMIENDO
1) Procuremos agradar a Cristo antes que nadie.
2) La aprobación de nuestro ministerio viene Dios, no de los hombres.
3) Anunciemos todo el consejo de Dios sin recortes.
4) Que nadie pueda decir que no hemos advertido el error o el pecado en su momento justo (el equivalente a «limpio de la sangre de todos»).
Alejandro Riff