Guillermo Carey era un zapatero remendón antes de ser misionero. Era cristiano, conocía “La Gran Comisión” y la sentía: por lo mismo anhelaba vehementemente que alguien llevara el evangelio a los paganos que vivían en lejanas tierras donde no se había predicado. Tanto era su interés misionero a favor de esos países, que enfrente de su banco de trabajo puso un mapa en el cual los veía con frecuencia, y con tristeza pensaba que en ellos no se habían predicado. Buenas Nuevas de Salvación”. Después de haber estado durante algún tiempo en comunión con Dios, y de comprender que Dios quería que él fuera, decidió ir, y fue. Pero siguió componiendo zapatos para sostenerse y al mismo tiempo predicar el evangelio; y solía decir a algunas personas: “Mi negocio es servir a Dios; y compongo zapatos para pagar los gastos que se originan en ese negocio.”
Muchos obreros, misioneros y pastores cristianos aparte de hacer la tarea espiritual, se ven en la necesidad de trabajar en algo secular para mantener a los suyos, ya que no reciben apoyo económico externo de ningún tipo.
Muchas veces pasa por nuestra mente al trabajar en estas tareas seculares:
¡Qué desperdicio de tiempo, oh si pudiera dedicarlo al Señor!
Pero querido hermano, que esto no te pese en el corazón.
Guillermo Carey fue uno de los traductores de la Biblia más grande de todos los tiempos, y sabía en su momento, que su trabajo de zapatero era necesario, pero que detrás de ello estaba la firme convicción del «trabajo para el reino de Dios».
Y no nos olvidemos del apóstol Pablo que habiendo hecho la tarea misionera más grande de la historia pudo decir:
Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y a los que están conmigo, estas manos me han servido (Hechos 20:34)
Quizá hoy tengamos que «remendar varios zapatos» y luego de ello ir a predicar a una reunión, o a visitar a alguien que nos necesita, atender nuestra familia etc.
Si la vida nos desgasta exteriormente, el Señor nos renueva interiormente cada día. amen!
Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día. (2Corintios 4:16)
Amén, que así sea.
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