Poca Fe: ¿Es Nuestra Responsabilidad Aumentar la Fe?

Poca fe

Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? Mateo 6:30

Uno de los errores que cometemos muchos cristianos al hablarle a alguien «del mundo», que no conoce al Señor, es pedirle que tenga más fe. La fe no radica en el hombre, ni es creada por este. La fe radica en Cristo y es puesta en el corazón del pecador a través de la predicación del evangelio y la regeneración del Espíritu Santo que la precede. Los pecadores no pueden aumentar su fe dado que no la tienen. Al decir «poca fe» el Señor considera que algo hay, por lo tanto la exhortación es sólo para creyentes.

Otro gran error que cometemos los cristianos, pero ahora hacia nosotros mismos, es de «quedarnos con la fe inicial pero sin crecer en la fe».  Sabemos que Cristo es el dador de la fe, pero pensamos que no tenemos ninguna responsabilidad de crecer en la fe. Sin embargo el Señor nos reprocha, como hizo a sus discípulos, la falta de fe. ¿Cómo Cristo nos reprocharía algo que no sería nuestra responsabilidad como creyentes?

Todo este tema está explicado en el siguiente extracto del libro: «Estudios sobre el sermón del monte» de Martin Lloyd Jones en el capítulo «Poca Fe».

(…) ¿Qué quiere decir nuestro Señor con ‘poca fe’? ¿Cuál es su connotación exacta? Adviértanse que no dice que no tienen fe; los acusa de ‘poca’ fe. Lo que preocupa a nuestro Señor no es la ausencia de fe por parte de ellos: es lo inadecuado de esa fe, el hecho de que no tengan fe suficiente. Es por tanto una expresión chocante, y nuestra reacción inmediata debería ser darle gracias a Dios por ella. ¿Qué significa exactamente? La manera adecuada de contestar a esta pregunta es prestar cuidadosa atención a todo el contexto. ¿Cuáles son las personas a las que describe aquí y a las cuales acusa de esto? Una vez más debemos recordar que son cristianos, y sólo cristianos.

Nuestro Señor no está hablando acerca de todo el mundo.
El mensaje cristiano en realidad no puede ofrecer consuelo y fortaleza a los que no son cristianos. Palabras como éstas no se dirigen a todo el mundo; se dirigen sólo a aquello» a quienes se aplican las Bienaventuranzas. Se dirigen, pues, a los que son pobres en espíritu, a los que lloran por el sentido de culpa y de pecado, a los que se han visto a sí mismos como verdaderamente perdidos y desvalidos a los ojos de Dios, los que son mansos y por consiguiente tienen hambre y sed de justicia, dándose cuenta que ésta sólo se puede conseguir en el Señor Jesucristo. Esos tienen fe, los otros no tienen ninguna fe. Por tanto se aplica sólo a esas personas.

(…)¿Cuál es, pues, esta condición que nuestro Señor describe como ‘poca fe’? ¿Qué clase de fe es, y qué hay de malo en ella? Ante todo consideremos una definición a grandes rasgos. De esta fe se puede decir, en general, que se limita a una sola esfera de la vida. Es fe que se limita únicamente a la cuestión de la salvación del alma, y no va más allá. No se extiende a la totalidad de la vida ni a todos los detalles de la vida. Esta es una falla común entre los cristianos. Sobre la cuestión de la salvación del alma, tenemos ideas perfectamente claras. La acción del Espíritu Santo nos ha despertado para que viéramos nuestra perdición. Hemos sido convencidos de pecado. Hemos visto lo totalmente incapaces que somos de justificarnos a los ojos de Dios, y que la única forma de liberación está en el Señor Jesucristo. Sabemos que vino a este mundo, y murió por nuestros pecados, y con ello nos reconcilió con Dios. Y creemos en El, y poseemos esta fe salvadora respecto al presente y a toda la eternidad. Esta es la fe salvadora, la que nos hace cristianos. Sí; pero los cristianos a menudo se detienen ahí, y parecen pensar que la fe es algo que se aplica sólo a la cuestión de la salvación. La consecuencia es, desde luego, que en la vida cotidiana sufren muchas derrotas entre ellos y los que no son cristianos. Se preocupan y afanan, se conforman al mundo en muchos aspectos. Su fe es algo que queda reservado sólo para su salvación final, y no parece poseer fe -ninguna en lo referente a los asuntos cotidianos de la vida y a la vida en este mundo. Nuestro Señor se ocupa precisamente de esto. Esas personas han llegado a conocer a Dios como Padre celestial, y sin embargo, siguen afanándose por la comida, la bebida y el vestir. Es una fe limitada, en ese sentido es poca fe; su meta es restringida y además limitada.

Debemos partir de ahí. No podemos leer la Biblia sin ver que la fe verdadera es una fe que abarca la vida toda. Lo vemos en nuestro Señor mismo, lo vemos en los grandes héroes de los que nos habla Hebreos 11. Podríamos decir que la poca fe no se apoya en todas las promesas de Dios. Se interesa sólo en algunas de ellas, y se concentra en éstas. Véannoslo así. Revisemos la Biblia y hagamos una lista de todas las promesas de Dios. Veremos que hay muchas, en realidad un número sorprendente. Pedro habló de ‘preciosas y grandísimas promesas’. Es pasmoso y sorprendente. No hay aspecto de la vida que no quede cubierto bajo estas promesas extraordinarias de Dios. ¡Qué culpables somos a la luz de esto! Seleccionamos algunas de estas promesas y nos concentramos en ellas, y por diferentes razones, nunca pensamos en las otras. Nunca hacemos nuestras las otras promesas, y como consecuencia, si bien en algunos aspectos triunfamos, en otros fracasamos miserablemente. Esto es ‘poca fe’. Es fe limitada en relación con las promesas, y que no se da cuenta de que debería ser algo que la vinculara con todas, que se apropiara de cada una de ellas.

DEBEMOS NO SÓLO CREER EN CRISTO, SINO CREERLE A CRISTO

Alejandro Riff