Y quiero, hermanos, que sepáis que las cosas que me han sucedido, han redundado más en provecho del evangelio (Filipenses 1:12)
Notables palabras las de apóstol Pablo, conociendo su situación de preso-encadenado por causa del testimonio de Jesucristo.
Este probado siervo de Dios, podía testificar con toda seguridad «que todo lo que le sucedía» era de provecho para el evangelio.
A veces el creyente comete la equivocación de separar en dos lo que considera:
A) La vida personal. (el trabajo, la familia, las finanzas, etc)
B) La vida eclesial. (actividades en la iglesia, predicación del evangelio, testimonio etc.)
Cuando uno les pregunta a estas personas: -Como estás?
Contestan: Las cosas del Señor van bien… pero ahora las personales, van mal, realmente las cosas no salen como quiero… y eso me deprime.
Cuando consideramos que la vida personal o familiar es ajena a las cosas del Señor y viceversa, encontramos un desequilibrio como quién camina con una pierna mas corta.
Y es así «que empezamos a cojear» porque la pierna de mi vida personal, es mas corta que la otra que destino al evangelio.
Esto se solucionaría si llevásemos nuestra mente y corazón a un sencillo razonamiento bíblico: Fil 1:21: Porque para mí el vivir es Cristo…
Esto involucra TODA MI VIDA y no existe tal división de «mis cosas» y «las cosas del Señor» porque «todo» tendría que que ser de ÉL.
Los dos pies puestos en el evangelio.
SALIDA A NUESTRAS PRUEBAS
Quién puede testificar sin avergonzarse: ¡TODO LO QUE ME HA SUCEDIDO HA SIDO PARA PROVECHO DEL EVANGELIO.!
Alguien dirá: –Hay cosas que suceden que no son para ningún provecho…
Es verdad, todas aquellas cosas «productos del pecado y la desobediencia» no son de provecho para nosotros ni para quienes nos rodean.
Lo que se plantea son «aquellas cosas» que no son productos del pecado, sino que vienen como prueba de nuestra fe.
Aun así, si nuestros «ojos espirituales» no están abiertos, no podremos ver ningún bien, nuestra mente carnal no puede ver «la salida de la prueba» porque la llave está en manos de Aquel que junto con la tentación da también la solución.
1Corintios 10:13
No os ha tomado tentación, sino humana: mas fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podeís llevar; antes dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar.
Si no rendimos incondicionalmente nuestra vida al Señor, sino estamos con Cristo «juntamente crucificados» no habrá salida a nuestra dificultades.
PROVECHO PARA EL EVANGELIO.
Notemos que el apóstol dice que las cosas que le sucedieron, no fueron para provecho personal; sino para «el evangelio».
Si bien, trabajamos, nos movemos, atendemos nuestras necesidades personales o familiares, nuestra vida salvada por Cristo tiene como propósito en esta tierra la de «llevar el evangelio».
Si fuimos ganados por el Salvador, no podemos pensar que «predicar a otros», asistir a nuestro hermano, consolar al afligido, ayudar al necesitado, edificar el pueblo de Dios, promover el amor fraterno etc, sean tareas secundarias.
El evangelio es predicar a Cristo crucificado, es llevar la buenas nuevas por donde quiera nos encontremos.
Si nuestra vida depende «del éxito» de las cosas terrenales, en ves de poner nuestra mirada en las las cosas celestiales, tarde o temprano tropezaremos en la vida espiritual.
Si somos «espirituales» o «somos carnales», y esto queda evidenciado cuando sufrimos la prueba.
El que pasa la experiencia en la carne se deprime, se angustia, y tiende a abandonar su comunión con Dios (que ya venía decayendo) y tiende a abandonar todo lo concerniente a la obra del Señor, y a la comunión del pueblo de Dios.
El que pasa la experiencia en el Señor, en cambio, de todo los «percances que le sucedan» redundarán en provecho. No decaerá si que se afirmará mas en el evangelio, y cobrará nuevas fuerzas, porque su fe ha sido purificada como el oro cuando se funde en el crisol.
Cuando el «creyente soporta la prueba» queda manifiesto a los ojos del mundo que hay en esa persona «una naturaleza superior» que posee algo especial, y como sabemos, eso es que Dios nos dió su Espíritu Santo en nosotros… solo hay que dejarle actuar.
Si las iglesias se «poblaran» de este tipo de creyentes otros serían los resultados y otros los éxitos.
Si el todo el pueblo de Dios aprendiera que toda prueba cuanto le suceda, podría redundar en un «mayor provecho para el evangelio» ¡cuantas almas se ganarían!
La única solución es «cruz» y amar y confiar en el Señor por encima de todas las dificultades.
Y sabemos que á los que á Dios aman, todas las cosas les ayudan á bien, es a saber, á los que conforme al propósito son llamados (Romanos 8:28).
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