Repartiendo regalos falsos

manoSi las personas son sólo persuadidas acerca del amor de Dios pero no acerca de sus pecados, abrazarán a un Cristo falso y tendrán una experiencia de auto-convencimiento que los llevará al infierno.

Un evangelio que sólo muestra el amor de Dios sin la justa condenación del pecador no es evangelio. La LEY es el único vehículo que puede llevarnos a la GRACIA en Cristo Jesús (Gálatas 3:24).

De manera que la ley nuestro ayo fue para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe.

Cuando el alma es convencida de su pecado  recién allí podrá comprender y experimentar el amor de Dios manifestado en su Hijo.

En la mayoría de las predicaciones de hoy, se presenta a un Dios que reparte el regalo de la salvación a través de su hijo Jesucristo sin ninguna mención de la ley de Dios que condena al hombre.

Este falso evangelio presenta a una especie de  «Santa Claus» que reparte bendiciones y salvación desde su trineo a una muchedumbre que no tiene problema en «aceptarlo».

 

¿Cómo funciona  la predicación que ofrece  un falso regalo de la salvación? Veamos… 

Una sociedad sacudida por los vicios, las drogas, las rupturas familiares provoca que las personas estén devastadas en su interior.

Estas predicaciones empiezan a relatar a las almas las consecuencias del pecado con un sensacionalismo emocional.

Se hace alusión a lo que están presos de las drogas, el alcohol, a los que han sufrido maltrato físico, abusos sexuales, a los que han sido abandonados de niños, a los matrimonio que se han disuelto etc.

Las personas que se ven identificadas con tal o cual situación, dicen: «Ese es mi caso«.

Estas predicaciones ponen el dedo en la llaga, lo remueven, y obviamente las personas son sensibilizadas a llorar por las situaciones dolorosas que son traídas a su mente por medio del predicador.

Una vez que se ha sensibilizado a la persona lo suficiente, es aquí cuando se les presenta «un regalo de Dios» que los sacará del sufrimiento y les dará felicidad eterna.

Luego se induce a que la persona tome «su decisión por Cristo» y se las invita al altar o que levante su mano para «confirmar la entrega».

¿Cómo reaccionan las personas? Por supuesto escogen la salida a su sufrimiento, y Cristo pasa a ser solamente un «dador de felicidad» más que el Hijo de Dios a quién crucificaron.

¿Que es lo que falta en estas predicaciones? Presentar a Cristo y la verdadera naturaleza del evangelio tanto como sus demandas.

¿Pero acaso Cristo no da paz y felicidad?

Por supuesto que sí, pero esos dones son producto de la salvación.

El mensaje del evangelio es un «llamado al arrepentimiento» en primer lugar, antes que un llamado recibir sólo bendiciones.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado. (Mat 4:17 ).

La función del Espíritu de Dios es convencer al mundo de su pecado, entrar en juicio con el pecador y mostrar la justicia de Cristo en la cruz  (Juan 16:8).

En la verdadera predicación del evangelio, el pecador no es una víctima sino un victimario.

El Cristo que se presenta no es el que da sólo felicidad, sino aquél al cual «vosotros crucificasteis» (Hechos 2:36).

Si el alma no comprende su estado de condenación, y que está muerto en delitos y pecados (Efesios 2:1) no entenderá en qué consiste la muerte sustituta de Cristo.

El falso evangelio divide el principio bíblico entre el amor de Dios, y lo que significa la muerte de Cristo por los pecados.

En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (1Jn 4:10 )

Esta mensaje falso pone al pecador en una posición de exigencia ante Dios en vez de provocar una actitud humillada que lo lleve  la experiencia del publicano «ten misericordia de mi pecador» (Lucas 18:13).

Muchos han abrazo el budismo para alcanzar «paz y serenidad» pero eso no les ha dado un  nueva naturaleza.

De la misma manera muchos creen haber alcanzado salvación sin experimentar un nuevo nacimiento.

Por eso las iglesias se van poblando que gente incrédula, que no ha recibido el perdón de sus pecados, y ese estado de vida no regenerado es un mal testimonio al mundo.

Multitudes están cómodamente sentadas en la silla de una iglesia sosteniendo su regalo falso sobre sus faldas.

La muerte podría encontrarlos sin haber conocido al Cristo de la Biblia.

La gracia es un don de Dios, no puede ser comprada con obras, y por lo tanto podemos decir «es un regalo» (Efesios 2:8).

¡Pero nadie puede acceder a ese verdadero regalo en Cristo si primero no se siente inmerecedor de él!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alejandro Riff