¿Qué te duele más, el bolsillo o el menosprecio por el evangelio?

¿Qué te duele más, el bolsillo o el menosprecio por el evangelio?

 

Muchas personas ya se dan dado cuenta del engaño del «falso evangelio de la prosperidad». Se han dado cuenta que exigir diezmos, pactos, primicias  etc. no es sustentable con la Biblia en mano. Se han dado cuenta que los  únicos que progresan económicamente son aquellos líderes que proclaman la prosperidad. Así, ante la decepción de ser «usados» por años, como una mujer despechada al cual el marido la engañó, empiezan a decir a todo el mundo y por las redes sociales lo ladrones que son los pastores, apóstoles y líderes de la evangelio de la prosperidad. ¡Lobos rapaces! ¡Manipuladores! ¡Ladrones de diezmos! Son algunas de las frases más caritativas que la gente decepcionada hace. Entiendo la indignación de estas personas y asiento con mi cabeza sus quejas. Pero también entiendo que haber hecho el descubrimiento de que han sido engañados no es lo mismo a que entiendan qué es el evangelio. Mucha gente puede salir de ese engaño y aún así no ser salva. Alguno dirá: –¿Pero no es un avance identificar el engaño? Yo digo: Sí, lo es. Pero la «verdad que te hace libre» (Juan 8:32) no es simplemente identificar que alguien metía la mano en tu bolsillo, sino saber quién es Cristo y en qué consiste su obra en la cruz .

¿Cuál es la raíz de tu indignación?

Te diré lo más malo del falso evangelio de la prosperidad. Ponte a pensar que Dios envió a su único Hijo, Jesucristo, a este mundo para ser humillado por hombres como tú y yo. Piensa que Cristo se hizo un siervo, y que demás fue humillado hasta su muerte en la cruz: «y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo,hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:28). Recuerda que en su humillación le dieron de latigazos (Mateo 27:26), lo escupieron (Marcos 15:19), lo golpearon, le pusieron una corona de espinas (Marcos 15:17) lo pasearon por la calles de Jerusalén con su cruz, le desnudaron  la ropa (Lucas 23:34) y lo clavaron en el madero. Ve como todos prefirieron que soltaran en su lugar a Barrabás (Lucas 23:18), un homicida, y en su cruz pusieron ladrones a ambos lados. Por sobre toda las cosas, recibió el castigo de nuestras maldades y cargó con nuestros inmundos pecados (Isaías 53). En una palabra sufrió el infierno en la cruz.

Lo más ofensivo de falso evangelio de la prosperidad es que quita a Jesús de centro y ofrece a las almas sólo beneficios materiales. Es decir que comete la ofensa universal de quitar el escenario del calvario, para poner en su lagar electrodomésticos, casas y autos. Ofende al Dios que hizo los cielos y la tierra, ofende a Cristo que da su vida en rescate por el pecador perdido, ofende al Espíritu Santo que inspiró la Biblia (ya que no se la predica). En definitiva: ¡Ofende al Dios trino ante el cuál debe temblar toda la tierra!

Te pregunto: ¿Eres en verdad un creyente nacido en Cristo? ¿Es Él tu gran Salvador y Señor? ¿El falso evangelio de la prosperidad ofende tanto o más tu bolsillo que a tu Dios? Si es así… ¡Es hora de ordenar prioridades! Dile a todo el mundo lo mucho que el falso evangelio de la prosperidad ofende a Cristo. Muéstrale  a la gente la verdad de la salvación en el sacrificio sustituto de Cristo por el pecador (Romanos 5:6). Muéstrales que Jesucristo se hizo pobre para enriquecernos espiritualmente (2 Corintios 8:9). Pon en alto a Dios y su Palabra como la única fuente de verdad y salvación. Muestra que el falso evangelio de la prosperidad lo que en realidad hace es condenar a la gente al infierno al no mostrar la salvación en Cristo.

Después de todo esto…  puedes mostrar que el falso evangelio de la prosperidad afecta el bolsillo de la gente.

En el evangelio verdadero… ¿ No hay que dar?

Mucha gente llama «iglesia sana doctrina» a aquella que no exige diezmos. Mucha gente ha venido con esa idea a mi iglesia… pero no tarda mucho tiempo en que les muestre que el verdadero evangelio es, como dijo Jesús: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23). ¡Ah pero eso de «negarse a sí mismo» no tiene nada que ver con el dinero! Dirá alguno. Déjame decirte que el verdadero cristianismo tiene también sus demandas en el área de tus finanzas. Déjame mostrarte algunos ejemplos y después explicarte que no «se da por obligación» sino por «gratitud».

  • En la iglesia primitiva mucha gente vendía sus posesiones y la ponía a los pies de los apóstoles. Estos jamás se enriquecían, ni vivían en lujos, todo era para el avance del evangelio en  las misiones, y  compartir con lo que no tenían. (Hechos 4:35)
  • Jesús dijo de desprenderse de bienes materiales para el avance del evangelio. En vez de hacer «tesoros en la tierra» instaba a dar para hacer «tesoros en los cielos» que no son afectados por ladrones, la polilla o el óxido.
  • Pablo anima a los creyentes a nos ser mezquinos, sino que su ofrenda voluntaria sea en alegría al Señor (2 Corintios 9: 5 al 8).
  • Los creyentes de Macedonia a pesar de ser pobres dieron una ofrenda abundante para ayudar otras iglesias (2 Corintios 8:2).
  • Los judíos cristianos de la dispersión sufrieron la pérdida de sus bienes con gozo (Hebreo 10:34).
  • Juan insta a dar para compartir con los hermanos de la iglesia como muestra del amor de Dios en sus corazones (1 Juan 3:17).
  • Los apóstoles dejaron todo (incluyendo lo material) por seguir a Jesús (Mateo 19:27).

Si creías que el verdadero evangelio no es dar nada, estás muy equivocado. ¡Mira como dan las personas engañada en el falso evangelio de la prosperidad! Podrán luego quejarse de que lo defraudaron, pero mientras tanto el motor que los impulsaba a dar era su propia avaricia y deseo de ser prosperado. ¿Acaso el verdadero evangelio no es un motivo sublime para dar? ¿Acaso Cristo no es más digno que los falsos apóstoles del dinero? ¿El Espíritu Santo no debería ser el motor impulsor para dar para la obra de Reino de Dios?

Dando libremente con gratitud al Señor

“Y todos los que creían estaban juntos; y tenían todas las cosas en común; y vendían las posesiones y los bienes, y lo repartían a todos según la necesidad que tenía cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y con sencillez de corazón”. (Hechos 2:44-46 -RV-SBT).

Las  ofrendas deben ser voluntarias, por ser un motivo de agradecimiento al Señor, y se esperan de los creyentes, es decir aquellos que comprenden el evangelio y saben que están dando para el Señor y su obra. No impedimos a ninguna persona nueva a dar, pero es preferible que esto se haga bajo un entendimiento Escritural, previamente enseñado. Como recomendación bíblica, hay que tener la costumbre bíblica de “apartar algo”, según hayamos prosperado (1Co. 16:2). Es un asunto de conciencia entre la persona y el Señor, no obstante debemos pensar en la necesidad de la obra local/misionera, pastoral, y la ayuda a otros hermanos y los necesitados. Dios ama al que da con alegría y no por mera obligación (2 Co. 9:7) . Muchas iglesias sanas en doctrina al huir de la “enseñanza del falso evangelio de la prosperidad”, se han ido al otro extremo de no enseñar nada (o muy escuetamente) acerca de las ofrendas para no herir la susceptibilidad de la gente. Pero es necesario recordar al pueblo de Dios que varios que están en la falsa doctrina y el engaño dan mucho por “avaricia” ¿Acaso un entendimiento correcto del evangelio no nos llevaría a ser más dadivosos con el Señor? ¡Recordemos cómo esto funcionaba en la iglesia primitiva y tendremos un buen entendimiento de la ofrenda! La obra del evangelio debe avanzar con una predicación correcta y apasionada de la Biblia. Para llevar a cabo la obra del Señor surgirán necesidades espirituales tanto como materiales. El cristiano maduro debe entender que el servicio al Señor involucra todas las esferas de nuestra vida. Pues de eso se trata el evangelio, de darlo todo por Cristo.

 

Alejandro Riff