¿Por qué la iglesia evangélica actual necesita una Reforma como hace 500 años?

¿Por qué la iglesia evangélica actual necesita una Reforma como hace 500 años?

O haced el árbol bueno y su fruto bueno, o haced el árbol malo y su fruto malo;
porque por el fruto es conocido el árbol.
(Mateo 12:33)

 

La primera reforma: «Protestando contra el catolicismo romano»

Cuando hablamos de la Reforma del siglo XVI, personas como Martín Lutero creían en una reforma de la iglesia católica. De hecho, en las 95 tesis que clavó en la puerta de la abadía de Wittenberg, si bien desataron la polémica de la iglesia católica por el tema de la venta de indulgencias, eran, al principio, un poco condescendiente en el sentido que no menciona una ruptura total con la iglesia católica por todos sus males.

En tiempo transcurrió y en un muy corto plazo Lutero estaba en la lista negra de la inquisición católica romana. Martín Lutero empezó a predicar de una manera apasionada la justificación solo por la fe, y a denunciar los engaños del catolicismo en una abanico más grande, más allá de la venta de indulgencias (que mencionó en sus tesis). Esto ocasionó, como con todos los reformadores, una salida de la iglesia católica, una separación definitiva.

A diferencia de lo que algunos piensan erróneamente, lo que sucedió con los reformadores no fue que quisieron cambiar la iglesia católica romana, sino continuar con la verdadera iglesia católica, en el sentido que católico se entiende por «universal». Es decir, la única iglesia universal de Cristo. Si bien, se lo llama «reforma», no debe ser entendido como alguien que «reforma una casa»derribando paredes, edificando otras, o dándole una mano de pintura para seguir viviendo allí. Es más bien alguien que se fue de casa para nunca mas volver.

Por eso, a los que iniciaron el movimiento reformador se los conoce con el término «protestantes», ya que su protesta fue contra la iglesia católica. Más tarde, en América Latina, el cristianismo protestante pasó a denominarse popularmente como «cristianismo evangélico». Muchos evangélicos quieren diferenciarse de los protestantes, como que fueran dos cosas diferentes, pero esto es hacer caso omiso de la historia. La Reforma protestante dio lugar a las confesiones de fe históricas (Westminster, Bautista 1689, Belga etc.) cuyos postulados fueron tomados, más que menos, por la declaración doctrinal de diferentes denominaciones.

La segunda reforma: ¿Una reforma en contra de la corriente evangélica popular?

Si bien el siglo XX fue positivamente un siglo de evangelización en América Latina donde se fundaron muchísimas iglesias producto de la labor misionera, también llegando a finales del siglo hubo una degradación paulatina de la fe evangélica, con falsas doctrinas  que carcomieron a la iglesia «como gangrena» (comp. 2 Ti 2.17). Curiosamente, estas falsas doctrinas y engañadores tienen un paralelismo notable con los problemas que tuvieron que lidiar los reformadores del siglo XVI. Satanás puede cambiar sus estrategias, pero no sus objetivos, que siempre son tratar de pervertir el evangelio.

Hagamos una comparación del engaño católico del siglo XVI con el engaño del «movimiento apostólico y de prosperidad», que infiltra a muchos evangélicos en el siglo XXI. También contemplaremos algunas prácticas neoevangélicas de nuestro tiempo.

10 SIMILITUDES ENTRE EL CATOLICISMO DE SIGLO XVI Y EL NEOEVANGÉLICO DEL SIGLO XXI

Católicos XVI: Vendían certificados para perdonar pecados y asegurar la vida eterna (indulgencias).
Neoevangélicos XXI: La bendición de Dios es a cambio de pactos de dinero y diezmos.

Católicos XVI: El papa era incuestionable e infalible en todo lo que decía.
Neoevangélicos XXI: Los falsos apóstoles y pastores no rinden cuentas ni son cuestionados por sus miembros bajo la excusa de «no toques al ungido«.

Católicos XVI: El clero vivía en la opulencia y el lujo, mientras que la gente vivía en la miseria.
Neoevangélicos XXI: Muchos pastores viven una vida avara, llena de dinero que recolecta de la gente, y a esto lo llaman «la bendición de Dios«, ignorando el estilo de vida simple y sencillo que vivieron Cristo y sus apóstoles.

Católicos XVI: Grandes sumas de dinero eran destinadas a construir imponentes basílicas en pueblos muy humildes con casas precarias.
Neoevangélicos XXI: Hay una desmedida ambición por ver quién tiene el templo más grande y lujoso.

Católicos XVI: Hacían que las personas confiaran en «reliquias», que eran objetos santificados a los cuales se les atribuía alguna clase de poder.
Neoevangélicos XXI: Derraman aceite en un sentido supersticioso, utilizan objetos bendecidos.

Católicos XVI: No se predicaba la Palabra de Dios, el sacerdote daba las espaldas al pueblo y pronunciaba una misa en latín.
Neoevangélicos XXI: Si bien tienen la Biblia, los pastores dan discursos motivadores carentes de exposición bíblica. Aunque no se hable latín, el pueblo queda sin el beneficio de la predicación expositiva de la Biblia.

Católicos XVI: Colocaban la tradición de la iglesia a la misma altura de autoridad que la Biblia.
Neoevangélicos XXI: Pastores colocan sus propias profecías y supuestas revelaciones compitiendo con la Biblia misma. La gente toma sus palabras como si fueran de Dios.

Católicos XVI: Cualquiera que se oponía o dejaba la iglesia católica era «anatemizado» (maldecido).
Neoevangélicos XXI: A cualquiera que se opone a la denominación o iglesia se le quita lo que llaman «la cobertura», con amenazas de caer en manos del Diablo y de recibir maldiciones de todo tipo, manteniendo cautiva a las personas bajo este temor.

Católicos XVI: Anti-intelectualismo bíblico: prohibían la traducción y lectura libre de la Biblia bajo el argumento que la gente se iba a confundir. Solo la iglesia católica era la única autoridad para interpretar las Escrituras.
Neoevangélicos XXI: Anti-intelectualismo bíblico: bajo la descontextualización de «la letra mata más el Espíritu vivifica«, desalientan a las personas en el estudio profundo de las Escrituras diciendo que se es más espiritual al ser guiado por el Espíritu. También hay un temor servil  a las interpretaciones propias de la Biblia por parte del pastor o movimiento.

Católicos XVI: Los sacerdotes se ponían como un intermediario entre Dios y la persona con la autoridad de absolver pecados y dictar penitencias.
Neoevangélicos XXI: Dependencia excesiva de sus líderes. Muchas veces los pastores amenazan a las personas si no lo obedecen, controlan sus vidas, manipulan sus relaciones familiares y hasta controlan sus finanzas por medio de una rendición de cuenta por parte del miembro.

ALGUNOS ERRORES NUEVOS

Además de lo mencionado, los neoevangélicos suman una gama diversa de otros errores que se agregan a la lista. Podemos mencionar:

  • Misticismo en sus cultos: hablar en lenguas desordenadamente, borrachera del espíritu, desmayos, expulsión de demonios.
  • Paganismo musical por medio de cantantes y salmistas que se transforman en ídolos para la gente.
  • Pragmatismo: utilizar cualquier medio, show y espectáculos para atraer gente, dejando de lado la suficiencia del evangelio en sí mismo.
  • Sicología: Autoayuda, pensamiento positivo. No se denuncia al pecado como el principal problema de la humanidad.
  • Curanderismo «en nombre de Jesús»: sanidades que no tienen paralelo bíblico con lo efectuado por el Señor Jesús y los apóstoles.

La necesidad de una nueva reforma para volver al verdadero evangelio

Muchos «evangélicos» han dejado el evangelio paradójicamente. La consecuencia de todo lo expuesto anteriormente es que las personas no conocen verdaderamente quién es Dios, sus atributos y el plan salvador en Cristo Jesús. Cuando se les pregunta de su salvación, no hay una idea de sustitución de vida y muerte de Cristo por el pecador. Hay un mal entendimiento de la persona del Espíritu Santo en su función, y la gente no experimenta el nuevo nacimiento porque no le llega la fe que viene por el oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17).

Toman a un falso Cristo, hecho a la imagen de los hombres, como alguien que los sana y prospera en su vida física y material. No conocen lo que es ir en humillación a Cristo para pedirle perdón por sus pecados, y si lo hacen es algo tan superficial que no llega a la categoría de cristianismo. No tienen un nuevo corazón, porque no fue regenerado por el Espíritu Santo. Concurren a los cultos y actividades de la iglesia, pero aún viven en el pecado de la avaricia, la lujuria, el engaño. El testimonio personal y de sus hogares no se diferencia del mundo incrédulo, a no ser porque llevan una vida religiosa de diversas actividades sociales. Están siempre «ocupados» en actividades de iglesia, pero nunca «preocupados» por lo que dice la Biblia respecto a todo lo que se enseña y practica en dicha iglesia.

¿Qué deberían hacer aquellas personas que en verdad sienten dolor por estas cosas y están angustiados por las injusticias de este tipo de iglesias? 

Dios llama como en todos los tiempos a sus ovejas con su Palabra, la Biblia. La persona que empieza a estudiar y leer la Biblia en serio, muy pronto se dará cuenta del engaño del lugar donde está. A medida que conocen la verdad de las Escrituras, esa misma verdad los liberta (Juan 8:32). Por el contrario, aquellos que no aman la verdad permanecerán ciegos en este tipo de iglesias (2 Corintios 4:4).

Concluyo con algunas recomendaciones para esta llevar a cabo esta nueva reforma bíblica.

¿Vas a alguna iglesia que ha dejado el evangelio de lado y a Cristo como el centro?

  • Si ves que se quebranta la Palabra de Dios, no calles, sé valiente y testifica a tu iglesia acerca de la verdad del evangelio.
  • Si ves que la gente no cambia su vida (a pesar de creer tener a Cristo en su corazón) háblales del nuevo nacimiento y de la justificación por la fe, estas dos doctrinas siempre han despertado a la iglesia a través de los tiempos.
  • Habla con mansedumbre y firmeza con los líderes y pastores de tu iglesia, si crees que se están desviando bíblicamente.
  • Si crees que hay prácticas incorrectas en la iglesia, no participes de ellas yendo en contra de tu conciencia cristiana y de lo que la Biblia dice; no consientas el error por amoldarte a la mayoría.
  • Estudia la Biblia, ora, y pide la guía de Dios de cómo debes hablarle a tu iglesia para que esta tenga una reforma.

Si todo esto no funciona, a pesar de todos los intentos, sal de esa iglesia, pero que sepan que es por causa de la Palabra de Dios y por tu fidelidad a Cristo y busca un lugar donde haya una iglesia o hermanos de un mismo sentir bíblico.

Después de todo, muchos reformadores fueron perseguidos, expulsados de sus comunidades y maldecidos por gente religiosa; pero ellos llevaban el vituperio por causa de Cristo con sumo gozo. Podían enfrentar todos los errores y engaños de Satanás; como decía Lutero:

A menos que yo estoy convencido por la Escritura y la razón normal, mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios. No puedo y no voy a retractarme de nada, porque ir contra la conciencia no sería ni justo ni seguro. Que Dios me ayude. Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa.

A 500 años de la primera Reforma, Dios levanta de nuevo una voz bíblica para regresar al verdadero evangelio y la sana doctrina.

¡Feliz 31 de octubre!

Solo Cristo, solo la fe, solo la gracia, solo las Escrituras, ¡solo a Dios la gloria!

Alejandro Riff