Leer este artículo presupone conocer tanto el término «reformado» como «continuista», pero creo que no está demás explicar brevemente el significado de cada uno a manera de diccionario.
Reformado: Es aquel que se identifica con los principios doctrinales del cristianismo de la Reforma del siglo XVI y con algunas de sus confesiones de fe (Belga, Westminster, Bautista 1689 etc.).
Continuista: Es aquel que cree en la continuidad de los dones del Espíritu Santo, es decir, que cree que en la era actual se mantienen vigentes dones tales como profecías, lenguas, visiones y otras manifestaciones del Espíritu Santo dadas en la iglesia del primer siglo.
Vivimos en un tiempo donde las definiciones importan poco. Este mundo parece ir hacia una destrucción del lenguaje y su significado. Personas con convicciones son vistas como raras y extremistas, ¿será acaso que los cristianos no podemos definir las cosas por su nombre, sino que tenemos que acoplarnos a la corriente heterogénea de este mundo?
LAS DEFINICIONES IMPORTAN
Creo que hasta el mundo se daría cuenta que no se puede ser «profamilia» y «proaborto» al mismo tiempo, o «capitalista» y «comunista» a la vez. Esas palabras tienen un trasfondo y un pensamiento definido de cómo ves la vida, la sociedad o la economía. De la misma forma se han definido términos en teología a los cuales no podemos disociar del significado y trasfondo doctrinal que representan.
Si las definiciones no importan, la verdad ya no importa. El mundo trata de redefinir (o como ellos dicen «deconstruir») todas las cosas. Lo mismo está haciendo hoy el cristianismo considerado ortodoxo: redefine términos para que todo encaje con la experiencia eclesial actual. El mundo siempre ha sido caótico, el mundo posmoderno aún más. Esta posmodernidad donde no hay absolutos, sino que todo es relativo (hasta el lenguaje) está afectando a la iglesia también.
EL CONTINUISMO CONTRADICE LA SOLA SCRIPTURA
Las llamadas «5 Solas de la Reforma» representan una posición doctrinal en cada uno de sus cinco aspectos. Por ejemplo al decir «sola fide» (solo la fe) hace una separación con la iglesia católica (o cualquier otra creencia similiar) que argumenta que la fe sola no alcanza como medio para justificar al pecador, sino que además agrega la pertenencia a la iglesia católica y las buenas obras. De la misma manera al decir «sola scriptura» (solo la Escritura) se está diciendo que no tenemos otra fuente de revelación y autoridad más que la Biblia.
Si se acepta que actualmente hay sueños, visiones o profecías como fuente de revelación, ya sea para nuestra vida personal o para la vida de la iglesia, ya no sería una creencia «sola scriptura«, sino la Escritura y «algo más». Esto estaba muy claro en la época de la Reforma y la de los puritanos. John Owen decía: «Si las revelaciones privadas concuerdan con la Escritura, no son necesarias, y si no concuerdan, entonces son falsas”. Nótese la ironía de Owen: «si las revelaciones privadas concuerdan con la Escritura«. Seguramente en su tiempo había personas que le habrían dicho para justificar su continuismo: ¿Que hay si nuestras profecías, sueños o visiones no contradicen la Biblia, acaso no serían válidos? Owen les dijo: «no son necesarios«. Cuatro siglo después los reformados les decimos las mimas palabras a coro a los continuistas: vuestras supuestas revelaciones no son necesarias.1Lo mismo podría aplicarse al llamado «pentecostalismo reformado».
Sin embargo, muchos hoy argumentan que el continuismo es compatible con la fe reformada, habría que preguntar a los tales qué interpretan por la palabra «sola». Si se acepta que la «sola scriptura» como fuente de revelación puede tener paralelamente algo más, entonces tendríamos que redefinir las otras «cuatro solas». Sería, entonces, «la fe» y algo más; «Cristo» y algo más; «la gracia» y algo más. En tal caso dejarían de ser las «solas» de la Reforma.
EL CONTINUISMO CONTRADICE LAS CONFESIONES DE FE REFORMADAS
Como pastor bautista 1689 no puedo hacer otra cosa que citar mi confesión, la cual no difiere con Westminster en este punto: » (A Dios) le agradó poner por escrito esa revelación en su totalidad, lo cual hace a las Santas Escrituras muy necesarias, habiendo cesado ya las maneras anteriores por las cuales Dios revelaba su voluntad a su pueblo«.
Hay que entender que la confesión no dice que la Biblia es una «revelación más escrita de Dios» (pudiendo revelarse de otras formas además), sino que dice que la revelación de Dios al hombre ha sido puesta por escrito en su totalidad. Y después aclara: «habiendo cesado las maneras anteriores«, ¿y qué sería esto sino los sueños, visiones y profecías? La Confesión Belga (que es anterior a las dos mencionadas) también nos habla en el capítulo 7 acerca de que las Escrituras son suficientes: «Creemos que esta Santa Escritura contiene en forma total la voluntad de Dios«.
Que Dios pueda expresar su voluntad aparte de su Palabra es un pensamiento ajeno a la Reforma. No porque Dios no pueda hacerlo o haya disminuido su poder, sino porque luego de la muerte de los apóstoles creemos que Él ha concluido el canon de su Palabra. Si la profecía sigue vigente el canon sigue abierto entonces. ¡Echemos por la borda no solo las confesiones de fe sino también los concilios de la iglesia del siglo IV y V! El continuismo contradice la doctrina histórica que ha tenido la iglesia de Cristo.
CONCLUSIÓN
El «continuismo reformado» podrá ser moderado hoy como una pequeña planta que crece ante el amparo de la mirada complaciente de otros hermanos confesionales y reformados que buscan la mesura y la misericordia (y por supuesto, la unidad), pero no cabe duda que dentro no mucho tiempo será un problema dentro de las filas reformadas. Si los términos ya no son lo que son, vamos hacia un cristianismo reformado posmoderno e impreciso en sus definiciones. Otros, seguiremos llamando las cosas por su nombre. No podemos sacrificar la sola scriptura en el altar de la unidad cristiana.
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