Muchas veces veo en Facebook, posts describiendo a un político en su ineficacia, corrupción, falta de moral etc. Increíblemente pienso que están hablando de mi país y sus dirigentes, pero para sorpresa mía, al llegar al final del post me doy cuenta que la publicación es de gente de otro país y está hablando de «otros dirigentes». ¿Cómo puede la descripción coincidir tanto? (Me pregunto). Es allí cuando me recuerdo a mí mismo que vivimos en un mundo caído de pecado donde el mismo no conoce fronteras.
Por otro lado, me lleva a pensar inmediatamente en el Evangelio, que además de no tener fronteras es «poder de Dios para salvación» (Romanos 1:16). O sea que todo lo que publique del Evangelio (aunque sea un solo texto de la Biblia), está respaldado por el poder de un Dios soberano, infinito, gobernador del universo y del mundo cuyas naciones son «como nada» delante de su presencia (Isaías 40:17).
Todos nos sentimos politólogos, sociólogos y economistas durante el día, y la desazón que produce el mundo en que vivimos nos lleva a «postear nuestro descontento». No estoy queriendo decir que los cristianos no debemos opinar de política. Lo que digo es que luego de postear nuestro desencanto político (y lo digo por experiencia propia) 30, 50 o 100 likes no hacen demasiada diferencia en el mundo en que vivimos, aparte de dejar nuestra alma con sed, una sed justiciera que se calma en el momento del post, pero que vuelve a la hora ante otro hecho de injusticia en este mundo.
En cambio, el compartir el Evangelio, es compartir «palabras de vida eterna» (Juan 6:68).
Quién sabe a qué persona en la red la Palabra de Dios puede impactar su corazón.
Quién sabe si hay fiesta en los cielos por un pecador que se arrepiente gracias a una publicación bíblica que hicimos.
Quién sabe si un hermano abatido y triste es levantado por la Gracia de Dios por un artículo de aliento que publicamos.
Quién sabe si muchos salen del engaño y el error doctrinal para ir hacia la Verdad que es Cristo.
No dejes que la red social sea solo un canal para compartir tu frustración (vanidad de vanidades, todo es vanidad). Comparte el Evangelio, porque eso, solo eso, y nada más que eso, tiene trascendencia eterna.
…He llenado todo del evangelio de Cristo (Romanos 15:19)
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