¡Entretenidos hasta la muerte!

¡Entretenidos hasta la muerte!

Uno de los mayores problemas de las últimas generaciones ha sido su adicción al entretenimiento. Los adelantos tecnológicos como Internet, las tables y los smartphones posibilitan un sin fin de experiencias entretenidas. Niños y adolescentes se hacen dependientes de estos medios y no admiten un «no» como respuesta de parte de sus padres (cuando estos quieren retirárselos).

Por otro lado, estos «ansiolíticos tecnológicos» permiten a los padres desligarse de sus hijos. Muchos veces para hacer tareas o trabajos, y otras veces para buscar ellos mismos entretenimiento y distracción. La televisión con sus series y películas son otros cautivadores de la atención de los adultos. Las redes sociales proveen a los jóvenes de horas y horas de información sobre vidas con las cuales ni siquiera tomarán contacto en la vida real.

La lujuria, la excitación de los sentidos, las imágenes, los videos, los emoticones, los memes, los juegos en línea, la velocidad con que se salta de una información a la otra, lleva a tener vidas aceleradas y entretenidas… hasta la muerte.

Ahora muchas personas despiertan en medio de este aturdimiento… y dicen: «Voy a ir a la iglesia a buscar un poco de paz y tranquilidad en Dios«. ¿Y qué encuentran en muchas  iglesias? ¡Más ofertas diversión! Lo que comento no son suposiciones. He visto en mi ciudad la «iglesia circo», teatro de todo tipo, gente que danza, gente que se viste de payaso, pastores disfrazados de super héroe etc. Aún iglesias que parecían «conservadoras» atraen a las personas por sorteos, regalos, show musicales y todo lo que venga a la mano para hacer «el Evangelio algo más divertido».

El mundo va camino al infierno tras su diversión, y la iglesia se avergüenza de presentar a Jesús y el mensaje de la cruz «porque esto no es divertido a los oyentes». Ciertamente vivimos en un mundo muy, muy malo, y en un tiempo de decadencia de parte de quienes tienen en sus manos la Palabra de Verdad.

Sin embargo la Biblia sigue clamando respecto a sí misma que es dulce al alma:

Salmos 19:10 Dulce más que miel, y que la que destila del panal.

Salmos 119:103 ¡Cuan dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.

La iglesia que se ha desviado el Evangelio sigue pensando que tiene darle a los pecadores las «dulces cucharadas del entretenimiento» para luego meterle de sorpresa la «amarga cuchara del Evangelio». Creen que tiene que engañar con dulces a niños que tienen que tomar una amarga medicina. Esto demuestra cuánto se ha alejado de la suficiencia en la Escrituras.

La respuesta bíblica es ¡No! ¡Mil veces no! Porque su Palabra seguirá salvando almas. Porque el Evangelio de Cristo será siendo dulce al alma que lo busca. Por el mensaje de Dios llegará como siempre a niños y a grandes. ¿Acaso nos parece cosa extraña que a niños y grandes se les leyó el libro de Dios durante medio día? (Nehemías 8). ¿Es este un milagro del Antiguo Testamento irrepetible acaso para nuestros días? ¿Será que familias enteras pueden congregarse un domingo para escuchar la Palabra de Dios sin caer en un mar de bostezos y cabeceos de sueño? ¿Será que habrá jóvenes deseos de la Biblia tanto como de la música que escuchan en sus celulares?

A pesar de todo la oferta y la competencia de entretenimiento que ofrece el mundo, seguirá habiendo iglesias que abran la Palabra de Dios como fuente de gozo y salvación al alma. Mientras haya iglesias arrulladas al son del entretenimiento (y dormidas espiritualmente), otras despertarán y presentaran a Cristo glorioso como el deleite del alma.

El mundo impío seguirá entretenido hasta la muerte, y muchas veces llevado de la mano del falso evangelio.

Pero los creyentes verdaderos siempre encontrarán su deleite pleno en Dios. ¡El gozo que experimentan en esta tierra será la antesala de la eternidad! Cuando se predique el glorioso Evangelio (sin las supuestas «mejoras de diversión») veremos familias enteras gozosas a los pies de Cristo. Más gozosas que aquellas que están felices frentes a sus pantallas de contenido vanal.

Salmos 43:4 Y entraré al altar de Dios, al Dios alegría de mi gozo

Alejandro Riff