Entendiendo el doble llamamiento: El externo y el interno

Entendiendo el doble llamamiento: El externo y el interno

Se ha escrito mucho en la teología reformada acerca del doble llamamiento que existe cuando se predica el evangelio a los pecadores, por lo tanto no pretendo agregar nada nuevo en materia de teología, pero sí dar un explicación sencilla del tema y también hacer prevención de algunos desvíos de nuestra época.

DEFINICIÓN: ¿Que él el llamamiento externo e interno en la predicación del evangelio?

Encontramos enunciados estos dos conceptos en la «Declaración de Fe Bautista de 1689», capítulo 20, inciso 4:

Aunque el evangelio es el único medio externo para revelar a Cristo y la gracia salvadora, y es, como tal, completamente suficiente para este fin,1 para que los hombres que están muertos en sus delitos puedan nacer de nuevo, ser vivificados o regenerados, es además necesaria, en toda alma, una obra eficaz e insuperable del Espíritu Santo, con el fin de producir en ellos una nueva vida espiritual; sin ésta, ningún otro medio puede efectuar su conversión a Dios.2
1. Ro. 1:16,17. 2. Jn. 6:44; 1 Co. 1:22-24; 2:14; 2 Co. 4:4,6.

Por lo tanto podemos definir sencillamente:

LLAMAMIENTO EXTERNO: Es el que se hace por medio de la predicación audible (sonido de la voz) o legible  (lectura o lengua de señas en caso de los sordos) del mensaje del evangelio.

LLAMAMIENTO INTERNO: Es el que realiza el Espíritu Santo, un llamamiento eficaz que no puede ser rechazado, realizado a los elegidos, y que obra la regeneración en ellos.

Ahora esta es una pregunta que todo creyente (y más si es predicador) debe hacerse:

¿Es importante que yo entienda la doctrina del llamamiento externo e interno? ¿En qué afectará en mi forma de predicar y entender el evangelio?

La respuesta es que es de vital importancia entender esto para la predicación bíblica y correcta del evangelio.

Se podría catalogar, solo a fines prácticos, cuatro grupos de personas que asumen posiciones diferentes en cuanto a este tema:

1- Los que basan su predicación en un llamamiento externo rechazando el llamamiento interno (del punto de vista de la eficacia o irresistibilidad).

2- Los que creen en ambos llamamientos, pero tienen reservas en cuanto a la doctrina de la elección, y por lo tanto una confianza débil en el llamamiento interno.

3-Los que dan todo su énfasis al llamamiento interno, y dan poca importancia a la forma de expresar el llamamiento externo (evangelización tibia).

4- Los que creen que ambos llamamientos son dependientes uno del otro, por lo tanto un énfasis en la evangelización del llamamiento externo con la confianza puesta en el interno (obra del Espíritu Santo).

A continuación desarrollaré brevemente estas posiciones, y qué consecuencias tienen en la evangelización.

 

1- LOS QUE BASAN SU PREDICACIÓN EN UN LLAMAMIENTO EXTERNO

El mal de nuestra época se caracteriza por predicaciones basadas en la decisión del hombre. Adulan a los pecadores con palabras que  suenen bien a sus oídos donde el evangelio pasa a ser un «bendición que ellos deben reclamar». Este tipo de predicaciones tienen un bajo contenido de exposición bíblica, un llamado tibio o nulo al arrepentimiento, y un gran énfasis sentimental en tomar «la decisión de ir a Cristo». Si bien ellos apelan a la fe, no es la fe que viene del oír la Palabra de Dios, la cual es la verdadera (Romanos 10:17). En esta posición el Espíritu Santo es la recompensa de ser «investido de poder» producto de la fe del hombre en vez de ser el medido eficaz por el cual los hombre son convencidos de pecado (Juan 16:8). Los versículos bíblicos son más bien usados por excusa para decir que usan la Palabra de Dios, pero en realidad prima las palabras del predicador, su carisma, y arte para manipular las emociones. Si bien puede decirse que se cataloga esta teología dentro del «arminianismo», han ido, a mi entender, mucho más allá que los postulados del siglo XVI de Jacobo Armino, siendo un falso evangelio solo basado en las emociones  de carácter antropocéntrico (el hombre es el centro de su sistema). Ponen en relieve  el amor de Dios, pero no la justicia de Dios que es tan perfecta como su amor. Por lo tanto, todo es basado en las bendiciones y milagros que los pecadores pueden recibir de Dios, antes que mostrar por medio de las Escrituras su estado perdido y por ende la obra de Cristo es menospreciada en su esencia. El Señor Jesús dijo:  Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos (Mateo 9:12 ). Un sistema donde no se muestra el pecado, y la condición del pecador, es otra forma de decir «no necesitas médico». Ante la ausencia de contendido Bíblico, el Espíritu Santo no puede (siendo consecuente con su naturaleza) realizar una obra de llamamiento interno a los corazones. El Espíritu Santo sólo puede hacer su llamado interno cuando el llamado externo es por medio de la Biblia.

 

2- LOS QUE CREEN EN AMBOS LLAMAMIENTOS, PERO TIENEN SUS RESERVAS EN CUANTO A LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN

Muchos se identifican con un calvinismo de cuatro o tres puntos (que como siempre digo, visto de la vereda del frente, es un arminianismo de uno o dos puntos).
Es decir, en el llamamiento externo hacen una buena exposición bíblica por medio de un llamado al arrepentimiento y a la fe, pero en cuanto al llamamiento interno creen que el hombre tiene la decisión final de «rechazar» o «aceptar» el evangelio, y que el Espíritu Santo es un colaborador que actúa sinérgicamente con la voluntad del hombre. Si bien se pone la confianza en la Palabra de Dios, la obra de Cristo y el poder del Espíritu Santo, en el fondo se cree que en el hombre hay un remanente de voluntad (libre albedrío) suficiente para aceptar el mensaje del evangelio. Esto es el clásico dicho: Dios hizo el 99% de tu salvación y tu contribución del 1% es creer. Esta posición ha sido asimilada por muchas denominaciones e iglesias independientes en una reacción más bien de temor quizá ante malos ejemplos hipercalvistas, y han optado por creer en una «elección» solo por «presciencia» (la cual es condicionada a la voluntad del hombre en última instancia) y en una redención universal que sólo es aplicada efectivamente a los que creen. Esta postura si bien quiere ser una conciliación entre los pasajes «aparentemente» discrepantes de las Escritura entre «libre voluntad» y «elección soberana», no lo es. Si en última instancia hay una capacidad innata y escondida en el hombre de ir a Cristo por libre voluntad, entonces el hombre no es totalmente depravado (punto uno del calvinismo), sino en parte. Si la elección se basa sólo en el conocimiento futuro de Dios de aquellas personas que «elegirían a Cristo como su salvador personal», entonces la elección no es de Dios en términos absolutos (punto dos del calvinismo). Si la muerte de Cristo fue universal, entonces se pagó un precio desperdiciado por aquellos que rechazan el evangelio (el punto 3 del calvismo es la redención particular). Todos estos miembros de la fórmula matemática propios de esta postura, dan como resultado de la ecuación que el Espíritu Santo no hace un llamado irresistible en forma interna. Por lo tanto la evangelización externa es el plato de la balanza que sube por encima (aunque ligeramente) del llamamiento del Espíritu Santo el cual se cree a medias (o al 99% digamos).  Muchas iglesias antiguamente conservadoras,están cambiando el mensaje de «arrepentimiento y fe» por un «recibe a Jesús», levantando la mano o pasando al altar. He visto cómo muchas iglesias hasta utilizan el ambiente sentimental de la música de fondo, una luz tenue, y vos melosa del predicador que llama al arrepentimiento. Sin duda estos han emprendido un éxodo a nuevos mares de incertidumbre. Por otro lado encuentro iglesias sanas en doctrina (que son cada vez menos) con una predicación centrada en Cristo, y un llamado muy claro al arrepentimiento y fe, con los cuales me gozo que así sea. Esto lo digo con el más profundo respeto que merecen muchas iglesias independientes/asambleas que sostienen esta posiciones.  Pero pienso que no les hará mal rever el tema acerca de las doctrinas de la gracia en sus cinco puntos. No será una pérdida ni un compromiso de abandonar verdades antiguas, sino todo lo contrario, una reafirmación del antiguo evangelio.

 

3- LOS QUE DAN TODO SU ÉNFASIS AL LLAMAMIENTO INTERNO

Hay una rama del calvinismo llamada «hiper-calvinismo» que ha caído en un fatalismo en cuanto a esta posición. Nadie por supuesto se identifica como un «hiper-calvinista», pero bajo la apariencia de calvinismo desarrollan una doctrina muy destructora que distorsiona la obra de evangelización. Muchos de esta forma de pensamiento concluyen que la si la obra de regenerar los corazones es exclusiva del Espíritu Santo, entonces el énfasis que yo ponga en la predicación no es importante. Muchas veces este hiper-calvinismo está más concentrado en la forma «que no se debe predicar» más que en la forma en que «sí se debe predicar». Como no es del «que quiere ni del que corre» (Romanos 9:16) usan esto como excusa para predicar la grandes verdades del evangelio de forma tibia y hasta casi indiferente. Cuando no, los intentos y proyectos de buscar a los perdidos son relegados a la apologética. Según ellos, hay mas gozo en el cielo por ganar una disputa teológica, que por un pecador que se arrepiente (Lucas 15:7). Según esta postura, la expectativa no está en ser «pecadores de hombres» (Mateo 4:19, Marcos 1:7) sino en que los peces salten por sí solos a la orilla o dentro del barco. La predicación de la salvación en boca de los que piensan así se vuelve torpe, condicionada, y hasta condenatoria.  La doctrina de la elección incondicional es una gran verdad revelada por Dios, pero puestas en manos humanas sin el discernimiento del Espíritu Santo, es un arma de devastación antes que de salvación.

 

4- LOS QUE CREEN QUE AMBOS LLAMAMIENTOS SON DEPENDIENTES UNO DEL OTRO

Dios es soberano y podría llamar a las almas de cualquier modo externo, pero él mismo determinó que este llamamiento sea por la predicación de su Palabra (1ra Corintios 1:21). El llamamiento interno del Espíritu Santo no es independiente de la predicación externa. La predicación externa sólo debe basarse en la Biblia, como lo expresa la confesión bautisa de 1689, capítulo 6, inciso 6:

Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria, la salvación del hombre, la fe y la vida, está expresamente expuesto necesariamente contenido en las Sagradas Escrituras; a las cuales nada, en ningún momento, ha de añadirse, ni por nueva revelación del Espíritu ni por las tradiciones de los hombres (2 Ti. 3:15-17; Dt. 4:2; Hch. 20:20,27; Sal. 19:7; 119:6,9,104,128).

Ahora si bien la confianza debe ser puesta en la obra eficaz del Espíritu Santo, la predicación o llamamiento externo debe ser por el poder de ese mismo Espíritu Santo (Hechos 1:8).

Los que compartimos esta posición de fe reformada, coincidimos en que la predicación externa, si bien es un llamado a los escogidos antes de la fundación del mundo (Efesios 14), es una tarea de la iglesia  la de cumplir con la gran comisión (Mateo 28:19). En esta tarea debemos emplear todas nuestra fuerzas, energías e intelecto, pero ¿por qué debería ser así? Aquí está la gran diferencia: Yo podría emplear todas mis fuerzas en tratar de lograr un «decisión por Cristo» en las almas, o podría emplear todas  mis fuerzas en proclamar la verdad revelada tal cual está en el evangelio, y de esta forma llamar a las almas a la salvación en Cristo. Hay una sutil diferencia entre ambas posiciones. Una pone sus expectativas en la decisión del hombre, la otra en la soberanía de Dios.

En resúmen, en la primer postura se alberga en el fondo del corazón la esperanza de que el hombre «acepte» nuestra predicación evangelio, en la segunda postura se alberga la esperanza de que «Dios obre» llamando a sus elegidos por medio de nuestra predicación evangelio.

 

TRES EJEMPLOS PARA ILUSTRAR AMBOS LLAMAMIENTOS

Vamos a plantear un caso hipotético. Supongamos que aparte de nuestros ojos físicos tuviéramos una visión espiritual que pudiera ver cómo las personas son salvadas.
Hagamos de cuenta que somos un espectador neutral que pude ver en el plano físico tanto como en el espiritual, cuando un predicador le da el mensaje de salvación a un pecador que se convierte.

Juan 6:37  Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no lo echo fuera.
A) Plano espiritual: El alma «dada por el Padre» (escogida) va a Cristo irresistiblemente.
B) Plano físico: El alma escucha la palabra de Dios y se presenta a Cristo en arrepentimiento y fe (y este, no lo echa fuera).

Apocalipsis 22:17 …Y el que tiene sed, venga; y el que quiere, tome del agua de la vida de balde.
Romanos 9:16 Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
A) Plano espiritual: Por naturaleza el hombre no desea a Dios. Por misericordia Dios pone el deseo (como una sed) de ir a él.
B) Plano físico: No hay ningún impedimento para que los que tengan «sed del agua de vida» acudan al salvador. Pero recordemos «Quién»  es el que despertó esa sed.

Juan 6:44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trajere; y yo lo resucitaré en el día postrero.
Juan 7:37 Mas en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
A) Plano espiritual: Van a Cristo los que el Padre en su voluntad quiere y lleva por medio de su llamamiento interno.
B) Plano físico: Jesús llama a los hombre de forma externa que vayan a él para recibir salvación.

 

SI EL MENSAJE DEL EVANGELIO PUEDE SER RECHAZADO: ¿SIGNIFICA QUE NO EXISTE UN LLAMAMIENTO EFICAZ?

A menudo, muchos que quieren descartar la doctrina del llamamiento eficaz, utilizan textos como:

Hechos 7:51 Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros.

2Timoteo 3:8 Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos acerca de la fe.

Podemos multiplicar los versículos, tanto del Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, para demostrar que el hombre rechaza a Dios, resiste al evangelio, y menosprecia su Palabra. Pero esto no hace otra cosa que confirmar que si no existiera un «llamamiento interno» de parte de Dios e irresistible, ningún hombre iría hacia él por su libre voluntad pecaminosa. El «llamamiento externo» obviamente es y puede ser rechazado. pero el «llamamiento interno» del Espíritu Santo no.

Romanos capítulo 9, y en especial los versículos 19 al 24 nos muestran muy claramente como actúa Dios en el llamamiento eficaz de los escogidos:

Me dirás, pues: ¿Por qué, pues, se enoja? porque ¿quién resistirá a su voluntad?
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? Dirá el vaso de barro al que le labró: ¿Por qué me has hecho tal?
¿O no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro para vergüenza?
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notoria su potencia, soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira preparados para muerte,
y para hacer notorias las riquezas de su gloria, mostrólas para con los vasos de misericordia que él ha preparado para gloria;
los cuales también ha llamado, es a saber, a nosotros, no sólo de los judíos, mas también de los gentiles?

 

 CONCLUSIÓN

Es importante tener una clara compresión de la obra de salvación en le llamamiento externo e interno. Si bien no deja de ser un profundo misterio, muchas verdades nos son reveladas en las Escrituras respecto a los principios rectores de cómo Dios efectúa su obra de regeneración.

Ante un hambre por resultados numéricos, muchos predicadores se ven tentados a apresurar a las personas a una decisión externa, antes que a un entendimiento del evangelio. Todo el siglo pasado y parte de este, la «decisión del hombre» ha sido entronizada en el centro de la predicación. Aquel que puede hacer un llamado al altar más sentimental, es considerado como el predicador exitoso.

Es hora de volver a la predicación expositiva de la Palabra, donde Dios sea su centro, y los hombres se humillen bajo su poderosa mano para ser salvos.

 

 Alejandro David Riff

Alejandro Riff