El trípode sobre el que descansa una verdadera iglesia

El trípode sobre el que descansa una verdadera iglesia

La Reforma Protestante identifica tres principios básicos que una iglesia debe cumplir para ser considerada como tal. Es probable que estos principios se hayan extraído de la «Institución de la Religión Cristiana» de Juan Calvino, en donde, en el Libro IV, se habla sobre la «Distinción entre la Iglesia invisible y la Iglesia visible»

…Que tienen el Bautismo como testimonio de su fe; que testifican su unión en la verdadera doctrina y en la caridad con la participación en la Cena; que consienten en la Palabra de Dios, y que para enseñada emplean el ministerio que Cristo ordenó. En esta Iglesia están mezclados los buenos y los hipócritas, que no tienen de Cristo otra cosa sino el nombre y la apariencia: unos son ambiciosos, avarientos, envidiosos, malas lenguas; otros de vida disoluta, que son soportados sólo por algún tiempo, porque, o no se les puede convencer jurídicamente, o porque la disciplina no tiene siempre el vigor que debería. Así pues, de la misma manera que estamos obligados a creer la Iglesia, invisible para nosotros y conocida sólo de Dios, así también se nos manda que honremos esta Iglesia visible y que nos mantengamos en su comunión. (Institución de la Religión Cristiana, libro IV, capítulo 1, inciso 7).1http://www.iglesiareformada.com/Calvino_Institucion_4_1.html

 

En resumen, históricamente, estos tres principios son:

  1. Una correcta predicación de la Biblia.
  2. La adecuada celebración de los sacramentos.
  3. El ejercicio efectivo de la disciplina eclesiástica.

Estos elementos funcionan como un trípode: si falta uno, el conjunto se desestabiliza. De igual manera, si una iglesia carece de alguno de estos aspectos, deja de ser considerada como tal en el sentido estricto del término.

Esto significa que ¿una iglesia puede tener una predicación expositiva de la Biblia pero, si no ejerce la disciplina o no celebra las ordenanzas correctamente, deja de ser iglesia? Así es, aunque no sea lo más común, es una posibilidad.

Es alentador que hoy en día existan cursos sobre predicación expositiva; he asistido a varios y tengo numerosos libros de referencia sobre el tema. Sin embargo, también he observado que es posible elaborar un «sermón decente», mantener un canal de YouTube y, aun así, la iglesia podría carecer de las otras dos características fundamentales.

He constatado que, más allá de una predicación sólida, muchas iglesias bautizan a personas sin cumplir con los requisitos bíblicos o administran la Cena del Señor a incrédulos con muy pocos filtros. Pero lo más frecuente es la falta de disciplina eclesiástica, lo que implica una membresía desordenada y dejar el pecado sin corregir.

Ignorar  eclesialmente corregir el pecado es tan grave como predicar una herejía desde el púlpito.

Esto era parte del problema en la iglesia de Corinto (1 Corintios 5:1-13).

En una era dominada por las redes sociales, y con iglesias publicando predicaciones de todo tipo en línea, cada vez soy más consciente de que no se debería recomendar una iglesia basándose solo en lo que se ve en YouTube o Facebook, o en sermones de podcasts. Aunque a veces parezca la única opción, estoy convencido de que es mejor conocer la iglesia y a sus pastores personalmente. Con tiempo y discernimiento, se puede evaluar si cumple con los otros dos criterios mencionados.

Mi iglesia también publica predicaciones en YouTube, pero la práctica correcta de las ordenanzas y la disciplina se verifica internamente.

Creo que hay un paralelismo con Romanos 10:9, donde la iglesia «proclama con su boca» (a través de las predicaciones en redes sociales) y «cree con el corazón» (viviendo la doctrina que enseña).

Seamos honestos: si alguien puede elaborar un convincente testimonio de conversión, elocuente y sin fisuras, pero su vida contradice su profesión de fe, ¿deberíamos aceptarlo como miembro? Claramente, no.

De igual manera, muchas iglesias parecen contradecir con su práctica eclesial lo que predican.

Como podemos ver, la predicación es importante, pero es solo uno de los tres pilares que sostienen la definición de una verdadera iglesia.

Alejandro Riff