Disciplina en la iglesia: ¡Ponle el cascabel al gato!

Disciplina en la iglesia: ¡Ponle el cascabel al gato!

La frase «ponle el cascabel al gato» es una expresión idiomática en español que se utiliza para referirse a la acción de enfrentar o asumir un riesgo o una responsabilidad, o bien, de tomar la iniciativa en una situación conflictiva o peligrosa. También puede significar descubrir la verdadera naturaleza de algo o alguien, o bien, identificar quién o qué es el responsable de un problema. En cuanto a la etimología de la frase, se cree que proviene de una antigua costumbre que consistía en colocar un cascabel en el cuello de un gato para poder localizarlo y saber dónde se encontraba en todo momento. El sonido del cascabel alertaba a las personas de la presencia del gato, evitando sorpresas desagradables o peligrosas, como ser arañados o atacados por el animal.

La tarea de la iglesia local: atar y desatar

 Y a ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. (Mateo 16:19 – RV-SBT).

Las iglesias reformadas consideramos que el Señor delega la responsabilidad de evangelizar y luego reconocer los testimonios de conversiones verdaderas para que la persona acceda al bautismo y la admisión a la membresía de la iglesia local (atar). Del mismo modo, juzgamos que es igualmente importante disciplinar a las personas cuando comprometen su testimonio cristiano (desatar).

De esta manera, la iglesia local asume una doble responsabilidad en preservar la pureza del testimonio de Cristo. Esto implica realizar los debidos chequeos para evitar la incorporación de falsos conversos en su comunidad y aplicar la excomunión cuando una persona se rebela contra Cristo y sus enseñanzas.

Carta de disciplina o carta de recomendación

Si la iglesia local aplicara adecuadamente «las llaves» de autoridad que el Señor le ha dado, cualquier persona que salga de la membresía de su iglesia tendría dos opciones:

A) Saldría con una carta de recomendación, en caso de que el miembro salga por causas válidas como un cambio de ciudad o país. Esta carta serviría como aval de la congregación de la cual era miembro en el cuerpo de Cristo, permitiéndole formar parte de otra congregación igualmente basada en la Biblia.

B) Saldría con una carta de disciplina si la persona tuvo problemas de pecados en su iglesia local y decide irse sin resolver esos asuntos y desatender la voz de la Asamblea. Además de ser disciplinada, se le enviaría una carta que documente las razones de la disciplina. Esta carta podría ser presentada a cualquier iglesia que pregunte acerca de la persona en cuestión, sirviendo también como protección para la iglesia a la que la persona disciplinada se dirige, para que no se encuentre con los mismos problemas que dicha persona presentó anteriormente.

Algunos podrían preguntar si no es posible mantener una actitud neutral en la que la persona simplemente se va de la membresía de la iglesia sin más. Sobre esto, abordaremos el siguiente punto.

A nadie le gusta poner el cascabel al gato

A todos los pastores nos alegra cuando nuevos miembros se suman a la iglesia local. A menudo vemos en las redes sociales a personas «firmando su membresía» o mostrando certificados del pacto de membresía. Todos disfrutamos de esa parte «romántica» de atar miembros. Sin embargo, ¿qué sucede con la función de «desatar», es decir, la disciplina en la iglesia?

Es en ese punto donde muchas iglesias y pastores (a pesar de tener una membresía pactada) evaden su responsabilidad. Nadie quiere ser «arañado por el gato» al intentar aplicar la disciplina. Por lo tanto, vemos que los miembros que una vez se comprometieron con la membresía de la iglesia salen sin recibir ninguna amonestación o recomendación.

Algunos podrían preguntar: «¿No tiene la persona la libertad de ir a la iglesia que quiera si decide cambiar?»» Yo respondo con otra pregunta: «Si tienes un pacto matrimonial con tu esposa, ¿eres libre de salir y convivir con otra mujer en aras de la libertad?» Claramente no.

Si una iglesia ha tomado todas las precauciones bíblicas para incluir a una persona en su membresía (entrevistas, discipulado, testimonio público, bautismo, pacto de membresía, etc.), ¿no debería tomar precauciones igualmente bíblicas cuando alguien abandona su congregación? Permitir que alguien se vaya silenciosamente por la puerta de atrás (o incluso ruidosamente sin disciplina) mostraría que el temor hacia al hombre supera el temor hacia Dios, o simplemente negligencia eclesial.

Dios es un Dios de orden

Las personas tienen la libertad de unirse a la iglesia que deseen, y eso es lo que la Biblia enseña. Sin embargo, esa unión conlleva una responsabilidad tanto para el miembro como para la iglesia local, lo cual es un aspecto fundamental de la membresía pactada. La iglesia local tiene la autoridad para «abrir la entrada» y «cerrar la salida». Individualmente, las personas no son las dueñas de las llaves, ya que el Señor ha delegado esta autoridad a la iglesia local.

Hasta que no comprendamos y practiquemos firmemente estas verdades eclesiales, estaremos en falta como congregación ante el Señor. Además, afectaremos a otras iglesias al enviar personas sin una «referencia eclesial». En última instancia, la reputación del Evangelio de Cristo está en juego. Dios es un Dios de orden, y es importante que sigamos sus principios en relación con la membresía y la autoridad eclesiástica.

 Porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos. (1Corintios 14:33 RV-SBT)

 

Alejandro Riff