2Co 10:18 Porque no el que se alaba a sí mismo, el tal es aprobado; mas aquel a quien Dios alaba.
Alguna vez, seguramente, hemos oído hablar del término «apologética». Muchos ministerios, movimientos y sitios de Internet se caracterizan por este perfil «apologético» (parte de este sitio tiene algo de eso también, no lo niego).
El diccionario define «apología» de la siguiente manera:
Discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo.
A simple vista un movimiento o persona que se define como «apologético», se presenta al mundo cristiano como alguien crítico, analítico, y defensor de las antiguas verdades Bíblicas.
Podemos decir que se gana la respetabilidad de los demás, por ser tenido como «hombres profundos», y en el caso de un movimiento «como los defensores de los intereses de Dios».
A simple vista, a cualquiera que quiere ser un cristiano Bíblico, esto impresione, gusta, y hasta apasiona en cierto modo.
Pero en mi experiencia de vida cristiana me he llevado grandes decepciones al entablar relación con estos «apologéticos».
He aprendido a diferenciar entre quien quiere ser un creyente fiel al Señor y que defiende Su Palabra, de aquellos grandes espadachines de la apologética, que son muy buenos haciendo piruetas y dibujos en el aire, pero que como influencia evangelística son muy pobres.
Esto apologetas saben criticar y opinar de la obra los demás y están tan compenetrados en señalar los errores de los ministerios ajenos, que se han olvidado de edificar uno propio.
Es como quien se para en frente de un edificio, toma un megáfono, y empieza a describir a los transeúntes los errores en sus líneas arquitectónicas y lo malo de su estilo, quedando como moraleja que si ellos fueran los arquitectos harían algo «mucho, pero mucho mejor» y más de acuerdo a la voluntad de Dios.
Ahora, si por pura casualidad, alguien les preguntara: Y usted que sabe tanto de arquitectura,¿qué está construyendo? ¿puede ponernos un modelo para que todos tomemos como ejemplo?
Es en ese preciso momento, queda en evidencia que la apología es solo un medio de alabanza personal (1Corintios 10:18) y una cortina de humo para tapar la falta de fruto propio.
Muchos que se han aventurado a grandes desafíos cristianos, han sido criticados por los apologetas de su tiempo.
Pero nadie recuerda hoy a esos «críticos», sino que recuerdan las obras de aquellos que se entregaron para hacer algo en beneficio del Reino de Dios.
Hay muchos hermanos que son muy buenos para criticar la viña del Señor, pero incapaces de hacer algo por ella.
Hay personas que se erigen como jueces de la cristiandad, pero que no pueden ni siquiera poner su familia como el modelo más básico de la fidelidad a Dios.
1Timoteo 3:5 (porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);
Sin duda, Dios nos da como parte del evangelio, la defensa de la verdad Bíblica.(Judas 1:3).
Pero lamentablemente muchos hacen de «la defensa», su ministerio, olvidando la advertencia de Dios que Su reino no consiste en palabras, sino en virtud (1Corintios 4:20).
El Reino de Dios necesita más edificadores, y menos «arquitectos críticos».
Tú ¿que deseas ser?
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