Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! (2Juan 1:10)
¡Cuantas veces se ha utilizado este texto para aislar hermanos, rechazando los mismos, porque piensan diferente!
Si prestamos atención al contexto, el apóstol Juan está hablando de aquellos incrédulos que no creían en la divinidad de Cristo y su encarnación como hombre.
Había en la iglesia primitiva «anticristos», es decir personas infiltradas que negaban los principales aspectos de la persona de Cristo, por medio de doctrinas engañosas.
Estos lobos encubiertos (Hechos 20:29) tenían que ser identificados y apartados de la iglesia.
Palabras más, palabras menos, una simple exégesis nos da a entender que se estaba refiriendo a incrédulos que afectaban el mensaje de salvación del evangelio.
Pero en forma muy lamentable, hay muchos hermanos e iglesias que utilizan mal este texto ¿De que forma?
Hacen de su propia opinión personal, una doctrina normativa para la iglesia universal.
Transforman puntos de vista particulares, poniéndola a la par de las grandes y por otro lado antiguas verdades fundamentales del evangelio.
Su micromundo de costumbres se transforman en el todo de su creencia, y a ese camino lo llaman «fidelidad».
Este punto de vista errado es transmitido a la congregación, y los hermanos ya no diferencian entre lo que es la verdad de la Palabra y lo que es enseñanza de hombre.
Cuando se encuentran con un hermano (que sin estar desviado de la doctrina) pero que no va de acuerdo a sus costumbres, el pensamiento colectivo saca a relucir este texto «No lo recibáis en casa ni le digáis bienvenido».
Al ver la historia de la iglesia este «sectarismo de la fidelidad» ha hecho tanto daño a la iglesia de Cristo, como lo han hecho las sectas heréticas.
¿Está Cristo dividido? Pregunta el apóstol Pablo en 1Corintios 1:13.
Muchos dividen el cuerpo de Cristo por medio de sus opiniones personales.
Una cosa es la separación del pecado y la apostasía, pero otra cosa es la acepción de personas sin fundamento Bíblico.
Estimado hermano:
¿Bajo que parámetros se rige su iglesia? ¿Es el gobierno de Cristo o del hombre?
¿Han sido separados de la iglesia injustamente hermanos por contradecir la mera opinión de sus «líderes»?
¿Se siente usted presionado a no visitar o decir bienvenido a aquel que sabe que es verdaderamente un creyente, por miedo a la opinión de los demás?
¿Su libertad en Cristo está siendo impedida?
¡Tenga mucho cuidado!
Muchas iglesias y movimientos bien intencionados en combatir el error doctrinal, ahora pueden ser todo contrario a lo que un día sostenían.
Si Cristo gobierna la iglesia, Su sabiduría guía todo a paz.
Pero cuando el hombre ocupa el lugar de la cabeza que es Cristo comienzan los sectarismos.
Lea la Palabra de Dios, y confronte cada situación con la misma.
El mismo Señor acusó a la secta de los Fariseos por este motivo:
Marcos 7:6 Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su corazón lejos está de mí. 7 Y en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. 8 Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres; las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras muchas cosas semejantes. 9 Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
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