Romanos 8:29 y 30 – Un Pasaje de la Discordia Calvinista-Arminiana

elige2Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. (Romanos 8:29 y 30)

 

Explicaré en forma breve, cual es el punto de divergencia en este pasaje bíblico entre calvinistas y arminianos.

Muchos se molestan que se los llame arminianos, porque dicen: «No por que no sea calvinista soy un seguidor de arminio», y tienen razón en cierto aspecto.

Aquí no estamos tratando de quién es seguidor de quién, sino de dos posturas teológicas dispares que por razones de practicidad (y por que no de historicidad), definimos como calvinismo y arminianismo.

Quiérase o no, el lector cristiano tendrá que tomar una postura de cómo entiende la elección de Dios, ¿es esto importante nos preguntamos?, miremos los púlpitos y sus predicadores y nos daremos cuenta de la manera que influye uno u otro pensamiento en la forma de presentación del evangelio.

El predicador del evangelio no en todos sus sermones hablará de la elección, pero siempre la tendrá en mente condicionando su mensaje de una forma u otra.

El orden en que se presentan los puntos

Analizando el pasaje en cuestión encontramos un orden en que se presentan los puntos referente a la salvación del hombre y su relación con Dios.

1- Conoció
2- Predestinó
3- Llamó
4-Justificó
5-Glorificó

Sabemos que no todas las interpretaciones son A o B (calvinista o armiana), a lo largo y a lo ancho de las denominaciones evangélicas hay diversas posturas, podríamos decir «intermedias», que no se definen por lo uno ni lo otro,  y otros prefieren no tocar el tema.

A aquellos que tengan una tercer, cuarta o quinta postura C, D o E, no les hará mal considerar este punto vital de la teología de la salvación.

El punto principal de divergencia (y a raíz del mismo cambia todo el panorama de los puntos que siguen) es el entendimiento del punto 1, que es la palabra «conoció» (del griego proginosko).

En la forma (griega) que encontramos esta palabra en en el pasaje de Romanos 8:29, tiene otras cuatro ocurrencias en el Nuevo Testamento y estas son: Hechos 26:5 – Romanos 11-2 – 1ra Pedro 1:20 – 2da Pedro 3:17.

Su significado más simples es: Saber o conocer de antemano. Con esto no hay mayor problema.

El problema que se presenta es qué entendemos cuando Dios dice que «conoció de antemano» a sus escogidos.


La ominisciencia y presciencia de Dios

Nuestro Dios todo lo sabe y también todo todo lo prevé. No hay nada que no sepa y esto incluye los sucesos futuros. No hay nada que altere sus planes.

Antes de crear el universo y que existiera nuestro tiempo terrestre, Dios ya conocía de antemano aquellos que serían llamados, justificados y glorificados, es decir, a sus hijos.

El mismo cordero de Dios, Cristo, ya estaba destinado u ordenado antes de la fundación del mundo (1Pe 1:20) para que en el momento del cumplimiento del tiempo, viniera a morir por sus escogidos. Notar que  la palabra destinado/ordenado es el mismo término griego para definir a los que » antes conoció».

Ahora, el gran punto de divergencia entre calvinistas y arminianos: ¿Qué significa y/o incluye «conocer de antemano»?

Los arminianos condicionan a Dios y dicen: Él escogió o predestinó porque de antemano sabría quiénes lo escogerían a él.

Los calvinistas decimos que Dios nos escogió por el puro afecto de su voluntad (Efesios 1:5) y no por haber previsto algo el hombre. Esto es soberanía.

¿Cuál postura es la correcta a la luz de otros pasajes bíblicos?

Si dijéramos que Dios escogió a aquellos que de forma anticipada «lo escogerían a él»  y esa fue TODA la base de su elección, ¿sería en términos técnicos una elección verdadera?


Una ilustración.

Supongamos que un matrimonio quiere adoptar un hijo y va a hablar con el director de un orfanato. Este le dice al matrimonio que tiene 5 niños para escoger, pero que en el orfanato tienen un sistema que consiste en mostrar primero a los niños  fotos, videos e información de los «futuros padres»  y que estos deciden si quieren ser adoptados por ellos. Supongamos que el matrimonio accede a la propuesta del director y proporciona toda la información personal posible. Al ser considerada por los 5 niños uno de ellos acepta ser adoptado, mientras que al resto no les interesa ese matrimonio. Una vez que el director ya conoce cuál de esos 5 niños quisiera ser adoptado por este matrimonio,  se lo comunica a la pareja bajo estos términos: Ustedes vendrán al orfanato la semana que viene, les presentaré a 5 niños, los pondré en fila y ustedes tienen que elegir a uno. Pero en realidad no pueden elegir a cualquiera que ustedes quieran, sino solo al niño del medio (el número 3). Pues este es el niño que los eligió a ustedes. 

Un par de preguntas, y respondamos sinceramente con la mano en el corazón:

¿Fue esa la elección de los padres o la del niño?

¿Podríamos decir que los padres tuvieron libertad para escoger?

La conclusión lógica es que los padres simplemente hicieron una actuación, un «acto teatral» de escogimiento, pero en el fondo la elección fue la del niño.

De la misma manera muchos creen que esta la clase de «elección» que Dios hace, pero esto pone muchos versículos «de cabeza» en la Escritura para que cuadren.

Nos dice 1 Juan 4:10 que la salvación es:

No que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros.

La elección se basa en el amor de Dios por el individuo, y no la del individuo por él.

En Juan 15:16 encontramos una verdad de Dios que va más allá de sólo los apóstoles, sino que involucra  un principio universal de elección:

No me elegisteis vosotros a mí, mas yo os elegí a vosotros.

Cualquiera que quiera aplicar ese principio solamente a la elección de los 12 apóstoles, debería aplicar sólo a ellos principios como: A) Orar en el nombre  Cristo (vs.16 b) B) Amarse unos a otros (vs. 17) etc. Pero eso sería muy descabellado.

Muchas veces parece que el concepto arminiano definiera a Dios como el amor que tenían los publicanos:

Porque si amareis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Mateo 5:46

Si Dios nos eligió porque nosotros lo elegimos, o nos amó porque vio según su conocimiento futuro que lo amaríamos, su amor no pasaría de ser una amor condicionado, pero no es así.  Su amor y su elección fueron incondicionales.

¿Por qué el que Dios nos halla conocido de antemano involucra necesariamente que ese conocimiento sea una preferencia del hombre por él?

Ese pensamiento no muestra a un Dios soberano sino que pone  la decisión del hombre en la cúspide de todo el evento redentor de la cruz, en última instancia es el niñito eligiendo a sus padres, y no el Padre eligiendo a sus hijos.

 

Reafirmando el orden divino

Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor. (Efesios 1:4)

Nuevamente vemos en este pasaje que el orden es «escoger para ser». Es decir, Dios elige soberanamente a alguien para que sea su hijo.

Este mismo concepto se expresa en el siguiente versículo:

 Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sea multiplicada. (1Pe 1:2)

Vemos que nuevamente el orden es que Dios elige y el hombre obedece, no que el hombre es elegido por su «obediencia prevista» o vista de antemano por presciencia.

 

Las preguntas del orgullo herido

Por supuesto, después de lo analizado llegamos al punto que más le molesta a nuestra naturaleza humana caída:

¿Acaso no tenemos nosotros mismos la capacidad y  libertad de elegir a Cristo como nuestro salvador?

La respuesta es:

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere. (Juan 6:44)

¿Acaso no queda un resto de libre albedrío en nuestro corazón para decidir por Cristo?

Aquel que está muerto, no tiene ninguna capacidad de decidir (Efesios 2:1).

Lázaro no puede salir de su tumba si la voz de Cristo no lo resucita (Juan 11:43).

Los pecadores no son, como se ilustra muchas veces, como gente que está perdida en altamar y que alguien les arroja un salvavidas llamado «Cristo» para que se salven.

La perspectiva bíblica es un mar con muertos flotando, tiesos e inertes, incapaces de alargar su mano y tomar un salvavidas.

Vemos en el pasaje del » valle de los huesos secos»  (Ezequiel 37:4) una ilustración del estado espiritual del hombre en estado no regenerado.

El pensamiento arminiano no admite que estamos muertos en nuestros pecados, y que esto sea una imposibilidad absoluta para ir a Cristo.

Dios nos conoció de antemano, y en ese conocimiento vio nuestra imposibilidad de ir a él.

Por eso entendemos el orden y significado de los 4 puntos que siguen.

2-Predestinó: Para que fuéramos hechos a la imagen de su hijo Jesucristo.

3-Llamó: Con aquél llamado del Espíritu Santo que resucita a los muertos.

4-Justificó: A través de la muerte vicaria y sustituta de Cristo, el justo que murió por los injustos para llevarnos a Dios (1Pedro 3:18).

5-Glorificó: Nos bendijo con toda bendición en lugares celestiales en Cristo (Efesios 1:3) y esperamos la redención de nuestro cuerpo (Romanos 8:23).

 

Conclusión:

Los pecadores acuden a Cristo por la soberana obra de Dios, quien elige, llama, justifica y santifica.

A pesar de ello, Dios hace responsable al ser humano de sus pecados, y los que son condenados, son justamente condenados.

Más los que son salvados no tienen nada de qué jactarse, no pueden decir: -Gracias Dios porque te elegí . Sino que dicen: -Gracias Dios por haberme elegido porque  yo no lo hubiera hecho jamás por ti.

¿En qué cambia este entendimiento de la elección de Dios al predicar el evangelio? Yo diría en todo.

El arminianismo desde hace tiempo ha llenado el púlpito de humanismo que no salva.

Otros que  no quieren ser ni A ni B, quizá debieran ver si su predicación se está deslizando de cristocéntrica a antropocéntrica donde la decisión del hombre es el todo.

La predicación expositiva de la Palabra de Dios, la proclamación del glorioso evangelio debe ser por lo que Dios es, y no por lo que el hombre es.

Concluyo con dos citas de C.H. Spugeon y un texto bíblico.

Razona así: “Tú no eres salvo por lo que haces sino por lo que Cristo hizo; pero entonces, no tienes ningún derecho  a confiar en Cristo a menos que haya algo bueno en ti que te dé derecho a confiar en Él”. Ahora, yo me opongo a este razonamiento legal. Yo creo que ese razonamiento contiene en sí la esencia de la justicia propia papal. El fundamento para que un pecador confíe en Cristo no está en él mismo en ningún sentido o de ninguna manera, sino en el hecho de que se le ordena creer en Jesucristo en el acto. 
Además, cualquier otra manera de predicar que no sea la de indicarle al pecador que crea porque Dios le ordena que crea, es una  manera jactanciosa de fe. Pues si mi fundamento para confiar en Jesús se basara en mi experiencia, en mis aversiones al pecado o en mis anhelos por Cristo, entonces todas estas buenas cosas mías son un legítimo fundamento de jactancia, porque si bien Cristo puede salvarme, esas cosas fueron el traje de bodas que me hicieron idóneo para venir a Cristo.

 

 ¡Oh profundidad de la riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!
¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alejandro Riff