¿Cómo puedo saber si soy un hijo de Dios de verdad?

¿Cómo puedo saber si soy un hijo de Dios de verdad?

 

Romanos 8:16 Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

En el entramado cristiano actual, abunda una influencia marcada por lo que se conoce como “experiencia personal”. La gente, en su andar, tiende a considerar sus emociones como un confiable GPS espiritual que los guía diciéndoles: “gira a la derecha, sigue adelante… en la próxima rotonda toma la segunda salida”. En cuanto a la vida espiritual, no es raro que muchos basen sus decisiones en la premisa: “esto es lo que siento que Dios me dice”. Hay quienes van incluso más allá, afirmando con convicción: “Dios me habló”. Esto sugiere que, a menudo, las personas buscan la guía de Dios principalmente a través de una experiencia interna emotiva, en lugar de apoyarse en las enseñanzas de las Escrituras. Aunque esto es preocupante, existe algo incluso más inquietante: fundamentar la salvación en la experiencia subjetiva de una voz interior.

La pregunta

Uno podría preguntarse, ¿cómo saber si estoy salvado? ¿Es acaso mediante una voz interna que me lo revela? Es común que muchos interpreten Romanos 8:16 como referencia a una experiencia subjetiva, como una voz interior que asegura a nuestra conciencia: “estás salvado”. Pero, ¿cómo discernir si dicha voz proviene del Espíritu Santo o es simplemente fruto de nuestra imaginación? Además, ¿debemos esperar realmente esta especie de “voz interior” que nos confirme como creyentes? La Biblia, en su sabiduría, no aboga por esta perspectiva.

Es fundamental entender las escrituras en su contexto adecuado. La palabra griega empleada en dicho pasaje se traduce como “dar testimonio junto con”. Esto implica que no se trata de un diálogo interno entre el Espíritu Santo y nuestro espíritu, donde nuestro espíritu inquiere: “¿Soy hijo de Dios?”, y el Espíritu Santo responde desde el fondo del ser: “¡Así es!”. Más bien, se refiere a un testimonio conjunto sobre nuestra adopción como hijos de Dios. Juan Calvino, en su Comentario a la epístola a los Romanos, lo explica de la siguiente manera:

Hay una sola palabra griega que equivale a estas tres: Da testimonio juntamente. Por eso no dice que el Espíritu de Dios sirve de testigo a nuestro espíritu, sino que el Espíritu de Dios da testimonio, porque nuestro espíritu, admitiéndole como guía y maestro, cree que la adopción de Dios es cierta. Nuestra inteligencia jamás nos sugeriría esta confianza por sí misma y sin que el testimonio del Espíritu la impulsara a ello.1COMENTARIO BIBLICO DE JUAN CALVINO Romanos 8:16

Por eso, para entender Romanos 8:16 correctamente, es necesario volver atrás y examinar los versículos anteriores, lo que nos permitirá comprender qué tipo de testimonio el Espíritu Santo ofrece a nuestro espíritu.

En Romanos 8:15, se nos muestra que el creyente ya no está bajo el “espíritu de esclavitud”, es decir, no está atrapado en el pecado y la ley que lo condena, sino que está en la posición de un hijo, lo que le permite clamar (por medio del Espíritu Santo): ¡Abba, Padre!  Aquí podemos ver que el testimonio del Espíritu Santo en nosotros no se trata de una “vocecita interna”, sino que es el entendimiento de la relación de paternidad de Dios hacia nosotros, una relación que solo se hace posible a través de la obra de Cristo (Juan 1:12). Esto incluye entender el trabajo redentor llevado a cabo en la cruz del Calvario.

Pruebas de nuestra salvación

Habiendo aclarado la naturaleza del testimonio del Espíritu Santo, retrocedamos un paso más, hacia Romanos 8:14, donde se nos dice: «Aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios». Surge entonces la pregunta: ¿Cómo se guían y comportan los hijos de Dios? Siguiendo un paso adicional, en Romanos 8:13 encontramos la realidad de «la conversión del creyente», que implica la muerte de las obras de la carne y del pecado mediante la purificación de la sangre de Cristo y la obra regeneradora del Espíritu Santo. Una de las evidencias de nuestra salvación es vivir una vida que sea agradable a Dios, siguiendo los pasos de Jesús.

No podemos basar nuestra salvación en «voces internas», sino en la fe en Cristo que recibimos a través de su Palabra.

Esto produce como resultado frutos espirituales y una vida piadosa. Muchas personas que viven en el pecado afirman ser salvos porque escuchan una voz interna que les dice: «No te preocupes, eres cristiano». Sin embargo, contradictoriamente, muchas de estas personas no dan evidencias de un arrepentimiento sincero ante Dios. ¡Cuidado! Nuestro corazón puede engañarnos con esta mentira (Jeremías 17:9). Nuestros sentimientos son inestables, pero la Palabra de Dios es un fundamento sólido.

Para concluir, citaremos al pastor John MacArthur, quien en su comentario sobre Romanos 8:16, habla del «testimonio del Espíritu» de la siguiente manera:

Él (el Espíritu Santo) hace esto a través de la obra de iluminación y santificación, así como a través del anhelo que nos infunde para tener comunión con Dios. Sin embargo, Pablo  no tiene aquí en mente algún tipo de pequeña voz mística que nos dice al oído que somos salvos. Mas bien, es posible que haga referencia al fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), el cual cuando es producido por el Espíritu, da seguridad y certidumbre al creyente.2Comentario a la Biblia de John MacArthur.

Concluyendo:

El testimonio del Espíritu Santo en nuestra vida no es subjetivo, sino evidente. Se manifiesta en la transformación de un corazón pecador y oscuro en un corazón puro, lavado por la sangre de Cristo. Pasamos de ser hijos de la esclavitud del pecado a experimentar la gloriosa libertad como hijos de Dios, capaces de llamarlo: «Padre mío«.

El testimonio del Espíritu Santo es, en esencia, el testimonio de Cristo en nuestras vidas.

Romanos 8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Alejandro Riff