Este pasaje de la Biblia hace un planteo irónico a aquellas personas que «suponen creer en Dios» pero que no tienen una verdadera fe fundamentada para salvarse. Este texto de las escrituras nos a lleva a pensar no solamente «en quién creo», sino en la «manera que creo» . Los demonios junto al diablo eran en un principio nobles seres espirituales, pero que una vez pecaron rebelándose contra Dios su creador.
Dicha rebelión les ocasionó su propia ruina y expulsión del cielo. Estos seres caídos creen desde ya en la existencia de Dios; no pueden dudar de nada porque lo han visto, y su desdichada condición les recuerda de continuo la existencia de Aquel contra quien se rebelaron.
Como vemos, un demonio cree en Dios, ¿pero podemos afirmar que tiene una creencia que lo salva?
Desde luego que no. Así, muchas personas creen en Dios, pero creen solo en un hecho de mera existencia y, al igual que los demonios , dicha creencia no los salva. Por eso la cuestión crucial de la salvación del alma no está solamente en la creencia que Dios existe, sino más bien de la manera que creemos en Él.
¿De qué forma debería creer en Dios?
Jesucristo tiene la respuesta:
A Dios nadie lo vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él ha dado a conocer (Juan 1:18 ).
Solo conocemos a Dios a través de su Hijo Jesucristo, por tanto tengo necesariamente que creer que él es el único camino que me conduce a Dios.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino según su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo (Tito 3:4 ).
Solo conocemos el amor de Dios hacia nosotros, cuando entendemos el precio que Jesucristo pagó en la cruz por nuestros pecados, por eso hay que ver lo que él hizo por mí.
La creencia en Dios consiste en creer en la obra que Cristo efectuó en la cruz.
Por eso aquel que de verdad quiera salvarse, deberá salir de su comodidad de pensamiento de un simple: «Dios existe» a un buscar y entender «lo que Dios hizo» en Cristo.
Deberá cambiar un mero asentimiento intelectual por una sincera búsqueda de corazón del «Dios salvador». Debe haber un genuino arrepentimiento de pecados y una fe apunte a Jesús.
Una vez Jesucristo al acercarse a unos hombres endemoniados, los demonios que poseían a estas personas, le gritaron:
¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo? (Mateo 8:29)
La sola presencia de Cristo era molesta para los demonios.
Cuando a las personas se les cuestiona muchas veces «su forma de creencia» también se enojan.
Quizá a alguno esta reflexión de la Palabra les cause cierta incomodidad, porque les lleva a replantear su vida si realmente poseen una verdadera creencia de fe en Dios o no.
Pero antes de finalizar, quiero que notes algo muy particular en la declaración de estos demonios, que dijeron: ¿has venido acá a molestarnos antes de tiempo? ¿Molestar antes de tiempo? ¿Es que habrá un tiempo en que de verdad serán molestados»? ¿Qué significa?
Ellos saben perfectamente, que el juicio de Dios se acerca a este mundo y que tanto ellos como «los que no creyeron en el Dios salvador» les espera un triste fin de tormento y amargura para siempre jamás.
Por eso hoy estás a tiempo de replantearte: ¿De qué manera creo en Dios? ¿De qué me diferencia de la creencia de los demonios?
Que puedas creer que Dios no solamente que existe de manera lejana, sino que puedas encontrarlo hoy a través de único camino que existe para ir a Él: ¡Jesucristo!
Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al verdadero;
y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. (1 Juan 5:20).
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