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Job: una historia real, no un experimento ficticio (corrigiendo el error de “Proyecto Biblia”)

Hace poco, mientras escuchaba un podcast del Proyecto Biblia (a cargo de Tim Mackie y Jon Collins, a quienes antes he recomendado por su claridad al explicar libros bíblicos), me topé con algo que no esperaba: argumentan que el libro de Job podría ser una especie de experimento mental o un relato ficticio tipo parábola.

Honestamente, esta postura me dejó perplejo. No es lo mismo leer “El Progreso del Peregrino” de Bunyan o “Las Crónicas de Narnia” de Lewis, obras literarias que sabemos son ficción con propósito espiritual, que leer el relato de Job, parte de la Palabra de Dios. Dios no emplea el género literario de ficción al nivel de “parábola extensa” para construir la historia de un hombre que el texto presenta como absolutamente real.

John Gill, un expositor clásico, señala la importancia de Job como un hombre íntegro, real, con familia, hacienda, y profundamente devoto. Su comentario destaca que Job no era un personaje simbólico, sino uno que habitó en la tierra de Uz, cercano a regiones históricamente reconocidas.

Siguiendo este enfoque, veo al menos cinco argumentos que demuestran que Job es un personaje histórico y no una figura meramente literaria:

Cinco argumentos que demuestran que Job es un personaje histórico

  1. Ezequiel 14:14: El profeta menciona a Job junto a Noé y Daniel, dos hombres históricamente reconocidos. No tendría sentido que Dios, hablando a través de Ezequiel, mezcle personajes de carne y hueso con uno ficticio. Sería una ruptura interna inexplicable en el texto bíblico.
  2. La carta de Santiago (Santiago 5:11): El apóstol presenta a Job como ejemplo real de perseverancia. Si el relato de Job fuera una ficción, ¿cómo traer consuelo a un alma que sufre con un personaje inventado? Santiago lo equipara con los profetas, todos hombres reales, dándonos un indicio claro de la veracidad histórica de Job.
  3. La voz de Dios en el libro: En Job 38-41, Dios habla desde el torbellino. Si consideramos toda la historia como ficción, estaríamos diciendo que Dios “no dijo” realmente esas palabras. Sería el único caso en la Biblia donde las declaraciones divinas son mero recurso literario, lo cual no encaja con la forma en que Dios se revela en Su Palabra.
  4. El final del relato: Job 42:16 afirma que Job vivió 140 años después de sus pruebas y vio a sus descendientes hasta la cuarta generación. Este detalle no es el remate de un cuento moral, sino la característica típica de una narrativa histórica, como la vida prolongada de los patriarcas en el Génesis.
  5. La falta de indicios alegóricos: Aunque sabemos que la Biblia usa elementos simbólicos en géneros específicos, como la literatura apocalíptica, nada en el libro de Job nos sugiere que sea una alegoría o una parábola al estilo de las historias ficticias. El texto se presenta con todos los rasgos de una historia real.

En conclusión, a pesar del respeto que tengo por el trabajo Proyecto Biblia, me parece un error teológico y hermenéutico sugerir que Job es una ficción literaria. La Biblia en su conjunto, el contexto histórico, las referencias cruzadas y el propósito pastoral de la historia apuntan a que Job fue un hombre de carne y hueso, y no un mero experimento mental literario. Al final, lo que está en juego es la coherencia de la revelación divina y el consuelo real que obtenemos de un testigo verdadero del poder y la fidelidad de Dios.

Alejandro Riff