Cuando más conocimiento no implica más obediencia a Dios

Cuando más conocimiento no implica más obediencia a Dios

Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. (Juan 16:12 – RV-SBT)

Es correcto pensar que al escuchar más predicaciones nuestra vida espiritual mejoraría. Estoy hablando, por supuesto, de predicaciones basadas íntegramente en la Palabra de Dios.

Pero me temo que, en muchos casos, al acostumbrarnos a escuchar tantas predicaciones, ya sea en nuestra iglesia o por audio o video, nos vamos haciendo poco a poco impermeables al contenido. ¿Como sucede esto? Bien, lo que al principio nos parecía formidable y grandioso, luego al conocerlo y recibirlo una y otra vez, ya no tiene el mismo impacto. Es así que muchas veces procuramos escuchar más predicaciones y leer más libros en busca de un impacto mental, acumulando conocimiento pensando que esa es la solución, pero la raíz del problema es que no tenemos un profundo deseo de obedecer a Dios.

Queremos poner nuestra mente en la gloriosa luz celestial (eso es bueno), pero aun nuestro corazón en tinieblas está lejos de obedecer y querer someterse al Señor de señores. Como dijo un viejo predicador en su sermón dominical:

Muchos de ustedes, aquí esta mañana no necesitan más luz, eso empeoraría las cosas para ustedes en el Juicio. Lo que necesitan es más obediencia. Algunos han sabido por años lo que deben hacer y no lo han hecho, se detienen. Como dijo el Señor:  -Tengo muchas cosas para deciros, pero no la podéis llevar… Estando cinco minutos dentro de la eternidad creo que muchos de nosotros desearemos haber sacrificado más, orado más, amado más, sudado más, afligirnos más, llorar más.
                                                                                                                                                                                                                        (Leonard Ravenhill)

Si la teología que aprendemos no impacta en nuestra forma de vivir, transformándonos, es solo un conocimiento vacío. Santiago nos recuerda este engaño tan común de nuestro corazón:

Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. (Santiago 1:22)

ESCUCHANDO MÁS DE LO QUE SE PUEDE SOBRELLEVAR

Al pronunciar Jesús esta frase la hace en el contexto de su inminente crucifixión, el juicio venidero y la manifestación del Espíritu Santo para el poder de la iglesia y la predicación del evangelio. Por supuesto que tenía miles de cosas para decirles a sus discípulos, pero no era el momento, ni tampoco era algo que ellos podían asimilar.

Muchas veces hay un avance en conocimiento teológico que no va a acompañado de un modo de vivir. Cuando vemos falencias en nuestro diario vivir, pecado y desazón, pensamos que lo que nos falta es más conocimiento. Pero el problema no es que nos falte más luz (como de decía Ravenhill), sino que falta  más humillación para obedecer al Señor. En la vida cristiana «saber» no consiste en comprender esquemas doctrinales y saber de teología bíblica, sino que consiste además en aplicarlo a nuestra vida diaria. Sé de un tema cuando lo vivo aplicándolo en el temor de Dios, que es el principio de toda sabiduría (Prov. 1.7).

Hay una gran diferencia entre ser filósofos del cristianismo a ser discípulos que llevan la cruz de Cristo.

ALGUNAS PREGUNTAS PARA EXAMINAR NUESTRO BALANCE CONOCIMIENTO-PRÁCTICA

Toda alma que recibe la Palabra de Dios regularmente en una iglesia sana debería hacer un «stop» y preguntarse:

  1. ¿Cómo afecta a mi vida la enseñanza bíblica que recibo?  ¿Qué ha cambiado en el último año?
  2. ¿Desde que comencé a recibir la Palabra de Dios en forma regular he crecido en santidad?
  3. ¿Pueden decir la congregación de mí que soy un creyente maduro y confiable como una «columna» de sostén para mi iglesia? (Comp. 1Tim 3.15).

Pregunta para los matrimonios cristianos:

  1. ¿Es nuestro hogar la «primera iglesia» donde se comparte, ora y enseña la Palabra de Dios?
  2. ¿Desde que hemos comenzado a recibir enseñanza, nuestro matrimonio se asemeja un poco más a la relación de Cristo y su iglesia?
  3. ¿Pueden nuestros hijos creer en el evangelio por lo que nosotros vivimos y demostramos en el seno de nuestro hogar como padres?

Cada cual examine su vida a la luz de los frutos.

¡Que el recibir sana enseñanza bíblica no sea un motivo de juicio para nuestra vida, sino de crecimiento y madurez!

…Porque a todo aquel a quien le fue dado mucho, mucho se le demandará; y al que encomendaron mucho, más se le pedirá. (Lucas 12.48)

 

Alejandro Riff