EL DÍA DEL SEÑOR, El DÍA DE SU PUEBLO

domingoEL DÍA DEL SEÑOR, El DÍA DE SU PUEBLO

Por el pastor Alejandro David Riff

 Acordarte has del día del reposo, para santificarlo: seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios: no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas: porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto Jehová bendijo el día del reposo y lo santificó. (Éxodo 20:8-11)

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NUESTRA VISIÓN “PROPIA” DE LOS 10 MANDAMIENTOS

¿Qué pasaría si sabemos que un miembro de la congregación en la semana cometió un robo, y se sienta a participar de la Cena del Señor como si nada pasara? ¿Qué sucedería si sabemos que cometió adulterio? ¿Y qué tal si cometió homicidio?

Por supuesto, nos escandalizaríamos y diríamos: ¡Como puede tal hipócrita compartir la mesa del Señor!, y estaríamos hablando al pastor de la iglesia ante tal escándalo, y cuando no, con las autoridades policiales para el caso del homicida. En fin, sería para nosotros cosa horrenda, detestable, y abominable ver que alguien viola el sexto mandamiento (matar), el séptimo (adulterar), y octavo (robar,) y que aun así permanezca en la iglesia sin disciplina alguna, y que además extienda su mano para tomar el pan y la copa de la Cena del Señor.

Si razonamos un poco esto, con la mano en el corazón, tenemos que reconocer que respecto a los diez mandamientos que dio Dios, nosotros hemos hecho una nueva lista modificada de los mandamientos, ya sea en cantidad o prioridad. El creyente de este tiempo piensa que el cuarto mandamiento acerca de santificar el día de reposo es prescindible (y estamos hablando de creyentes que asisten a iglesias con fundamentos doctrinales sólidos). No nos escandalizamos de nosotros mismos, así como no nos escandalizamos de ver como otros quebrantan el día especial de adoración a Dios reemplazándolo por cualquier otra actividad secular.

 

NUESTRO PROMEDIO DE ASISTENCIA AL DÍA DEL SEÑOR

Hagamos un simple ejercicio práctico para darnos cuenta de cómo funciona la mente del creyente del siglo XXI respecto al día del Señor. Supongamos que en la iglesia tomáramos la asistencia al culto dominical llevando todo registrado en una planilla. Supongamos que un miembro faltara como rutina un domingo de cada dos que asiste consecutivamente a la iglesia. Tendríamos una asistencia promedio del 63%. Para el caso de los miembros que vinieran una vez sí y otra vez no, el promedio nos daría un 50%.

Esos miembros que no estuvieron en el culto dominical, donde otros hermanos se hicieron presentes, donde el Señor estuvo presente (Mateo 18:20), donde la recordación del Señor en los símbolos se hizo sin ellos, donde faltó su voz para dar alabanza a Dios u orar, donde no se halló ningún testimonio cristiano y donde la predicación de la Palabra del Señor no fue recibida por sus corazones: no sienten ningún sentimiento de culpa o responsabilidad por haber faltado.

Ahora hagamos otro control de asistencia para estos mismos miembros que estudian o trabajan, pero no ya un domingo, sino un día lunes en sus respectivos lugares de ocupación.

Querido hermano sea sincero:

¿Verdad que el promedio de asistencia superaría al menos el 85% en esos casos?

Cualquier estudiante que asistiera solo a un 60% de sus clases quedaría libre, y tendría que reprobar el año. En el caso de los trabajadores, perderían sus empleos ya que sus empleadores considerarían que realmente no están interesados en ganar su sustento de una manera definida.

Existen personas que no les gusta ni estudiar ni trabajar (lo cual no es una comprensión cristiana del mundo que los rodea), no obstante el resto de las personas que van a la escuela y a su trabajo de manera rutinaria, bien saben que la asistencia a la escuela o al empleo es una cuestión vital y crucial para mantener los mimos. Ahora, el cristiano no entiende esto de la misma manera para con su Señor y lo que respecta a su vida espiritual.

Queda evidente que el cristiano actual honra más a sus profesores, directores y jefes que al Rey de Reyes y Señor de Señores. Demuestran con esa actitud que pueden ser más fieles al látigo del Faraón que a Jehová que hizo los cielos y la tierra (Salmos 121:2) ¡Qué triste realidad!

 

EXCUSAS Y JUSTIFICACIONES

La falta de temor de Dios en la vida de los creyentes repercute directamente en su comportamiento y su forma de ver el día de adoración.

Se ha establecido una especie de “jurisprudencia” de causas válidas (en la opinión carnal) para no guardar el día del Señor.

El joven que estudia dirá: ‘El lunes tengo que rendir exámenes, por lo tanto tengo que estudiar todo lo que pueda el domingo.

Aquel jefe de familia que quedó en su casa dirá: ‘Tengo que hacer algunos arreglos en casa, que si no lo hago este domingo no podré hacerlo ningún otro día de la semana.

 Alguna ama de casa dirá: –Tuve visitas, y si yo no les cocinaba nadie más podía hacerlo, por eso no fui al culto.

Otro dirá: –Era justo el cumpleaños de fulano y no podíamos fallarle.

En fin, toda mente se anestesia a sí misma diciendo: ¡Total voy el domingo próximo!, aunque desde luego el mundo les planteará los próximos domingos nuevas formas de justificación para quebrantar el día del Señor, ya que cada día trae su propio afán (Mateo 6:34).

Veamos un caso muy conocido por todos en la Palabra de Dios.

Todos conocemos los que era el  “Maná” en el Antiguo Testamento.

Los israelitas comieron maná por 40 años (Éxodo 16:35). Cada noche descendía como rocío en el campamento del pueblo de Dios, de modo que cada mañana podían hallarlo en el campo y juntarlo para tener su ración diaria (Números 11).

Pero hay un día en la semana que el maná no caía y era el día Sábado, el séptimo día.

Por lo tanto el sexto día tenían que juntar el doble de ración ya que no se podía hallar en Sábado.

Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo sábado, el reposo de Jehová: lo que hubiereis de cocer, cocedlo hoy, y lo que hubiereis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. (Éxodo 16:23)

A pesar del mandamiento de Dios, el pueblo que no preparó doble ración el sexto día salió el sábado a buscar maná.

Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron. (Éxodo 16:27)

La pregunta para nuestro tiempo es la misma:

¿Por qué salimos el día del Señor a realizar nuestras actividades y no su voluntad?

¿La misma incredulidad que había en el pueblo de Israel está en nosotros? ¿Pensamos que podemos quitar el tiempo del día del Señor y asignarlo a cualquier otra actividad justificada?

¡Cuán triste es ver camino a la iglesia como la humanidad tiene otros asuntos el día del Señor! Pero más triste es llegar a la iglesia y ver aquellos lugares vacíos de creyentes que tenían una “falta justificada” para no estar allí. Hay gente del mundo que por nada se pierde el partido de fútbol de los domingos, su salida al club o su paseo por el parque. Ellos demuestran muchas veces que su devoción por la carne es muchísimo mayor que la de los cristianos por su Dios.

El mensaje de Dios que fue para Moisés y para Israel en su momento es el mismo para nosotros.

Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes? (Éxodo 16:28).

 

LA SERIEDAD DE LO QUE REPRESENTA EL DIA DEL SEÑOR

Habló además Jehová a Moisés, diciendo: Y tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Con todo eso vosotros guardaréis mis sábados: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el sábado, porque santo es a vosotros: el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella alma será cortada de en medio de sus pueblos. Seis días se hará obra, mas el día séptimo es sábado de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que hiciere obra el día del sábado, morirá ciertamente. (Éxodo 31: 12 al 15)

 No hay más comentario que agregarle a la Palabra de Dios para saber la severidad con que Dios considera este tema. Muchos quisieran tomar una tijera y recortarlo de sus Biblias, pero allí están estas palabras, y son palabras de Dios mismo.

Para acallar la conciencia, muchos podrán argumentar que esto no tiene aplicación para el creyente del Nuevo Testamento.

Podríamos decir que en cierta manera es verdad, no hay pena de muerte para quien falta el día quebranta el día de reposo, así como no hay pena de muerte para la mujer adúltera (Juan 8:11).

El Señor le dijo a esta mujer que quebrantaba el séptimo mandamiento: -Vete y no peques más. No damos cuenta que no hubo pena de muerte para ella, pero el Señor Jesucristo, que es Dios, conserva el mismo principio y mandamiento para nosotros de “no adulterarás”.

El mismo razonamiento aplicado al cuarto mandamiento, nos lleva a pensar que el principio de Dios tampoco ha cambiado  respecto al día de reposo. Buscando un paralelismo con el episodio de la mujer adúltera, si el Señor nos encontrara en su día de reposo quebrantándolo en cualquier lugar alejado de su casa nos diría: “Vete, y no quebrantes más mi día”.

 

LA OPINIÓN DE UN “ESPIRITUAL”: TODOS LOS DÍAS SON EL DÍA DEL SEÑOR

El concepto es errado si se quiere utilizar para tratar el día del Señor de forma indiferente y corriente. Todos nuestros días están en la mano del Señor, verdad, pero hay “un día especial” que tiene paralelismo con el sábado del Antiguo Testamento, y es el día domingo. ¿Por qué?

 

  1. El primer día de la semana (domingo) fue el día de la gloriosa resurrección de Cristo (Mateo 28,1 – Marcos 16:9 – Lucas 24:1 – Juan 20:1).  Por eso se pasó a denominar “el día del Señor[1]” (Apocalipsis 1:10)
  2. El Espíritu Santo vino un domingo de pentecostés (Hechos 2:1).
  3. Es evidencia que el primer día de la semana la iglesia se reunía a compartir la Cena del Señor (partir el pan). (Hechos 20:7 – Comp. 1ra Corintios 16:2).
  4. Dios dio a Juan la revelación del libro de Apocalipsis un domingo (Ap. 1:10).

 

Veamos qué decían los reformadores , las confesiones de fe, y siervos de Dios del pasado  respecto al día del Señor.

JUAN CALVINO
Es necesario que trate este punto un poco más por extenso, pues ciertos espíritus inquietos se alborotan a causa del día domingo. Se quejan de que el pueblo cristiano permanece aún dentro del judaísmo, porque retiene aún la observancia de unos días determinados. A eso respondo que guardamos el domingo sin caer en el judaísmo, ya que hay una grandísima diferencia entre nosotros y los judíos  referido  a esto. Porque no lo celebramos con un criterio religioso estrecho, como una ceremonia en la que se figura un misterio espiritual, sino que lo admitimos como un remedio necesario para conservar el orden en la iglesia  (del libro: “Institución de la religión cristiana”).

 

RICHARD BAXTER
Anímelos a apartar los domingos como días especiales, evitando los intereses y los placeres mundanos. Anime a los padres a platicar con sus hijos sobre las enseñanzas bíblicas. // Ellos deben usar el día domingo para buscar al Señor en privado y en la adoración pública. Dios nos ha dado este día especialmente para que lo busquemos y nos preparemos para la eternidad. Ellos deben comprometerse ante Dios a hacer estas cosas poniendo todo su empeño. (del libro: El pastor reformado).

 

C. H. MACKINTOSH
¡Cuán a menudo puede observarse que los creyentes que no tienen la suficiente fuerza espiritual para dejar sus casas el domingo, tienen abundante fuerza corporal el lunes para hacer varios kilómetros en vista de sus asuntos terrenales! ¡Es lamentable que así sea! ¡Qué triste es pensar que la ganancia terrenal pueda tener una mayor influencia en el corazón de un cristiano, que el honor de Cristo y el bien de la Iglesia! (del escrito: La cena del Señor).

 

C.H. SPURGEON
Nos congregamos en el primer día de la semana en lugar del séptimo día, porque la redención es incluso una obra mayor que la creación y más digna de conmemoración, y porque el descanso que siguió a la creación es sobrepasado por el reposo que sigue a la consumación de la redención. Nos reunimos en el primer día de la semana, como los apóstoles, esperando que Jesús esté en medio de nosotros, y diga: «Paz a vosotros.» Nuestro Señor arrancó el día de descanso de sus viejos y herrumbrados goznes en los que había sido colocado por la ley desde tiempos antiguos, y lo colocó sobre los nuevos goznes de oro que Su amor había diseñado. Él colocó nuestro día de descanso, no al final de una semana de trabajo, sino al comienzo del reposo que queda para el pueblo de Dios. Cada primer día de la semana debemos meditar sobre la resurrección de nuestro Señor, y debemos buscar entrar en comunión con Él en Su vida resucitada (sermón predicado la mañana del Domingo 28 de Marzo, 1880).

 

WESTMINSTER Y LA CONFESIÓN BAUTISTA REFORMADA DE 1689
Capítulo XXII
7. Así como es la ley de la naturaleza que, en general, una proporción de tiempo, por designio de Dios, se dedique a la adoración a Dios, así en su Palabra, por un mandamiento positivo, moral y perpetuo que obliga a todos los hombres en todas las épocas, Dios ha señalado particularmente un día de cada siete como día de reposo, para que sea guardado santo para él;  el cual desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo fue el último día de la semana y desde la resurrección de Cristo fue cambiado al primer día de la semana, que es llamado el Día del Señor y debe ser perpetuado hasta el fin del mundo como el día de reposo cristiano, siendo abolida la observancia del último día de la semana.2

1. Gn. 2:3; Ex. 20:8-11; Mr. 2:27,28; Ap. 1:10.

2. Jn. 20:1; Hch. 2:1; 20:7; 1 Co. 16:1; Ap. 1:10; Col. 2:16,17.

8. El día de reposo se guarda santo para el Señor cuando los hombres, después de la debida preparación de su corazón y de haber ordenado de antemano todos sus asuntos cotidianos, no solamente observan un santo descanso durante todo el día de sus propias labores, palabras y pensamientos acerca de sus ocupaciones y diversiones seculares, sino que también se dedican todo el tiempo al ejercicio público y privado de la adoración de Dios, y a los deberes que son por necesidad y por misericordia.

Ex. 20:8-11; Neh. 13:15-22; Is. 58:13,14; Ap. 1:10. 2. Mt. 12:1-13; Mr. 2:27,28.

 

PARA REFLEXIONAR…
LAS CATACUMBAS  (sin aire acondicionado ni calefacción)

Los creyentes primitivos no tenían libertad de reunirse públicamente sin exponerse a la muerte, pues hubo diez persecuciones de emperadores romanos que asolaron la iglesia.

Por eso se reunían el día del Señor para compartir la Cena en estos cementerios subterráneos. A pesar del aire viciado, el olor a muertos y la humedad, no quitaba el gozo de la iglesia primitiva de santificar y adorar al Señor en su día “todos juntos”.

 

¿GOZAS DE LIBERTAD?

“El cristianismo ha llegado a ser dramático para nosotros. Cuando Uds., que son cristianos libres, ganan un alma para Cristo, ganan un miembro para sus iglesias, que lleva una placida existencia. Pero cuando nosotros ganamos a un hombre sabemos que este puede ser encarcelado y que sus hijos pueden quedar huérfanos. El gozo de conquistar un alma para Cristo se mezcla con el sentimiento de que hay un precio que es necesario pagar.”
(Torturado por Cristo – La iglesia detrás de la cortina de hierro).

 

¿QUE HAY DE TUS HIJOS EN EL DÍA DEL SEÑOR?

Como padre, me ha impresionado mucho un relato que se ha publicado hace poco en los diarios de los Estados Unidos. Un domingo, un padre salió a pasear al campo con su
hijito. Como hacía calor, el hombre se acostó a la sombra de un árbol y el niñito siguió corriendo y jugando, cortando hermosas flores que luego llevaba al padre. Por fin este se durmió y mientras dormía el niñito se alejó de él. Cuando despertó, lo primero que hizo fue buscar al hijo. Luego de mucho andar, llegó al borde de un precipicio, y mirando hacia abajo, vio entre piedras y zarzas el cuerpo sin vida del niño. Bajó hasta donde estaba, y tomando el pequeño cadáver en sus brazos, llorando, decía a gritos que él era el asesino, pues mientras dormía, el chico se había caído en el precipicio. Mientras leí el relato, pensé que es un cuadro de lo que acontece en la iglesia de Dios. ¡Cuántos padres y cuántas madres, cuántos hombres y mujeres están durmiendo, mientras sus hijos van acercándose al terrible precipicio que termina en el infierno! Padres y madres que me escucháis, ¿dónde están vuestros hijos en esta noche? (El descuido de un padre – Moody’s Stories)

 

CONSEJOS PRÁCTICOS ACERCA DE LA ASISTENCIA AL CULTO

 

LLEGAR A HORARIO

Es importante llegar a horario aun unos minutos antes del horario de comienzo. Llegar a mitad del culto tiene ciertos inconvenientes como ser:

 

  • El espíritu no está aquietado para dar la alabanza a Dios o recibir su Palabra ya que uno viene en una situación de apuro, habiéndose perdido algo del culto.
  • Es una forma de respeto a Dios y a los hermanos, recuerde que la mayoría de ellos comenzaron a horario. Pero como dice el dicho ¡más vale tarde que nunca!
  • La llegada puede distraer la atención de los hermanos interrumpiendo el clima de comunión.

 

ORGANICE LAS ACTIVIDADES EL DÍA ANTERIOR
Para que nada lo sorprenda en el día del Señor, tanto de comida como quehaceres hogareños, planifique todo el día anterior. Si vienen visitas invítelos a que los acompañe a la iglesia (Salmos 122:1).

 

¿SEÑOR QUE VESTIRÉ?
Este consejo es para los miembros, no para personas que visitan la iglesia por primera vez.

En el tiempo de antes, si uno veía el día domingo en la calle a una mujer con falda larga y una Biblia y a un hombre con corbata, suponía que eran cristianos evangélicos que iban a la iglesia. Hoy en día cuando uno ve esto se trata de Testigos de Jehová. Cabe la pregunta, ¿una secta que no conoce a Cristo como Dios demuestra más ética que los hijos de Dios?, piénselo. No estamos diciendo de utilizar un “uniforme de domingo”, ni caer en un fariseísmo. Pero al ver a muchos cristianos en la calle un domingo hoy en día uno no sabe si viene del baile o van al club.

El dicho que siempre quiere pasar por “espiritual” es: –Dios lo que mira es el corazón, no se fija en las apariencias. No es verdad, las apariencias tienen que ir acorde a un corazón regenerado por el Espíritu Santo (1 Timoteo 2:9). Sobre todo las iglesias en latitudes donde el calor agobia, las hermanas debieran pensar que su vestimenta tiene que ser acorde a la modestia cristiana y no ser de tropiezo para los hombres. Los hombres no escapan tampoco de una higiene correcta y una apariencia formal. Si entra a la iglesia un incrédulo andrajoso y sucio pongámoslo en el primer asiento para que escuche el evangelio; no haremos acepción de personas (Santiago 2:2-4). Pero los creyentes tendríamos que ver que al haber sido rescatado de este mundo de Satanás, comparando con aquél endemoniado que el Señor salvó (Lucas 8:36), bien podemos estar vestidos correctamente y en nuestro sano juicio. Podríamos decir con respecto a la forma de vestir, buscando un paralelo con Romanos 14:15: “No arruines con tu vestimenta a aquel por el cual Cristo murió”. Hermano/a, honra la casa de Dios con vestimenta modesta y santa.

 

¿Y SI MEJOR ESTUDIO LA BIBLIA Y ORO EN CASA?
Nadie contradice que el creyente deba orar y leer la Biblia en su casa, de hecho son mandamientos del Señor (Josué 1:5; Efesios 6:18). Pero hay que recordar que no somos llamados en el Señor para ser islas individuales y autosuficientes, sino que somos llamados a “un cuerpo”. Tampoco puedo emular el congregarme viendo videos por internet de predicaciones. No podemos romper la unidad del cuerpo con nuestro individualismo.

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la cual asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos. (Colosenses 3:15)

Si no entendemos lo que es ser un cuerpo en Cristo, no habrá bendición en nuestra vida individual tampoco (1ra Juan 4:20).

¿Podremos decir como el salmista?

¡MIRAD cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos igualmente en uno! 

(Salmos 133:1)

El individualismo, la falta de sujeción de los miembros, es lo que hace a las iglesias débiles.  Sujeción al pastor (Hebreos 13:17), sujeción a los hermanos (Efesios 5:21), amar la fraternidad (1ra Pedro 2:17), buscar la unanimidad como congregación (Filipenses 2:2) 

 

  ACERCA DEL TRABAJO EN EL DÍA DEL SEÑOR

 Mas el séptimo es reposo a Jehová tu Dios: ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni tu peregrino que está dentro de tus puertas: porque descanse tu siervo y tu sierva como tú. (Deuteronomio 5:14)

Asimismo, que si los pueblos de la tierra trajesen a vender mercaderías y comestibles en día de sábado, nada tomaríamos de ellos en sábado. (Nehemías 10:31)

 

El mundo no respeta el día del Señor. Pero si un creyente tendría que elegir un trabajo debería evitar aquellos que requieran el domingo. En mi juventud, ya casado, y antes de ser pastor, recuerdo que conseguí un trabajo que me ocupaba un domingo por medio.  Y después de unos meses renuncié ya que quería ser fiel al Señor en su día. Estuve 9 meses sin trabajo fijo, una prueba que tuve que pasar, pero el Señor no dejó nuestro hogar desamparado y después, finalmente, pude conseguir un trabajo en el que estuve 18 años. El Señor no es deudor de nadie. Aquellos creyentes que tienen negocio deberían pensar que deben guardar este día como lo dicen las Escrituras y no trabajar él ni sus empleados. Probadme dice el Señor (Malaquías 3:10), y hallaremos en su misericordia lo que por nuestros esfuerzos no alcanzaremos.

 

EL CULTO FAMILIAR

Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. (Deuteronomio 6:7)

Sería muy aconsejable para las familias cristianas que. más allá que vayan al culto del domingo en conjunto, puedan santificar el día del Señor en sus hogares compartiendo algo de la Biblia y orando.

Asimismo si la familia se encuentra de viaje o de vacaciones y no tiene una iglesia dónde congregarse es imperativo tener una especial comunión con Dios en su día, como familia.

Muchos de nuestros hijos podrán hacernos preguntas con respecto a la Biblia y de temas que no se atreverían a hacerlo en público. Es importante asegurarnos de su conversión explicándoles las verdades del evangelio. debemos enseñarles a amar a Dios desde pequeños y a orar a él.

 

¿ES MI DELICIA EL DÍA DEL SEÑOR?

 Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras. (Isaías 58:13)

En vano trataríamos de seguir exhortando y explicando acerca de la asistencia a la casa del Señor en su día si en el creyente no hay una entendimiento espiritual del tema y un profundo amar a Cristo.

¡Cuántas veces disfrutamos unas vacaciones, una salida, una comida afuera, pero no es un disfrute ir a la iglesia? ¿Es para nosotros el día domingo, el día “glorioso” de la semana?

Miremos a los creyentes cómo cantan y nos daremos cuenta si está siendo ese día su delicia.

¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os juntáis, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación; hágase todo para edificación. (1ra Corintios 14:26)

No creemos que las lenguas sean actuales para la iglesia de hoy pues es un don que cesó (1ra Corintios 13:8), no obstante sí creemos que alguna alabanza (salmo), o pasaje de la Palabra de Dios (doctrina), debería haber para compartir cuando nos “juntamos en uno”.

Vemos que el culto es muchos más que juntarse, es también compartir con otros. No solamente recibir, sino también dar.

 

CONCLUSIÓN

Algo básico para el creyente es tener un buen entendimiento del “Día del Señor” y su significado a nivel de la iglesia local. Mientras los creyentes sigan buscando su voluntad y hablando sus palabas en este santo día, no habrá avivamiento en la iglesia. No se puede quebrantar su Palabra y esperar que a pesar de estar en desobediencia Dios dará su bendición. ¡Legalismo!, dirá alguno. Pero recuerdo a tal que Dios, es un Dios de leyes. No somos antinominianos o sin ley, nos sujetamos a la ley de Dios entendiendo la obra divinina: “Daré mis leyes en el alma de ellos, y sobre el corazón de ellos las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo.” (Hebreos 8:10). Recibimos la salvación por gracia, no por obras (Efesios 2:9) y es de pensar que tampoco vamos a perfeccionarnos en un esfuerzo carnal como hicieron los Gálatas (Gálatas 3:3). Pero hermano/a: No es un legalismo guardar el día del Señor. Es una enseñanza integral de las Escrituras y el cuarto mandamiento del decálogo. El Señor lo ayude a ser fiel a su Palabra, a encontrar en el día del Señor una comunión santa con él y con los hermanos, a que su vida espiritual se renueve en la participación de los símbolos, recordando la muerte, resurrección y venida de Cristo. Que pueda usted decir:

 

Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos: escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad. (Salmos 84:10)

 

 


[1] En griego κυριακῇ ἡμέρᾳ (kuriake jemera) donde Señor viene de “kirios”. Con el tiempo se tradujo la frase al latín “domínicus dies” quedando posteriormente en español sólo como “domingo”.

Alejandro Riff